Especialistas revelaron en una investigación que nivel el del agua subterránea en 170.000 pozos de monitoreo y 1.693 sistemas acuíferos en 40 países bajó al menos 0,1 metro por año, mientras que el 12% decrece rápidamente a niveles superiores a 0,5 en el mismo período
Las aguas subterráneas, fuentes vitales para los ecosistemas y la vida humana, registraron una «disminución acelerada» en un 30% de acuíferos en distintas regiones del mundo en las últimas cuatro décadas, según un estudio internacional que relevó este recurso en 40 países, aunque científicos consultados por Télam aseguran que Argentina, pese a descensos relacionados a la sequía y el riego, no presenta niveles «tan marcados» como en otras zonas.
Se trata de un estudio realizado por científicos de la Universidad de California y publicado recientemente en la revista Nature bajo el título «Rápida disminución de las aguas subterráneas y algunos casos de recuperación de acuíferos a nivel mundial», que registró las tendencias del nivel del agua subterránea en 170.000 pozos de monitoreo y 1.693 sistemas acuíferos en 40 países, una de las mayores evaluaciones realizadas.
A partir de comparar los datos correspondientes a los periodos de los años 1980 a 2000 y de 2000 a 2022, el informe advierte que el 36% de los acuíferos disminuyen en 0,1 metro por año, mientras que el 12% decrece rápidamente a niveles superiores a 0,5 metro por año.
Asimismo, sostiene que el 30% de los acuíferos estudiados presentaron un «descenso acelerado» de las aguas subterráneas, que son «más del doble de frecuentes de lo que uno esperaría», precisaron los investigadores estadounidenses, que advirtieron «la necesidad urgente de medidas más efectivas para abordar el agotamiento» de estas aguas.
En diálogo con Télam, el investigador del Conicet y docente en el Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario y en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, Sebastián Grondona, explicó que el acuífero es «como un gran reservorio de agua, si se saca más agua de la que se puede recargar, es probable que su nivel disminuya» y que algunos de los pozos que extraen agua queden con las bombas por encima del nivel del agua y, por tanto, «ya no puedan abastecer a la población».
En todo el mundo, los recursos de aguas subterráneas son vitales para los ecosistemas y la vida de las personas al ser la principal fuente de agua para uso doméstico, agrícola e industrial.
La tendencia decreciente de este recurso, sin embargo, «no es universal ni inevitable», consideraron los autores del estudio.
De los 1.693 acuíferos analizados, en el 20% la disminución del nivel del agua subterránea se desaceleró, en el 16% se revirtió y en el 13% los niveles de agua subterránea siguieron aumentando.
«Si bien no describe la situación particular de nuestra región, (el estudio) muestra una cuenca compartida entre Argentina, Paraguay y Brasil, probablemente el acuífero Guaraní, el más importante de la región, y los datos indican que el nivel de agua subterránea que contiene aumentó en el periodo considerado para el trabajo, lo cual es positivo», señaló Grondona.
«En general se estima que el 50% del abastecimiento en nuestro país (para agricultura, industrias y consumo) proviene de acuíferos. También hay muchos ríos, especialmente en la zona de la cordillera, que en algunos momentos del año su caudal depende del agua subterránea», repuso el investigador.
En los últimos años, se realizaron complejos estudios de monitoreo de los niveles de aguas subterráneas en distintas regiones de la Argentina dada «la profunda preocupación» por lograr un manejo sustentable de estos recursos hídricos, especialmente en sitios dependen fuertemente de estas aguas para la vida socioeconómica.
En diálogo con Télam, la geóloga Adriana Cabrera, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, puso el foco en el impacto que provoca en los niveles de los acuíferos el cambio climático y particularmente la sequía que atraviesa el país.
«Este descenso del nivel, desde algunos pocos centímetros hasta aproximadamente 2 metros, se observó en numerosos sitios de la provincia de Córdoba. Lo mismo ocurrió en otras partes de la llanura Pampeana argentina y numerosos cuerpos de aguas superficiales se secaron, como por ejemplo la laguna de Gómez (Buenos Aires) que contaba con aporte subterráneo», explicó.
«En donde el acuífero funciona de forma natural, está probado que los niveles fluctúan acompañando los ritmos de las lluvias y descienden en períodos de ‘La Niña’ (seco) y ascienden en los de ‘El Niño’ (húmedo). Es esperable que el nivel de los acuíferos se recupere con el inicio del actual ciclo húmedo», agregó.
También advirtió sobre los casos en que la disminución se debe a la explotación por actividades humanas, especialmente el riego, ya que el agua utilizada para tal fin «constituye el 75% del total de agua extraída en todo el mundo».
En Córdoba existen «aproximadamente 2.000 perforaciones que realizan riego de cultivos, que en general son de gran envergadura, de entre 100 y 300 metros de profundidad», señaló la investigadora.
Y apuntó: «En sitios donde hay más pozos de riego se observan descensos más notables de los niveles, aunque se trata de situaciones más locales, que están siendo monitoreadas».
En la campaña de monitoreo anual de perforaciones de riego, el consorcio de regantes de la provincia concluyó que «la tendencia es descendente en los niveles de acuíferos de la mayoría de las cuencas, causada por una menor recarga debido a la sequía de los últimos tres o cuatro años», que sin embargo no alcanzan los niveles «más bajos detectados» en 2012.
«El nivel de los acuíferos varía constantemente, ya que por lo general dependen de la cantidad de lluvias. En el caso de que ocurra un descenso muy importante del nivel freático, asociado a una explotación del acuífero, si esta actividad cesa, es muy probable que el mismo se recupere», agregó por su parte Grondona.
Lograr ralentizar o incluso revertir la tendencia decreciente de un acuífero y la preservación de tan fundamental recurso depende en parte de la aplicación de herramientas como la implementación de políticas de gestión de aguas subterráneas y monitorear aún más los caudales para advertir sobre situaciones indeseables de descensos y, en estos casos, poder intervenir con la utilización de agua superficial para preservar la subterránea, y con recargas artificiales en acuíferos afectados, concluyeron los investigadores.