Creado por investigadores de la UNR y el CONICET Rosario, el dispositivo lúdico invita a reflexionar en forma colaborativa sobre problemáticas urbanas y el derecho a la ciudad.
¿Cómo habitamos las ciudades? ¿Qué tensiones atraviesan el espacio público? ¿Qué desafíos se presentan a diario en los barrios, calles y plazas que recorremos? Con estas preguntas como disparador, investigadores del Área de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y del CONICET Rosario diseñaron “Desafío urbano”, un juego de mesa pensado para visibilizar problemáticas urbanas y ambientales a partir de una dinámica participativa y colaborativa.
Dirigido a adolescentes, jóvenes y personas adultas, el juego propone repensar el derecho a la ciudad desde el intercambio colectivo y la experiencia cotidiana. Su objetivo no es enseñar o bajar línea, sino abrir preguntas, activar memorias, estimular la reflexión y fortalecer el sentido crítico de cada participante.

“Nos preguntamos cómo podíamos participar desde las ciencias sociales en las acciones públicas de comunicación científica que se organizaron el año pasado frente a los recortes en ciencia y educación”, explicó la investigadora del CONICET y comunicadora social Paula Vera. “A diferencia de las ciencias exactas, que pueden mostrar experimentos o prototipos, nuestro desafío era cómo hacer visible una investigación urbana. Así surgió la idea del juego”.
Una construcción colectiva e interdisciplinaria
El proyecto fue impulsado por un equipo que integran Marianela Casado, Ariel Ocantos, Ayelén Giraudo, Natalia Fernández Baez, María Soledad Casasola, entre otros especialistas en comunicación, urbanismo y diseño lúdico. Desde el inicio, se trabajó de forma interdisciplinaria, incorporando dinámicas propias de los juegos de mesa con saberes provenientes de las ciencias sociales.

“Fue un proceso de aprendizaje y creación constante. No partimos de contenidos cerrados, sino que construimos desde la apertura y la escucha, adaptando conceptos complejos como ‘turistificación’ o ‘nuevas postales urbanas’ para que pudieran debatirse de manera accesible y sensible”, indicó Casasola, directora de la Dirección de Comunicación de la Ciencia de la UNR.
En “Desafío urbano” no se gana ni se pierde: la meta es completar de forma colaborativa un mosaico en el tablero, girando piezas que ocultan una frase final. Para hacerlo, hay que sortear consignas distribuidas en tres tipos: “Asamblea” (votación grupal entre dos opciones), “Adivinanza” (adivinar una palabra sin usar ciertas pistas) y “A la canasta”, que activa recuerdos o imágenes del futuro. Las temáticas giran en torno a barrios, espacios públicos, humedales urbanos y símbolos de la vida urbana.
Jugar para investigar
El equipo detrás de “Desafío urbano” entiende el juego no como una herramienta de divulgación, sino como una forma alternativa de producción de conocimiento. Cada partida genera nuevos sentidos, resignifica conceptos y amplía el horizonte de la propia investigación.
“No es solo transmitir resultados, es construir saberes desde la interacción”, dijo Casasola. “El juego nos devuelve preguntas, nos permite repensar categorías y reconectar con lo sensible de la experiencia urbana: olores, texturas, recuerdos. Es un dispositivo vivo”.
El espacio público como escenario privilegiado
La primera etapa de circulación del juego se dio en ferias, festivales, escuelas y encuentros comunitarios. En esos contextos abiertos, personas de diferentes edades, orígenes y trayectorias compartieron la experiencia de jugar y conversar sobre su vínculo con la ciudad.
“Al principio pensábamos que era un juego para jóvenes, pero en la práctica se armaban mesas con adultos mayores, niños, adolescentes y adultos al mismo tiempo. Esa diversidad enriqueció mucho las discusiones”, relató Natalia Fernández Baez. “Lo lindo es que no hay que quedarse toda la partida. Pero igual, la mayoría se queda. La dinámica atrapa”.
El derecho a la ciudad, en juego
Desde su diseño, “Desafío urbano” se plantea como una herramienta para abordar el derecho a la ciudad como eje articulador de múltiples dimensiones: acceso a espacios públicos, justicia ambiental, convivencia barrial, memoria urbana y apropiación del espacio común.
“La ciudad no es un fondo neutro. Es un territorio lleno de sentidos, disputas y experiencias. El juego habilita a visibilizar esas tensiones y, al mismo tiempo, imaginar futuros posibles”, destacó Vera.
Lejos de ser un juego meramente informativo, “Desafío urbano” activa la participación desde la empatía y el pensamiento crítico. En cada ronda, se pone en juego la mirada única de cada participante y, al mismo tiempo, se construye algo en común: una imagen compartida de lo que significa habitar la ciudad.
