Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
A partir del miércoles 16 hasta el viernes 18 de octubre se celebró el Coloquio de IDEA, la cumbre anual que reúne a lo más granado del empresariado local y extranjero. Habitualmente suele ser una tribuna desde la que se transmiten públicamente (más que transmitir se intentan imponer) las opiniones y puntos de vista de los principales agentes económicos, digamos, como dicen en el barrio, los que cortan el bacalao. En su discurso de apertura, la presidenta del evento de este año, Gabriela Renaudo, festejó los cambios que está llevando adelante el gobierno de Javier Milei. La group contry manager de Visa Argentina y Cono Sur, destacó el rumbo económico, especialmente la lucha contra la inflación y la disciplina fiscal, pero advirtió que esta nueva etapa demanda que se generen las condiciones propicias para el desenvolvimiento de las inversiones. Y claro, acá choca con la realidad. Según sus propias palabras, estamos ante una oportunidad histórica, “un año bisagra” (dijo), que nos debe conducir a discutir los fundamentos de aquellos problemas que nos angustian como argentinos, y que, según ella son: “el crecimiento económico, la generación de empleo privado formal, la pobreza y la inflación”. El orden no es casual, primero el crecimiento, último la inflación. Renaudo sabe que las políticas que lleva adelante este gobierno, si bien tienen un éxito parcial con el manejo del déficit fiscal y la inflación, no son suficientes para encauzar a la economía argentina en una senda de crecimiento consistente y autosostenido.
Más tarde fue el turno del Ministro de Economía. Luis Caputo, no sólo defendió el rumbo de la gestión económica. Fue mucho más allá: aseguró que “estamos en el mejor momento después de diez meses, la brecha está en 15%, la inflación mayorista en 2%, la economía empezó a recuperar”. Sabor a poco, para un gran momento. Es decir, no parece ser un gran éxito de la conducción económica achicar la brecha desde arriba, es decir, apagando la cotización de los dólares paralelos y financieros utilizando la recesión como matafuego. De hecho esto está generando un atraso cambiario que complica seriamente la balanza de divisas de nuestra cuenta corriente. A ver, por un lado los ingresos por exportaciones 2024 está por bastante por debajo de las proyecciones que se hacían a comienzos de año (y esto por dos razones, en primer lugar porque la cosecha no tuvo el volumen esperado, y en segundo lugar porque los precios internacionales cayeron). Por el otro, se incentiva la demanda de importaciones, no sólo pisando el tipo de cambio, sino también eliminando aranceles a determinados productos. Además, estos niveles de atraso cambiario aumentan la demanda de divisas para cerrar la brecha de la balanza de Turismo. Es decir, poco para festejar. Ni hablar de la ficción discursiva que pretende descubrir un incipiente proceso de recuperación económica donde, en el mejor de los casos, sólo hay un enlentecimiento de la caída. Para la anécdota, y los memes (por qué no?), queda la afirmación del ministro de que el presidente Javier Milei es la persona más escuchada del mundo.
Lo que quedó claro, luego del discurso de Caputo, es que el gobierno tiene definitivamente la decisión tomada de profundizar el enfrentamiento en todos los frentes que mantiene abiertos. Así como el presidente, en su discurso de cambio del nombre del CCK, arremetió brutalmente contra la comunidad universitaria, así como el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, lanzó una velada amenaza, reconstruyendo caprichosamente una secuencia histórica en la que las revueltas en las universidades precedieron a la aparición de las organizaciones armadas (y luego la represión), el ministro no ahorró en insultos a la hora de referirse a los opositores. En un pasaje muy celebrado por los empresarios presentes sostuvo: “todo el mundo sabe que son unos delincuentes y unos burros”. Envalentonado por el sostenimiento del veto, el veranito cambiario y la inflación del 3,5% de septiembre, La Libertad avanza en su conjunto se abroqueló detrás de un estrategia tendiente tensar la cuerda. Hasta el momento le ha dado resultados, pero no sabemos hasta cuando. Sin embargo, por ahora se siguen apegando a la máxima suprema de la diva de Villa Cañás: “Como te ven, te tratan. Si te ven mal, te maltratan, si te ven bien, te contratan”.
El cierre del encuentro estuvo a cargo del presidente. Sin que mediara un solo signo de reflexión Javier Milei volvió a repetir su remanido discurso, el de siempre. Fustigó a la oposición, sin dudas, pero su furia de orientó fundmentalmente a descreditar a los economistas. Utilizando su florida verba habitual, llamó a sus colegas “econochantas” y “mandriles” (no me hagan explicar porqué, pero es de una grosería impropia para un primer mandatarios). Sostuvo que el programa económico marcha mucho mejor de lo que incluso él mismo esperaba, poniendo particular énfasis en la baja de la inflación, del déficit fiscal y del Riesgo País. Además aseguró que dado el proceso de dolarización endógena que se está observando, el camino a la dolarización y el cierre definitivo del Banco Central está allanado. Otra vez la burra al trigo, sin novedades. Es virtualmente el mismo discurso de campaña. Lo grave es que ya van más de diez meses de gobierno, y lo que desde el oficialismo califican como grandes éxitos, está generando un proceso recesivo de magnitudes. De este modo, mientras los mercados le dan la bienvenida a las medidas impulsadas por el equipo económico, hay más de cuarenta y cinco millones de argentinos que no terminan de ver reflejadas en sus bolsillos las maravillas que se pretenden mostrar desde el Ejecutivo. Milei hace de la agresión un instrumento de gestión política, una herramienta que le funciona, pero ya es tiempo de que cierre la campaña electoral y comience a gobernar. Y no sólo de la agresión vive el presidente, sino también de la provocació. Sobre el cierre de su discurso afirmó que el mayor impacto del ajuste se concentró en el primer trimestre del año, como una estrategia “para que la gente no se enterara tanto” (sic). Más cínico no se consigue.
Para ir terminando. Más allá de las bravuconadas del oficialismo, más allá del relato oficial de un rebote que no aparece, y más allá del esfuerzo que están haciendo los empresarios para intentar rescatar algo de este gobierno, está la realidad. Y la realidad dice que la recuperación es un espejismo. De hecho la variable más relevante de la economía, el consumo, sigue en picada. Según un informe publicado recientemente por la consultora Scentia, las ventas en supermercados y autoservicios independientes registraron una de las peores caídas de la historia, retrocediendo un 22,3% en septiembre. Para complicar aún más el panorama, se espera que la fuerte retracción continúe en los meses de octubre y noviembre, con la posibilidad de moderar un poco la caída en diciembre, pero bajo ningún punto de vista, con perspectivas de recuperación. En ese contexto de ajuste generalizado, liderado por el ajuste del gasto público nacional, del 21,1%, el ajuste sobre la Educación es exactamente el doble, 42,2%, según lo consigna el último informe del Observatorio de Argentinos por la Educación y que publica hoy Infobae. Ahí es dónde hay que buscar la madre del conflicto con las universidades, y no en los desvaríos febriles de un gobierno que parece no terminar de darse cuenta de que su relato se cae a pedazos.