Por Santiago Fizsbein
El conductor Baby Etchecopar regresa este sábado a Rosario con su show llamado «El Comediante». Será a partir de las 21.30 en el teatro Broadway
Ácido, irreverente e incisivo. Difícil de encasillarlo en un género, realizó ficción, lidera su segmento en la segunda mañana de Radio 10 y llena teatros con sus polémicos unipersonales. En junio de 2017, el Fundanción Astengo suspendió su show luego de una campaña en su contra por «misógino» y «machista». Sin embargo, luego regresó a la ciudad y llenó las salas. En una entrevista a CLG decidió dejar de lado lo que él llama «su personaje» y dialogó sobre todo.
— Regresás nuevamente a Rosario con «El Comediante». ¿Cómo fue tu experiencia la última vez que te presentaste?
— Excelente, llenamos el teatro de punta a punta y espero que el público vuelva nuevamente.
— Hablando de tu obra, ¿cuál es tu comediante favorito?
— Muy buena pregunta. Me hizo reír mucho Alberto Olmedo, te diría que él fue el tipo que más me divertía. Los demás me causaban una sonrisa. La risa y el deseo de escucharlo a Olmedo, que fue un verdadero maestro que marcó la vida de todos nosotros.
— ¿Y de afuera?
— Me gusta mucho el humor estúpido norteamericano, los talk-shows y la impronta idiota que tienen. En líneas generales, me río mucho con la autocrítica que tiene el norteamericano para el humor.
— ¿Le falta autocrítica a la Argentina para hacer humor?
— Obvio, porque acá enseguida entramos en la ofensa. El 80% de las cosas que hablo son con humor y fijate que automáticamente son tomadas como discriminatorias. Me acuerdo que en una época me reía de las amas de casa, pero en realidad me burlaba del personaje de ama de casa. Y eso era tomado como xenófobo o racista, pero hay que tener un poco de autocrítica. En Estados Unidos se ríen de ellos mismos, de su gordura, de su color de piel, de los presidentes y de los jopos. Acá la solemnidad es hipocresía.
— ¿El humor tiene que tener algún límite?
— Si, Juan Verdaguer decía que si te reís de alguien que está tirado en la calle, no se levanta y te seguís riendo, sos un idiota.
— ¿Se puede hacer humor con la realidad socio-política que vive el país?
— No, el humor político murió en la época de Menem. Ahora es dramático, no se puede hacer humor o reírse porque cuando la gente no come, se mata en la calle o hay inseguridad, no hay nada para reírse; ahí serías un idiota. Es trágico, es muy difícil hacer reír a la gente.
— ¿En qué clase de país desearías vivir?
— Gracias a Dios este año pude viajar y me di cuenta que tenemos lo mejor de todo el mundo, salvo que los argentinos vivimos en él. Somos un país maravilloso, pero somos como esas ratas de laboratorio que se comen entre ellas. Cuando sangran se devoran las tripas en vida. Somos extremadamente cobardes y eso es lo que nos hace agresivos. Cuando estamos en grupo nos ponemos insoportables e irreverentes, o sea que el argentino es un idiota importante: estando sólo es un cagón, pero cuando hay más de tres se quiere convertir en Superman y romper todo lo que se le cruza. Tenemos una patología bastante difícil, lo he comprobado con estos grupos sociales que se quejan de todo. Porque cuando hay uno sólo termina saludando al que odia, cuando está en grupo te quiere matar, pero antes estuvo charlando. Somos impredecibles, como eso perros que les crece el cerebro pero no el cráneo y terminan volviéndose locos y mordiéndose entre ellos.
— Sos un crítico del kirchnerismo. Pero, ¿qué le criticas al gobierno de Macri?
— El gobierno actual vino vendiéndonos una fórmula y no terminó con nada. Todavía está en el arranque con el motor prendido y no empezó a caminar y ya pasaron tres años y medio.
— ¿Qué pensás de la corrupción?
— Yo no te puedo hablar francamente porque soy muy duro. El que le roba al Estado, le roba a un pobre, a vos y a mí. Es un país indigno. Desde Perón hasta acá siempre se ha metido la mano en la lata. Cuando decían que con el Anses entregaban 2 mil millones para el Fútbol Para Todos, era la plata de los viejos. Cuando de pronto una prostituta atiende a un diputado o un concejal inútil, como deben tener los rosarinos, y gana más que un viejo, te da mucho asco. Te roban los de arriba y también los concejales, los diputaduchos y los intendentes; todos afanan. Eso me da asco y además siempre ponderamos al que roba menos y o lo tildamos de honesto.
— ¿Tu lugar en el mundo es la radio?
— La radio es mi mamá, mi papá, mi hermano, mis hijos, mi mujer y mi hogar. Es el lugar donde me siento vivo. Yo nací para comunicar y decir cosas. Es magia pura, esa que no la pueden hacer ni los magos: poder entrar en la casa de la gente.
— ¿Qué opinión tenes sobre la tele actual?
— Me aburre mucho y me deprime. Está todo mal en la tele porque no hay presupuesto. Y, aunque hubiese, tampoco hay ideas. Los productores son unos inútiles. Se levantan a la mañana, le pegan un tema que va desde la mañana hasta la noche y después se lo pasan a otros canales. Además veo que en los últimos veinte años la tele fue usada para vender prostitutas, drogas y demostrar que si no te saluda o te corta la pollerita Tinelli sos un imbécil. Te muestra que un político honesto jamás irías a un programa porque no es noticia. Creo que la televisión es el anticristo.
— ¿Notás que ciertas figuras son las que atrasan a la televisión?
— La televisión nunca adelantó. El discurso que larga es nefasto. No puede ser que te pueda vender a un candidato corrupto, o que cambie el veredicto de un juicio o que cambie un gobierno. No te olvides que cuando fue De la Rúa a lo de Tinelli después terminó yéndose del gobierno. Te guste o no, era un presidente constitucional y lo ridiculizó en cámara. Yo creo que fue más grave lo que pasó en ese programa que el asesinato de Kennedy, porque lo mataron de un tiro, pero a De la Rúa lo humillaron en vivo y en vida.