Política y Economía

Adolfo Pérez Esquivel: «La democracia la construyen los pueblos, no los gobiernos»


El premio Nobel de la Paz repasó los 40 años desde el retorno de la democracia a la Argentina, dijo que “las deudas de la democracia son responsabilidades de una gran parte de la clase política" y aseguró que se debe bregar para “lograr justicia, derechos e igualdad para el pueblo"

El premio Nobel de la Paz y presidente del Servicio de Paz y Justicia, Adolfo Pérez Esquivel, expresó que “las deudas de la democracia son responsabilidades de una gran parte de la clase política» y sostuvo que ese sistema de gobierno debe bregar para “lograr justicia, derechos e igualdad para el pueblo».

—¿Qué significado le da a este aniversario de los 40 años de democracia?

—Argentina tiene luces y sombras. Para aquellos que trataron de afirmar las instituciones democráticas, les digo que no solo se trata de poner el voto en una urna cada tanto, sino en el fortalecimiento de las instituciones en serio. No todo fue fácil en estos 40 años, pero quiero reafirmar que la democracia la construyen los pueblos no los gobiernos. Esto es algo que hay que tenerlo muy en claro: si nosotros tenemos democracia es para lograr justicia, derechos e igualdad para todos y todas. Este es un eje fundamental. Democracia y derechos humanos son valores indivisibles. Si se violan los derechos humanos, la democracia se debilita y deja de ser una democracia. Y eso ocurre cuando los gobiernos, tanto nacionales como provinciales, no respetan los derechos humanos y viene la situación del conflicto social.

—¿Qué ejemplos concretos puede mencionar?

—En el caso de la provincia de Jujuy. Gerardo Morales reformó la constitución local a gusto y ‘piacere’, pero no a favor del pueblo sino de sus intereses económicos y de sus políticos, con persecución y encarcelamiento de dirigentes opositores y esto llevó a la rebelión de pueblos originarios que pelean por sus territorios y que hoy permanecen en Plaza Lavalle después de más de seis meses de protesta. Acá aparece otro poder importante para hablar en estos 40 años de democracia: la justicia. Si la justicia y los gobiernos no están al servicio del pueblo, están contra el pueblo, porque buscan y defienden los intereses sectoriales y políticos y no los intereses de los ciudadanos. Esto es el otro elemento imprescindible en esta hora histórica, los derechos humanos y la democracia como valores indivisibles.

—¿Por qué es importante en la actualidad reafirmar este mensaje?

—Es fundamental e imprescindible. Hoy, Milei pretende arrasar con todos los derechos constitucionales adquiridos por el pueblo, como así también la enseñanza pública, libre y gratuita. La salud pública y gratuita también quiere privatizarla. Quiere reducir el Estado a un simple administrador pero sin políticas públicas. Quiere dejar todas las políticas públicas en manos de lo que ellos llaman el libre mercado. Pero el libre mercado no existe, es la gran mentira que nos vendieron. El mercado está amarrado a los grandes intereses económicos. Un país como Argentina no puede poner precios al petróleo, a la exportación de minerales ni a nada de lo que produce, porque eso lo hacen Estados Unidos, Inglaterra y el resto de los países europeos.

Foto Victoria Gesualdi

Foto: Victoria Gesualdi.

—¿Qué recuerdos tiene de hace 40 años?, ¿Cómo lo recuerda a Raúl Alfonsín?

—Había comenzado la retirada de la dictadura militar, después de la derrota de la guerra de las Islas Malvinas, cuando los militares esperaban el apoyo de los Estados Unidos que nunca se dio, porque fue aliado de Gran Bretaña y no de Argentina. Me acuerdo que me reuní con Raúl Alfonsín en la Casa de Gobierno y le pregunté: ‘Doctor, ¿qué le dejaron los militares?’ y me contestó: ‘Se llevaron hasta las máquinas de escribir, arrasaron con todo». Así como arrasaron destruyendo la economía y los derechos humanos. El trabajo de Alfonsín fue el de restituir las instituciones del Estado, darle vigencia a la democracia y avanzar con el proceso de verdad, qué había pasado con los desaparecidos, saber dónde estaban. Después llegó el juicio a las juntas militares, la Semana Santa, ‘la casa está en orden’, las leyes de punto final y obediencia debida por la presión militar a Alfonsín. Los militares de la dictadura habían dejado el Gobierno pero no el poder.

—Al cumplirse 40 años de democracia ininterrumpida, ¿cuáles son las deudas de nuestro sistema de gobierno?

—La deuda es que los dirigentes políticos no cumplieron con el pueblo, sino no se hubiera llegado a esta situación como la que vivimos hoy, donde un dirigente de la derecha política, con posiciones extremas como Javier Milei llegue a la presidencia de la Nación. ¿Cómo hemos llegado a esta situación económica, político, el deterioro social que vivimos? Creo que desde la clase política no construyeron a mediano y largo plazo y se han quedado en las políticas de coyuntura, sin perspectivas para la construcción de un país a largo plazo. Las consecuencias están a la vista y ahora hay que remar contra la corriente.

—¿Qué mensaje le gustaría dejarle a las nuevas generaciones?

—A la juventud le digo que hay que seguir luchando y no perder la esperanza, hay que seguir construyendo. Hay que construir nuevas posibilidades de crecimiento político, revisar los errores, y no permitir que otros gobiernos como el de Mauricio Macri vuelvan a traernos deudas externas que son eternas e impagables. Hay que prepararse para defender los recursos naturales del país que se los quieren llevar por monedas. Pero no todo está perdido, porque los argentinos tenemos bases de resistencia, de experiencia, de formación social y sindical que van a tener que enfrentar difíciles situaciones. El Gobierno que va a asumir va a tener que respetar los derechos de la población. A los jóvenes le digo: mucha fuerza, esperanza y no dejen de sonreir. Estamos en un laberinto y del laberinto se sale por arriba, como dijo Leopoldo Marechal, y si se sale por arriba vamos a ver el sol, que nos sacudan las lluvias, los vientos, pero por donde también podamos ver una esperanza y una posibilidad de cambio para el pueblo.