La condición de un recurso limpio está implícita en una modalidad de generación renovable que no se vale del uso de combustibles fósil y, por ende, no es contaminante
La posibilidad de autogeneración, participación de usuarios residenciales y una mayor descentralización a partir de emprendimientos de menores dimensiones que las centrales térmicas, nucleares e hidroeléctricas, otorgan a las energías renovables un perfil más democratizador que el que puedan ofrecer las tradicionales.
Así lo sostuvo el representante del Comité Solar de la Cámara Argentina de Energías Renovables (Cader), Marcelo Álvarez, quien a su vez resaltó la «buena predisposición» del equipo de funcionarios de la Secretaría de Energía, encabezados por Eduardo Rodríguez Chirillo.
En diálogo con Télam, Álvarez puso de relieve los beneficios que los proyectos de energías renovables (solar, eólica, biomasa y pequeños emprendimientos hidroeléctricos) aportan a la sociedad en general con «un sistema eléctrico más limpio, más barato y más democrático».
La condición de un recurso limpio está implícita en una modalidad de generación renovable que no se vale del uso de combustibles fósil y, por ende, no es contaminante, en tanto la significativa baja en los costos de producción e instalación también la ha convertido en una opción más económica que las tradicionales, al contrario de lo que ocurría hace pocos años.
Pero el directivo de Cader agregó como tercera característica el perfil democrático, en la medida que le permite a la sociedad «tener la energía más descentralizada, con autogeneración y descentralización, mayor desarrollo de las economías regionales y mejor participación de los actores residenciales», algo que puede comprobarse, por ejemplo, con la instalación de paneles solares y pequeños aerogeneradores domiciliarios en muchos hogares europeos.
Asimismo, «cuando se ve generación distribuida con renovable en el mundo, se ve que además ese jugador es más eficiente en su consumo, porque empieza a ver en la factura que no solamente paga la electricidad que compra de la distribuidora, sino lo que él mismo inyecta», planteó.
Álvarez señaló que, en el nuevo paradigma energético, el usuario responsable «empieza a consumir fuera de los horarios pico, a diversificar y descentralizar, a hacer los electrodomésticos más eficientes, a fijarse en el etiquetado».
«Todo lo que mostró la generación distribuida alrededor del mundo es que ese actor se vuelve más eficiente y que toma decisiones activas en la matriz energética», ponderó.
De todos modos, advirtió que esa transición no está exenta de complicaciones, porque «cada vez que se transforma algo transversal, como la energía, van a verse afectado distintos jugadores».
Al respecto, señaló que «el sector que se va a ver más afectado con una necesidad de transformación (no desaparición, porque es gradual el proceso de sustitución), obviamente es el gas, pero no es el único», en un proceso en el que «se va a tener que trabajar con los gremios» y que «la construcción y el transporte van a demandar muchos cambios».
«Si se ve la oportunidad, se va a generar una sociedad más limpia, más inclusiva, con más empleo, pero toda transformación hace que crujan las estructuras y que algunas tengan que transformarse. Y obviamente los que tienen que transformarse a veces son más proclives a transformaciones y a veces son más resistentes», analizó.