Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
La primera derrota del interinato de Ricardo Lunari expuso una realidad: Newell’s es un equipo con muchas vulnerabilidades. Si alguien creyó que la inclusión de algunos juveniles y la presencia de dos nueves era la fórmula mágica del éxito estaba equivocado. Sirvió para mejorar, es cierto, pero no hizo a la Lepra un equipo indestructible. Y Godoy Cruz, con poco, demostró que hay fragilidad, en especial en defensa.
Cuesta entender el mal momento de Gustavo Velázquez. En condiciones normales hoy debería perder titularidad. Pero su currículum y la falta de un suplente confiable (Glavinovich está lesionado) lo dejan adentro. Ni hablar del presente de Armando Méndez. Siempre tuvo problemas de marca, hoy ni siquiera aporta desde lo ofensivo. El cariño de los hinchas lo mantiene inmune de críticas, los rivales lo aprovechan.
Tampoco todo es culpa de la defensa. Falta juego, en especial sin Banega; sumar pibes entrega energía pero también inexperiencia; y el doble nueve es un sistema que necesita trabajo y por ahora en Newell’s es sólo meter más gente arriba. A veces resulta, otras no.
Quedan 9 fechas. El objetivo de clasificar a la Sudamericana sigue en pie. Pero para llegar hay que conseguir victorias. Y hoy eso parece estar más ligado al azar, al empuje cuando se juega en el Coloso o a alguna tarde/noche iluminada de algún futbolista. Lunari hizo lo que pudo para revertir el bajón del ciclo Méndez. Pero tampoco puede hacer magia con un plantel claramente mal armado.