Análisis
Opinión

Opinión: «Sale Nicolás Posse, entra Guillermo Francos»


Por Diego Añaños - CLG

Por Diego Añaños – CLG

Mientras la economía argentina sucumbe ante una feroz recesión, el presidente sigue de gira por el mundo llevando su mensaje evangelizador, con el objetivo de posicionarse definitivamente en la agenda global como el referente máximo de la libertad. Se instaló el martes en San Francisco, y ese mismo día por la noche tuvo su primer encuentro con Sam Altman, CEO de Open AI, la compañía que desarrolló el ChatGPT. El miércoles por la mañana ofreció una conferencia en la Universidad de Standford. Como nos tiene acostumbrados, destacó las mieles del libre mercado a la vez que atacó ferozmente la intromisión del Estado, particularmente en el terreno de las regulaciones. Luego, por la tarde participó de reuniones con directivos de empresas de base tecnológica del área de Sillicon Valley, como el CEO de Google, Sundar Pichai y el director ejecutivo de Apple, Timothy Cook. En este último caso, se sumaron más de 30 empresarios ligados al sector de la inteligencia artificial, tema que tiene fascinado a Milei. Sin embargo, los periplos viajeros del presidente no deben confundirnos. Por un lado, porque se tratan de viajes estrictamente personales, no involucran institucionalmente al país, y aún no ha conseguido un dólar de inversiones para nuestra economía. Por otro lado, y como afirmó recientemente Jorge Castaneda, la percepción internacional no es que Milei es un estadista, sino un impresentable, particularmente por amigos, como la primera ministra italiana Giorgia Meloni o el presidente de Vox, Santiago Abascal. Vale aclarar que Castaneda fue Ministro de Relaciones Exteriores de Méjico durante la presidencia de Vicente Fox, por lo que lejos está de poder considerarse un representante del socialismo.

El ex funcionario mejicano, uno de los intelectuales más reconocidos de América Latina, no sólo se refirió a las visitas sociales de Javier Milei, sino que también opinó sobre la viabilidad del programa económico. Al respecto sostuvo que afortunadamente no tiene un sesgo a favor o en contra del plan libertario, simplemente piensa que no va a funcionar. Y su pronóstico no se apoya en su visión personal, sino que se basa en la evidencia empírica: ningún programa de shock ha funcionado en el largo plazo. Eventualmente se ha conseguido bajar temporalmente la inflación, pero los efectos recesivos de las medidas, sumados al peso agobiante de la deuda, han conducido al fracaso de los programas, sea que se aplicaran en Bolivia, Perú, Rusia o Polonia. Según su opinión, vamos hacia el peor de los escenarios posibles esto es: una inflación moderada, unida a una recesión pavorosa.

La gestión de Javier Milei se ha vuelto previsible. Se presenta discursivamente como dura e inflexible, pero ante la menor presión, recula. Así ocurrió con la dolarización, la eliminación del Banco Central, las bravuconadas con Brasil y China, los 640 artículos de la Ley Ómnibus (que ya no es ni una Ley Úber), el Pacto de Mayo o los fondos de funcionamiento de las universidades nacionales. A nadie debería asombrar el hecho de que las cosas transcurran de este modo en un gobierno que hace gala de su incapacidad política de negociar. Por supuesto, lo que acabo de decir podría interpretarse como una lectura maliciosa de la realidad, sesgada por una visión antilibertaria, pero lejos está de serlo. Fue el mismo Guillermo Francos, otrora ministro del Interior, ahora ungido Jefe de Gabinete, el que afirmó, sin repetir, sin soplar y sin ponerse colorado: “El presidente me eligió a mí porque se da cuenta que con la política argentina se le hace complicado, no la entiende”. Si, así como lo leen: el nuevo Jefe de Gabinete dice que el presidente no entiende la política argentina. Listo, cerrame la ocho. Como dice la máxima del Derecho: “A confesión de parte relevo de pruebas”. Y claro, si el que conduce no entiende la política, de ahí para abajo sólo podemos esperar la devastación.

La cuestión es que el gobierno tiene un equipo corto, cada vez que pierde un jugador, el que viene a ocupar el lugar es peor que el que se fue. Javier Milei jamás imaginó que ganaría esta elección, y la ausencia de cuadros técnicos para cubrir los cargos indispensables al interior de la administración pública es notable. De hecho aún quedan nombramientos pendientes en segundas y terceras líneas de cargos estratégicos. La renuncia, o la eyección, como prefieran, del Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, obligó al gobierno a cubrir la vacante con su figura política más importante. El ahora ex ministro del Interior, es el cuadro más formado con que cuenta el presidente para gestionar aquello que no le ha sido deparado. Fue así que Guillermo Francos, se puso al hombro la gestión de la Ley Bases, en la fe de que un hábil negociador, le garantizaba el éxito que se le venía negando. Finalmente, y a última hora del miércoles, el Jefe de Gabinete logró destrabar la cuestión y, si bien a esa hora aún le faltaba una firma, se anunció que ya se tenía dictamen. Una pequeña victoria, pero victoria al fin. Es pequeña, claro, porque nada asegura que estén los votos para imponer el proyecto. Las enormes dificultades por las que tuvo que atravesar el oficialismo sólo para obtener un dictamen no hace más que poner en evidencia que el gobierno está en serios aprietos políticos. Esto es algo de lo que el presidente pareciera no toma nota, mientras disfruta del turismo subsidiado con la tuya (y con la mía) y se pasea cual pavo real por el mundo.