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Petroleras desembarcan en la Amazonía peruana: qué pasará con las tribus locales


Sudamérica en general transita una fiebre petrolera sin precedentes. Guyana es la economía que más crece en todo el planeta gracias al petróleo del Amazonas

La presencia de compañías petroleras en la Amazonía peruana genera preocupación. El territorio alberga decenas de tribus en aislamiento, y sus condiciones de vida se ven amenazadas por el avance de los gigantes de la industria.

Sudamérica en general transita una fiebre petrolera sin precedentes. Guyana es la economía que más crece en todo el planeta gracias al petróleo del Amazonas.

Ahora, unas 7500 personas nunca contactadas o en contacto inicial con la civilización en la selva peruana se ven acechadas. Sus territorios comprenden algunas de las áreas más vírgenes del Amazonas.

Petroleras en la Amazonía peruana: los peligros

Derrame de petróleo
Los peligros de la industria petrolera.

Para evitar que pase como con los nahuas (una comunidad de cazadores-recolectores que se redujo a la mitad a partir de 1984 debido a enfermedades introducidas por madereros ilegales en el Alto Mishagua), Perú estableció ocho reservas indígenas. Además, tiene otras cinco en proceso de creación.

Sin embargo, aprovechando la oleada de inversión extranjera en combustibles fósiles, el gobierno peruano ha venido subastando tierras cada vez más internadas en la Amazonía para explotaciones de petróleo y gas.

Aunque las comunidades indígenas están protegidas, un análisis reciente de Earth Insight denuncia que los bloques propuestos se superponen con el 20% de estas reservas aisladas. En total, 1,6 millones de hectáreas.

La expansión de la industria petrolera y gasífera en áreas vírgenes de la Amazonía peruana amenaza a pueblos indígenas en aislamiento. Esto además de poner en peligro los ecosistemas de alta biodiversidad del Amazonas, que es crucial para el equilibrio climático global.

Los tristes números de la Amazonía peruana

Las consecuencias del avance de las petroleras en la Amazonía peruana ya dejan números trágicos. Entre 2000 y 2019, se produjeron 474 derrames de petróleo. En 2016, el 50% de las personas muestreadas cerca de campos petroleros tenían niveles tóxicos de metales pesados en su cuerpo.

Además del petróleo y el gas, la minería y la tala ilegal cuentan con la complicidad o inacción del gobierno, denuncian las organizaciones indígenas. 2,7 millones de hectáreas de bosque amazónico peruano se perdieron entre 2001 y 2021.

La presencia de empresas extractivas también llevó a confrontaciones, desplazamientos y, al introducir enfermedades o escasez de alimentos, la muerte de indígenas no contactados.

Por su parte, el gobierno peruano sostiene, para justificar la práctica, que la minería y la extracción de recursos representan casi el 15% del PIB y son vitales para el crecimiento económico y la mejora de las condiciones de vida.