Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
Finalmente, y luego de una larga telenovela, se cayó el proyecto de Ficha Limpia. El voto de dos legisladores misioneros terminó con las fantasías de proscripción de una buena parte del arco político. El oficialismo condenó la votación, pero todos sospechan que le exigieron a Rovira (el verdadero cacique de la política misionera), que mandara a votar en contra a sus representantes. Mientras tanto, los medios no paran de bombardear con “noticias” de todo color. Los dimes y diretes del Cónclave se llevaron todos los laureles. Cuando parecía que todo iba para largo, apareció un tapado, que en las últimas horas comenzó a escalar posiciones en medio de la rosca cardenalicia. Finalmente tenemos Papa, y la elección de Prevost (ahora León XIV), parece ser una señal de continuidad con respecto a las líneas marcadas por Francisco. Seguimos. Después de más rumores que los de Luis Ventura, finalmente ayer nos enteramos de que Colapinto vuelve a la Fórmula1, al menos por cinco carreras. El bueno de Doohan es una máquina de de chocar y cometer errores, y la paciencia de Briatore se terminó. Ahora la presión está sobre Colapa, veremos cómo la tolera en este especie de ballotage pistero. En el mismo lodo, y todos manoseaos, Patricia Bullrich firmó el pase del PRO a La Libertad Avanza. La ministra de Seguridad es una especialista de la garrocha, y no para de saltar de un equipo otro. Eso sí, asegura que cada vez que abandona un proyecto político, es para resguardar sus ideales. Lo que cuesta entender qué es lo que tienen en común Montoneros, el cafierismo, el menemismo, la Alianza, el lilicarriotismo, el PRO y los libertarios. Para mí lo único que los une es la mima Patricia, pero no tengo demasiada imaginación. Ahora no tengo mucho tiempo para seguir con esto, pero se los dejo como tarea. A pensar…
Mientras tanto el sainete argentino no para. Hace un par de días el ministro de Economía se había despachado con una perorata libertaria, anunciando que el gobierno estaba estudiando algún mecanismo para facilitar la utilización de dólares para las transacciones cotidianas, con una condición fundamental: no exigir ningún tipo de rendición de cuentas del origen de los fondos. Un verdadero delirio que choca de frente con todos los tratados internacionales firmados por la Argentina en materia de transparencia económica. Según Caputo, es un absurdo romperle los cocos a la gente exigiendo una demostración de la legalidad de sus tenencias de dólares. Claro, si lo ponemos así, se entiende mejor: ya estamos cansados de que no se puede ejercer libremente el narcotráfico, la venta ilegal de armas o la venta de órganos. Nadie debería dudar de que, en un país libre, cada uno se gana su plata como mejor le parece y no tiene que darle explicaciones a nadie, menos al Estado. Si seguimos así no se vamos a poder delinquir tranquilos nunca más. Por momentos parece un chiste, pero no da gracia.
Incluso el presidente salió a respaldar a su ministro. En una entrevista en Neura, medio afín donde todos los centros van a la cabeza, Javier Milei sostuvo que no creía que “aquellos que hayan sacado los dólares del sistema sean delincuentes, creemos que son personas que pudieron escapar de las garras del Estado”. Paralelamente, aseguró que “Estamos trabajando en una serie de medidas para que vos puedas disponer de tus dólares, sin que nadie te persiga”. A nadie deberían extrañar las declaraciones del presidente. Ya en otras oportunidades ha afirmado que los contrabandistas eran héroes, porque evitan el contralor del fisco. Sin dudas Milei tiene una concepción rara del Derecho. Es la misma que le impide poder establecer con claridad una acción cualquiera de una acción delictiva. De hecho el escándalo $LIBRA es una muestra clara de las dificultades para reconocer las fronteras de la legalidad. Es decir, mientras que es capaz de detectar a miles de kilómetros una violación de los derechos de propiedad, es incapaz de reconocer una violación de las normas de regulación estatales frente a sus narices.
Pero ahí no termina la historia. El miércoles, Manuel Adorni salió a bajar cuatro cambios, luego de que las repercusiones de las declaraciones de Caputo desencadenaran una catarata de críticas. De hecho una periodista de TN confesó al aire: “Me siento una boluda, tengo todo en blanco, y ahora me dicen que no van a pedir ningún comprobante del origen de los fondos”. El vocero presidencial relativizó los dichos del ministro y calificó sus declaraciones como “superficiales”. Sostuvo que en realidad fue un comentario sin ningún tipo de relevancia, que tenía como objetivo dar a conocer la intención del gobierno de avanzar en el sentido de derribar regulaciones innecesarias. Adorni aseguró que ninguna de las medidas que se están estudiando implica un impacto negativo en la “calificación internacional o en términos de transparencia o lavado de dinero”. Evidentemente las palabras de Caputo fueron mucho más allá de lo que aconseja el manual de la buena comunicación política y obligó al gobierno a salir a aclarar el tema. Les tengo que confesar que por momentos dudo. No sé si son una montaña gigante de desprolijidades o si hay una estrategia deliberada de lanzar globos de ensayo y ver qué sucede. De lo que no quedan dudas es que, a pesar de todos los intentos de controlar el déficit fiscal, achicar la oferta de pesos y todos los préstamos internacionales, los dólares no alcanzan y los tiempos políticos se aceleran.
