"Nos manifestamos en defensa de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, cuyo quehacer y funcionamiento está siendo vulnerado por estos días, en el marco de un ataque gubernamental sistemático a la cultura, la ciencia y la educación argentinas", señalaron.
Un grupo de artistas, docentes, científicos y escritores realizó una solicitada denunciando el «ataque sistemático» del Gobierno de Javier Milei «a la cultura, la ciencia y la educación» y en repudio a los cientos de despidos que habría, en las próximas horas, en la Biblioteca Nacional.
En el documento, se pueden ver las firmas de Beatriz Sarlo, Horacio Altuna, Felipe Pigna, Cecilia Roth, Claudia Piñeiro, Juan Falú, Ricardo Forster, Rita Cortese y Liliana Herrero, entre otros.
Parte de la solicitada acerca de quienes la firman: «Somos personas que trabajamos, producimos, consumimos y disfrutamos de la cultura en todas sus expresiones y que apoyamos a la institución cultural más antigua del país, que precede, incluso, a la Nación Argentina».
«Nos manifestamos en defensa de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, cuyo quehacer y funcionamiento está siendo vulnerado por estos días, en el marco de un ataque gubernamental sistemático a la cultura, la ciencia y la educación argentinas», señalaron.
Asimismo, resaltaron que desde su fundación «crecieron los acervos y sus lectores; se ampliaron y mejoraron sus servicios y sus sedes; se diversificaron las preocupaciones e intereses y se estableció un vínculo cada vez más afianzado con la comunidad».
Para finalizar, asentaron que ese mensaje está dirigido al presidente Javier Milei, a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, al secretario de Cultura, Leonardo Cifelli y a la directora de la Biblioteca Nacional, Susana Soto Pérez «para solicitarles la urgente revisión de esta situación en favor de la identidad nacional y el bien social»
Está reunida la adhesión de personalidades como Beatriz Sarlo, Claudia Piñeiro, Horacio Altuna, Santiago Varela, Angela Pradelli, Rita Cortese, Rafael Spregelburd, Juan Dalfiume, Quique Alcatena, Cecilia Roth, Juan Falú, Juan Lima, Lucas Varela, Daniel Divinsky, Ezequiel Martínez, Felipe Pigna, Josefina Delgado, Selva Almada, Ema Wolf, Kuki Miler, Quique Alcatena, Powerpaola, Alejandra Lunik, Cora Gamarnik, Diego de Charras, Mabel Belucci, Mariano Ciafardini y Mariano Plotkin entre otros.
Más allá de estos nombres, hay otras 17 mil firmas reunidas en tres días que muestran el espectro más amplio y representativo de la inserción social que logró la Biblioteca Nacional en todos las áreas de la sociedad argentina.
La carta sostiene:
«Las y los abajo firmantes -personas que trabajamos, producimos, consumimos y disfrutamos de la cultura en todas sus expresiones- nos manifestamos en defensa de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, cuyo quehacer y funcionamiento está siendo vulnerado por estos días, en el marco de un ataque gubernamental sistemático a la cultura, la ciencia y la educación argentinas.
La hoy Biblioteca Nacional, la institución cultural más antigua del país, precede, incluso, a la Nación Argentina. Por eso, entre otras cosas, es la memoria -nuestra memoria- la que está en riesgo.
Fue creada en 1810, bajo los ideales iluministas y es, desde entonces, emblema de la ilustración. Desde su fundación tuvo como misión custodiar, registrar, preservar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental que posee. Entre sus directores, figuran algunos de los nombres más destacados de la cultura nacional: Paul Groussac, Jorge Luis Borges y Horacio González supieron interpretar el legado de su creador, Mariano Moreno. Durante sus gestiones, crecieron los acervos y sus lectores; se ampliaron y mejoraron sus servicios y sus sedes; se diversificaron las preocupaciones e intereses y se estableció un vínculo cada vez más afianzado con la comunidad.
La institución cuenta en la actualidad con tres sedes; un Museo (del Libro y de la Lengua); la Escuela de Bibliotecarios, centros de documentación e investigación dedicados a los pueblos originarios, la historieta, la literatura infantil, la cultura afro, la novela policial, el psicoanálisis y a la figura de Jorge Luis Borges; un programa de DD.HH, programa de radio, una editorial y becas de investigación. Las diferentes áreas contemplan las técnicas de conservación del libro: la restauración, la microfilmación y la digitalización; equipadas todas con avanzada tecnología. Se brinda servicio de lectura y referencia especializada a un público tanto presencial como remoto. Se catalogan y clasifican libros, diarios, revistas, mapas, láminas, discos, CDs, DVDs, dibujos originales y manuscritos, archivos institucionales y personales, entre otros materiales y soportes que dan cuenta de la historia y la cultura argentinas. Se investigan, diseñan y publican catálogos y libros. Se producen y concretan exposiciones, ciclos, conferencias, presentaciones, entrevistas, filmaciones de ficciones, documentales y todo tipo de contenido audiovisual.
Vale decir: una entidad que con sus producciones y patrimonio disponibles custodia la historia, nos narra como pueblo, genera cultura y fortalece la soberanía argentina.
La Biblioteca es una ciudad, un universo, sostenido por una comunidad de empleados altamente capacitados en cada una de las especialidades de las que, los aquí firmantes, hicimos y hacemos buen uso y agradecemos.
Por todo esto y, en vista del congelamiento del presupuesto institucional y de los anunciados despidos de muchos de sus trabajadores -medidas que, de concretarse, ponen en riesgo el funcionamiento de la entidad y el mantenimiento de sus colecciones-, nos dirigimos a las autoridades pertinentes –al presidente de la República Argentina, Javier Milei; a la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello; al secretario de Cultura, Leonardo Cifelli y a la directora de la Biblioteca Nacional, Susana Soto Pérez– para solicitarles la urgente revisión de esta situación en favor de la identidad nacional y el bien social.
Un país sin cultura es otro modo, complementario a las políticas económicas, de condenar a sus habitantes al hambre.
“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre y mujer no conocen lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía.”
(Mariano Moreno, “Educación” en Gazeta de Buenos Ayres, 13 de septiembre de 1810, en el que se informaba sobre la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, actual Biblioteca Nacional)»