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Feria de arte, ciencia y tecnología de la UNR: miles de personas pasaron por “Visible lo invisible”


La Universidad Nacional de Rosario puso en marcha, en plenas vacaciones de invierno, una nueva edición de “Visible lo invisible”: una feria de arte, ciencias y tecnologías, para jugar y aprender. La misma estuvo disponible en el Espacio Cultural Universitario con entrada libre y gratuita.

“Estamos poniendo en funcionamiento, por tercer año consecutivo, una propuesta para las vacaciones de invierno enfocada en un público infantil y jóven. Para nosotros es muy importante poder crear un espacio donde se puedan poner en diálogo los procesos de producción científicos y tecnológicos de la UNR y que los más chicos puedan motivarse con las disciplinas científicas”, explicó Elena Gasparri, responsable del Área de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo de la Universidad. 

Visible lo invisible llama a que niños, niñas y adolescentes puedan pensar de qué manera las ciencias que se producen en la universidad pública pueden explicar los fenómenos que viven día a día. “Queremos crear un interesamiento, si bien la experiencia está pensada para los más jóvenes, buscamos involucrar a toda la familia y a la comunidad. Nos interesa que más personas conozcan todo el trabajo de investigación científica que se hace en la Universidad”, añadió Gasparri.

Esta propuesta impulsa una agenda en la que ciencias, tecnología y arte se combinan para que niños, niñas y adolescentes experimenten, se expresen, imaginen y observen el mundo que los rodea y el interior, también. “Es importante poder acercar la ciencia que se produce en la Universidad a las y los más chicos, como así también a los adolescentes, que solamente en pocos años van a tener que tomar la decisión de a que se van a dedicar y queremos contarles que la ciencia puede ser un espacio de desarrollo, divertido y creativo”, comentó la responsable de la Dirección de Comunicación de la Ciencia de la UNR, María Soledad Casasola.  

Visible lo invisible estuvo integrada por una Feria, en la que, a través de dispositivos lúdicos ubicados en estaciones, los participantes pudieron percibir aquello que resulta invisible porque está muy lejos, pasó hace tiempo, es muy pequeño o aún no se ha inventado. La feria contó con stands de equipos de investigación de la UNR, del Acuario del Río Paraná, y del CONICET.

“Comunicar ciencia para públicos que no son expertos implica que podamos interesarlos con otras cuestiones como por ejemplo la música, la expresión artística, lo lúdico, que es muy importante aprender jugando en todas las edades de la vida, pero sobre todo durante los primeros años”, indicó Casasola

El evento también contó con diversos talleres dirigidos por científicos y científicas, además de la Sala de Escape “La oficina de Beppo”, un espacio diseñado para pensar, explorar y divertirse. También tuvo su espacio una gran ludoteca, una exposición accesible de Antoni Berni en 3D, y la oportunidad de disfrutar del espectáculo “Ciencia como por arte de magia” del profesor Robert. “Generar actividades en formato taller permite poder desarrollar ideas que son más complejas en un lapso de tiempo más prolongado en comparación a otros dispositivos. Hay procesos de conocimientos que nos interesan que se den en esta relación de la ciencia con los más chicos que necesitan un tiempo establecido más extenso y un espacio más contenido. De esta manera, se puede observar en primera persona el trabajo de las y los científicos, desmitificando la idea del científico como un personaje absolutamente alejado del resto de la sociedad y pensándolo en cambio como un trabajador que construye conocimiento”, planteó Gasparri.

Este proceso también es una instancia muy importante para los propios científicos porque pueden socializar eso que con tanto esfuerzo y dedicación hacen todos los días, poniendo en valor su trabajo de investigación. “Desde la primera edición advertimos, y las y los investigadores también nos lo plantearon, que este encuentro resulta muy transformador. El esfuerzo de tener que salir de la zona de confort y hablar con otro tipo de público, es absolutamente gratificante y motiva que año a año la propuesta se expanda”, explicó la responsable del Área de Ciencia de la Universidad.

Hubo actividades también para las y los adolescentes, entre las que se destacaron: “Pensamiento computacional” (una propuesta para aprender jugando con Scratch, mBlock, PilasBloques), “191 gramos ¿El peso de la inteligencia?” (para conocer cuantos objetos y funciones se encapsulan en los 191 gramos que pesa un telefono inteligente), “Poesía artificial” (para experimentar con lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro tuyo), “Pantallazo de color” (una experiencia práctica para conocer cómo están compuestos los colores). 

“La idea de combinar ciencias, artes y tecnología tiene que ver con que en la vida cotidiana estas áreas disciplinares están entrelazadas y muchas veces se necesita creatividad e imaginación para encarar procesos de investigación y de búsqueda científica. El arte y la tecnología son dos aliados indispensables a la hora de comunicar la ciencia y nos interesa particularmente poder explorarlo con estos públicos para que estudiar e investigar y conocer más del mundo usando los ojos de la ciencia no deje de ser interesante, divertido y creativo”, destacó María Soledad.

Cabe recordar que es el tercer año consecutivo que la Universidad Nacional de Rosario pone en marcha esta propuesta dirigida a los más pequeños y a los jóvenes. “La experiencia nos sirvió para poder ir fortaleciendo esta propuesta, poder ir mejorando las dinámicas de cada uno de los dispositivos que se ponen en juego. Al no tener antecedentes en una iniciativa como esta, fuimos incorporando muchas cosas al proceso: el primer año fue un poco más artesanal y ya para el segundo, viendo que había funcionando muy bien, le incorporamos más tecnología buscando establecer el vínculo de que esta también se produce y se utiliza en la Universidad, recurriendo a lenguajes más propios y que les resulte amigables a ese público infantil”,  resaltó Gasparri. 

Este año más de 1000 personas por día colmaron los talleres, los stands, las estaciones tecnológicas especialmente pensadas para que cada uno de los asistentes tenga un encuentro con la ciencia de un modo directo. “A lo largo del tiempo, Visible lo Invisible ha cambiado, por suerte ha crecido, no sólo en días sino también en volumen y fundamentalmente este año con la incorporación de muchos actores, espacios propios de la universidad pero también de otras instituciones que producen ciencia y tecnología en nuestra ciudad como el Acuario, el Centro Astronómico Municipal, el Museo Castagnino, las áreas de accesibilidad de nuestra universidad, la Escuela de Jardinería Municipal que viene con un jardín del humedal bellísimo y después la Facultad de Arquitectura, la de Humanidades, y la de Ciencias Agrarias”, detalló Casasola.

De esta manera, la Universidad puso en agenda, una vez más, una propuesta innovadora y enriquecedora que establece un diálogo continuo entre la ciencia y nuestra vida diaria. “La expectativa más grande que tenemos es interesar, divertir, disfrutar, pasar momentos en familia, abrir las puertas de la universidad pública para que las y los chicos se apropien de estos espacios, de los contenidos, abriendo vínculos, canales y puentes para comunicar la ciencia en un ida y vuelta, no solamente nosotros contando lo que hacemos, sino escuchar las inquietudes, las expectativas, saber qué cosas los motivan, les interesa, los atrae, les genera curiosidad, y eso es un intercambio muy valioso”, concluyó Casasola.