Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
Pasó sin pena ni gloria una semana que amanecía como complicada para el gobierno. La interpelación al Jefe de Gabinete no alcanzó para incomodar a un gestión que sigue adelante pese a las dificultades. Guillermo Francos como siempre, cumplió con su función: puso la cara, recibió los golpes, y se hizo el sonso. El mismo papel que viene cumpliendo desde su época de Ministro del Interior, cuando aparecía sólo para las fotos de las reuniones. Jamás consiguió la cuota de apoyo necesario como para mantener un acuerdo luego de una negociación, ya que fue siempre operado desde adentro por sus propios compañeros de gestión. Dejo las evaluaciones para los lectores. Algunos lo verán como un verdadero militante, dispuesto a defender la causa libertaria, incluso cuando debe asumir los costos de manera personal. Otros pensarán que es un ser absolutamente privado de dignidad, cuyo único interés es conservar la mínima cuota de poder que le dispensa, a cuentagotas, la caridad del Triángulo de Hierro, formado por los que verdaderamente toman las decisiones (el presidente, su hermana y Santiago Caputo). Francos soportó estoicamente las largas horas de interrogatorio, evitando responder las preguntas molestas, y negando con una firmeza admirable la catarata de evidencias que demuestra que Javier Milei es innegablemente un partícipe necesario de la estafa $LIBRA. La sabiduría popular dice que no se puede esconder el Sol con la mano, pero no dice que no se pueda hacer el intento.
El presidente, por su parte, y haciendo caso omiso de lo que ocurre a su alrededor, volvió a tomarse su tiempo para seguir celebrando. Durante su exposición en el Congreso Económico de la Expo EFI 2025, Javier Milei sostuvo que, terminada la etapa de estabilización, el gobierno considera que llegó “la hora del crecimiento”. Según sus propios dichos, que la economía esté estabilizada no significa que se terminaron los problemas, sino que se comienzan a generar las condiciones para el despegue. De acuerdo a sus propios cálculos, que como es habitual tienen un alto componente de realismo mágico, el presidente estimó que la actividad económica viene viajando “a una velocidad del 10%”. Esto le permitió concluir que la Argentina será “el país que más crezca en los próximos 30 años”. Fiel a su estilo, Javier Milei cargó contra los economistas críticos (“la tienen adentro”, afirmó), para luego cerrar el pasaje diciendo: “Vuelvo a repetirlo, lo voy a decir en latín, la economía argentina va a subir como pedo de buzo”.
Sin embargo, los datos no acompañan el entusiasmo presidencial. Si bien es cierto que, en los últimos tres meses la actividad económica parece haber dejado de caer en picada, todavía la evidencia no es lo suficientemente consistente como para hablar de que se ha iniciado el proceso de recuperación. De hecho un informe reciente de la consultora Ferreres y Asociados (dirigida por Orlando Ferreres, un economista con un perfil claramente ortodoxo, y por lo tanto más cercano al gobierno que al kirchnerismo), marca un dato relevante. La actividad económica cayó en marzo un 1,2% con relación a febrero, cortando una racha positiva de crecimientos intermensuales que se inició en el último mes del año pasado. El principal impacto provino del sector industrial, pero también cayeron comercio y construcción. En este sentido vale hacer dos consideraciones. En primer lugar que las comparaciones metodológicamente robustas deben hacerse en términos interanuales, por lo que una medición intermensual no es un dato concluyente. En segundo lugar decir que, si bien es cierto que la comparación interanual marca un crecimiento del 7,8%, no es menos cierto que el cálculo se hace sobre una base muy baja (los primeros meses de 2024), por lo que es muy posible que se trate más de un espejismo estadístico que de una verdadera recuperación.
Paralelamente, hay dos datos, uno indirecto y uno directo que ponen en suspenso las optimistas afirmaciones de Javier Milei. El dato indirecto dice que en la Semana Santa que pasó se movilizaron 2,7 millones de personas, un 16% menos que el año pasado. El gasto total real, sin embargo, fue de un 10,3% superior. Es decir, viajó menos gente, pero el gasto por persona se incrementó. O sea, la distribución del ingreso podría estar retomando una senda regresiva. El dato directo, aportado por la consultora Synopsis, muestra que en el primer trimestre de este año los acuerdos paritarios de los grandes gremios perdieron contra la inflación. No llama la atención, en el marco de una estrategia deliberada por parte del gobierno de intentar que los aumentos salariales se acercaran a la pauta de referencia del 1%, ya que la idea es no sólo utilizar el tipo de cambio, sino también a los salarios, como ancla inflacionaria. En ese contexto, y más allá de cualquier consideración acerca de la justicia, es muy difícil imaginar una recuperación económica cuando el tractor sistémico principal, que es el consumo, trabaja con el freno de mano puesto.
Desde el gobierno están absolutamente convencidos de que la realidad no importa, que lo único relevante es la construcción de un relato verosímil. Y no le está yendo mal. Hasta el momento, la conducción del dispositivo de redes sociales de La Libertad Avanza ha demostrado que es posible sostener la mentira a lo largo del tiempo con algún grado de éxito. Una parte muy significativa de la población sigue dándole un voto de confianza al oficialismo, con el argumento de que se necesita tiempo para que los cambios estructurales produzcan el efecto prometido. El deterioro de la imagen del presidente y su gestión va mucho más lento que el ritmo arrollador de avance de un gobierno que se siente fuerte. Hoy nada parece preocupar al gobierno: mientras las encuestas cotidianas de las redes no muestren una reversión del apoyo popular. Sin embargo, y como dice el dicho: “Se puede engañar a todos durante un tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.
