Por José Odisio
Por José Odisio
Rosario es una ciudad futbolera extrema. La pasión supera los límites imaginados, incluso por los más fanáticos, y muchas veces la vida de los hinchas está ligada directamente a la suerte deportiva de su equipo, o a la desgracia o felicidad del eterno rival.
Y con Central en la final de la Copa de la Liga, es inevitable que las exigencias del hincha de Newell’s hacia la dirigencia se potencien. Y es un momento donde hay que tener temple para no desenfocar del rumbo trazado cuando se decidió sumar como técnico a Mauricio Larriera, sabiendo que la exigencia en resultados en 2024 va a ser alta.
Larriera no es culpable de esta forma pasional de vivir el fútbol, aunque tampoco desconoce dónde vino a dirigir. Y mientras define junto a la Gerencia Deportiva los refuerzos y planifica el trabajo de pretemporada, debe entender que la vara estará más alta. Y la paciencia será menor.
Por eso, la próxima Copa de la Liga será una prueba ideal para iniciar el camino. Un torneo donde se puede aspirar a pelear alto, mucho más con un fixture donde hay más partidos en el Coloso que fuera de casa, incluido el Clásico. Y también estará la Copa Argentina, un torneo adverso para Newell’s, aunque muchas veces los malos resultados fueron producto de un ninguneo a este certamen.
Habrá exigencia, eso estaba claro. Pero en una ciudad tan pasional donde el humor del hincha se rige por los resultados propios y también por los extraños, no hay dudas que ganar o perder no tendrá las mismas consecuencias.