Por Enrique Genovar
Por Enrique Genovar
Gonzalo Belloso y su círculo más cercano lo tenían decidido desde mucho antes de las elecciones, si ganaban en las urnas el técnico iba a ser Miguel Ángel Russo. Y así fue. Sin dudas, ese fue el gran primer gran acierto del presidente y de la vicepresidente, Carolina Cristinziano. El experimentado entrenador fue el ideal para capear la tormenta con la que empezó todo y ahora con el tiempo despejado no hay otro como él para manejar la ilusión que tiene todo Central.
Si bien ese fue el gran acierto no fue el único. Es que en un bravo mercado de pases de principios de año la dirigencia hizo una gran lectura con respecto a lo que le faltaba al plantel. Si bien se reforzó en todas las líneas la mira apuntada hacia el sector de la zaga central no falló. Un problema crónico tenía Central en esa zona, un inconveniente mayúsculo que Facundo Mallo y Carlos Quintana pudieron resolverlo.
Los dos defensores se entendieron desde el inicio y se pusieron a sus espaldas darle solidez al equipo, algo que carecía desde hacía mucho tiempo. La dupla es una de las mejores del fútbol argentino y en muchísimos compromisos se repartieron el mote de “figura del partido”.
Más allá de estos refuerzos claves, la otra gran búsqueda que terminó siendo fundamental fue la de Jaminton Campaz. Al colombiano hubo que “googlearlo” y si bien transitó por una etapa de adaptación se convirtió en uno de los mejores jugadores del fútbol argentino. El Bicho es la gran carta que tuvo el Canalla para preocupar a los rivales y uno de los responsables de que hoy Central esté a un encuentro de un nuevo título.
Otros jugadores también rindieron y el mercado pasado dejó muchos interrogantes que aún no tienen respuesta. Pero el gran acierto que tuvieron con Russo fue trascendental; ya que el entrenador supo cómo armar un equipo con lo que tenía, con los que llegaron y rindieron y sin los que arribaron y aún no demostraron nada.
Las cosas no llegan solas en el fútbol y hay responsabilidades compartidas tanto en lo bueno como en lo malo. La dirigencia trabaja afuera de la cancha, el entrenador y lo jugadores se encargan de lo que pasa adentro. Este año, independientemente si se corona o no, todos han aprobado en lo suyo y el resultado está a la vista.