Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
En construcción. Ese es el cartel que lleva colgado Newell’s tras el inicio favorable en la Copa de la Liga con una victoria reconfortante y esperanzadora en Santiago del Estero.
Ganar en el debut siempre es una buena señal. Mucho más cuando la victoria refleja lo sucedido dentro del campo de juego. El equipo de Larriera hizo méritos para arrancar con el pie derecho y, si bien hay mucho por mejorar, la realidad es que los hinchas empiezan a creer en un 2024 más alentador.
Ver a Ever Banega en cancha con la rojinegra es un estímulo que debe medirse más allá de lo que pueda aportar el experimentado mediocampista. Larriera consiguió el líder futbolístico y espiritual del equipo, lo que no es poco. También suma un buen ejecutante de pelota parada y un «exquisito» con la pelota como el propio DT refirió al hablar de Ever.
También hubo buenos indicios en la media hora del Colo Ramírez en cancha. La apuesta económica de este mercado fue por el nueve que imploró Larriera. Y esa gestión de Astore y Michaloutsos le entregó al entrenador el jugador que podría marcar la diferencia entre una buena campaña y una exitosa. Por ahora mostró saber encontrar posición en el área, buscar el arco sin preámbulos y un pivoteo interesante como en la pared a Glavinovich previa al gol.
Más allá de nombres, está la idea. Tener la pelota en demasía está lejos de ser el objetivo. Larriera pretende un equipo más frontal, que juegue por abajo pero que no será castigado si tira un pelotazo al nueve o a los extremos. Pase hacia adelante, proyección de laterales y remate desde afuera. Y presión alta, siempre. Puede resultar o no, pero es un cambio que saca a la Lepra de una idea de Heinze que se había transformado en monótona e ineficaz.
Y un dato más. Macagno es un arquero más natural. Corre menos riesgos que Hoyos y debajo de los palos responde. Y eso parece ser una premisa para Larriera. Ser lo más simple posible. No era tan difícil.