Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
Como suele ocurrir en este país, vivimos con una agenda política capturada. Los medios masivos de comunicación nos bombardean sistemáticamente con datos que, en el mejor de los casos son información, pero que suelen ser absolutamente irrelevantes. Basta recorrer los canales de televisión que diariamente atraen nuestra atención con sus URGENTES, para darnos cuenta de que los productores se van quedando sin ideas. Para colmo de males, los asuntos insignia están absolutamente direccionados con la intención de distraer la mirada hacia acontecimientos que no revisten la menor relevancia. Para muestra basta un botón: hace una semana que estamos discutiendo el affaire Milei-Pedro Sánchez. Un cruce entre dos presidentes, que deberían estar ocupados de otros asuntos, vinculado a cuestiones estrictamente personales y que carece de significancia. Es más, se parece mucho más a una guerra de vedettes durante un verano en Carlos Paz que a una cuestión de Estado. Como argentino no tengo dudas en sostener que lo de Milei es vergonzoso, pero no vayamos a pensar que lo de Pedro Sánchez es mucho mejor.
El debate por la Ley Bases también se viene llevando nuestra atención. Ríos de tinta, horas de debates radiales y televisivos, discusiones callejeras y debates de verdulería. Como un 9 mentiroso del ascenso, viejo y zorro, las intrigas parlamentarias se llevan la marca y son seguidas minuto a minuto desde las redes sociales, como si en eso se nos fuera la vida. Sólo falta que una casa de apuestas virtuales invite a apostar: sale o no sale? Sale en junio? Sale en Julio? Cuántas modificaciones tendrá finalmente? Se aprueba con las modificaciones del Senado en Diputados o se insiste en el proyecto original? Sin embargo, y mientras estamos todos mirando cómo los senadores ahora, y los diputados antes, se sacan chispas en las comisiones, desde diciembre del año pasado nos siguen gobernando a través de un DNU que es una verdadera ignominia.
El gobierno, por su parte, entiende mucho mejor cómo manejar la pelota que todo el abanico opositor, ese que va desde el radicalismo a la izquierda, pasando por el peronismo kirchnerista y del otro también. Es así que, en tiempos en que reinan Twitter e Instagram, mantienen a la ciudadanía mirando para otro lado. Lo del Pacto de Mayo fue una genialidad. Un anuncio de nada, y hacia la nada, mantuvo al periodismo fatigando pantallas y columnas durante casi dos meses. A través de sesudos análisis, profundas reflexiones y encendidos debates, mantuvieron al gran público cautivo de una ilusión imposible. Ahora el pacto no existe más, no hay pacto. Si no hay Ley Bases, dijo Milei, se acabó lo que se daba, me llevo la pelota. . El presidente va a viajar a Córdoba para celebrar el 25 de mayo, solo, sin la presencia de gobernadores, representantes de los trabajadores o de la Iglesia, y encabezará un acto en la plaza San Martín, frente al Cabildo de la ciudad de Córdoba.
Cuenta la leyenda que en una oportunidad el ex presidente Carlos Menem, ante la andanada de condiciones que se le querían imponer, le dijo a Héctor Magnetto: “Entonces usted quiere ser presidente?”, a lo que el CEO de Clarín respondió: “Puesto menor”. Si bien no lo dice expresamente, creo que Milei con sus actos nos está diciendo exactamente lo mismo. Como decíamos el martes pasado, la presidencia de la Nación representa sólo una plataforma de despegue para catapultar al primer mandatario al centro de la escena política mundial como el líder global del neoconservadurismo, hoy cubierto de los ropajes del libertarismo, pero conservadurismo al fin. No importa lo que suceda en el país, en todo caso es sólo un dato. Si logra acomodar medianamente las cosas, y no hace falta decir lo que significa “acomodar” para un admirador del menemismo, se ungirá a sí mismo, cual Napoleón de outlet, como el Profeta de la Libertad internacional. Si fracasa, cargará las tintas sobre los obstáculos montados por la casta, que le impidieron sacudir los fundamentos del status quo. Es decir, y como nos tiene acostumbrados, se autopercibirá siempre y en cada momento como un ganador.
La cuestión es que hoy la realidad de millones de argentinos pasa muy lejos de la disputa con Pedro Sánchez, el debate de la de la Ley Bases, el Pacto de Mayo o del surrealista recital presidencial del miércoles a la noche. Incluso si ustedes quieren lejos de los pavorosos datos de caída de la actividad industrial y la profunda recesión. Hoy la gente no sabe cómo va a hacer para sostener los gastos de todos los días. Por ahí va la cosa. No quiero ser autorreferencial, pero creo que vale la pena contarlo. Todos los jueves juego al fútbol con un grupo de amigos. La tradición es terminar de jugar y comerse un asado. Hace más de diez años que lo hacemos. Desde hace dos meses, no sólo no se come asado (primero fue pollo, luego choripanes, ahora NADA), sino que es muy difícil juntar gente. Algunos me dirán que es un dato demasiado parcial, y tienen razón, pero indiscutiblemente nos dice algo. Los procesos políticos siempre se cocinan a fuego lento, y es probable que las conciencias comiencen a despertar de a poco. No sabemos cuándo, pero todos esperamos que en algún momento ocurra. Tal vez Misiones sea la punta del iceberg, la demostración palmaria de que la paciencia se acaba y, si bien la mecha es larga, no es infinita.