Lluvias torrenciales como las que se han vivido en el este de África entre finales de marzo y mayo se han vuelto el doble de probables y un 5% más intensas en el clima actual
Los especialistas atribuyen este fenómeno al cambio climático. Lluvias torrenciales como las que se han vivido en el este de África entre finales de marzo y mayo se han vuelto el doble de probables y un 5% más intensas en el clima actual, 1,2ºC más cálido que el preindustrial.
Esta ha sido la conclusión de un estudio de World Weather Attribution en el que han participado expertos de Kenia, Países Bajos, Alemania, Suecia, Dinamarca y Reino Unido. Para llegar a ella, han destacado que las zonas que han recibido los peores impactos han sido la región alrededor del lago Tanganica, el lago Victoria, las tierras altas centrales (incluida Nairobi), las tierras bajas del sureste de Kenia y la costa de Tanzania.
Los científicos, han observado la precipitación máxima acumulada entre el 27 de marzo y el 26 de abril. Para demostrar que el cambio climático está jugando un papel, han evaluado si de acuerdo con los modelos climáticos hay en la región una tendencia hacia la sequía o hacia una mayor intensidad de las tormentas durante la época de lluvias más intensa (la época de ‘lluvias largas’).
Si bien las tendencias no son estadísticamente significativas, muestran una mayor intensidad de las tormentas. De media, señalan que un evento como el que se ha vivido en la zona este año se ha vuelto el doble de probable y un 5% más intenso en el clima actual, 1,2ºC más cálido por el calentamiento global.
De cara al futuro, los modelos muestran que la intensidad de las tormentas y la probabilidad de que ocurran va a aumentar en un clima 2ºC más cálido que en tiempos preindustriales. Asimismo, los científicos indican que la fase actual de Oscilación del Sur de El Niño o Dipolo del Océano Índico ha tenido una influencia “insignificante” en la estación de ‘lluvias largas’ de la región estudiada. Hacia el final del siglo XX, las observaciones mostraban que las lluvias torrenciales en el este de África tendían hacia la sequía mientras que los modelos climáticos proyectaban un aumento de las tormentas intensas debido al cambio climático.