Política y Economía

Estiman que mejoras ambientales por electromovilidad comenzarán a notarse en por lo menos 20 años


"Va a ser un proceso muy, muy lento, independientemente de que hoy, por ejemplo, el 100% de los vehículos que se vendan sean eléctricos", advirtió el economista de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), Gabriel Michelena

El aporte de la electromovilidad a la mitigación del cambio climático es considerado fundamental por los especialistas, si se tiene en cuenta que en la actualidad el 23% de la emisión de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) provienen del transporte en general y que, dentro de ese espectro, el 40% corresponde al transporte automotor.

Sin embargo, los resultados de la transición a las modalidades alternativas de movilidad no se podrán percibir de manera inmediata, sino que habrá que esperar alrededor de dos décadas, debido a que por muchos años la mayor parte del parque automotor mundial seguirá estando integrado por vehículos de combustión interna.

«Va a ser un proceso muy, muy lento, independientemente de que hoy, por ejemplo, el 100% de los vehículos que se vendan sean eléctricos», advirtió el economista de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), Gabriel Michelena, puntualizando la distinción entre flujo y stock.

En una evaluación del estudio sobre electromovilidad en América Latina que realizó junto con Patricia Iannuzzi y Magdalena Barafani para el Instituto de Integración de América Latina y el Caribe del sector Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID-Intal), Michelena señaló que «gran parte de los frutos en términos de reducción de GEI, la vamos a tener recién hacia el 2040 o el 2050».

«Eso está relacionado directamente con el stock de autos, reducir la proporción de vehículos convencionales o a combustión interna en el total va a llevar tiempo», subrayó en declaraciones a Télam, al tiempo que indicó que, además de la fabricación y ventas de nuevos vehículos, «hay algunas alternativas que se están explorando que permitirían la reconversión de algunos vehículos de combustión interna, con tecnologías novedosas».

Al respecto, admitió que «muchas veces lo que uno supone a 20 o 30 años es bastante especulativo, pero se espera que la tendencia mundial continúe, en línea con el objetivo de descarbonizar sectores importantes de la economía, como el eléctrico, el de la construcción y, en este caso, el automotor».

En cuanto al rol que le cabe a América Latina, manifestó que «si bien estamos arrancando tarde, es esperable ir convergiendo progresivamente a niveles de ventas como los de los países centrales, con una mayor penetración de vehículos eléctricos en la oferta total, aunque esperamos que ese proceso sea más lento».

En ese sentido, apuntó que «hay costos de transición, puede haber tensiones en términos productivos con la industria de vehículos convencionales, sobre todo laborales».

En un escenario calificado como «optimista», Michelena estimó en el estudio de BID-Intal que la Argentina alcanzaría en 2030 un stock de 300.000 vehículos eléctricos, y pasaría a ser el cuarto país de América Latina detrás de México, Brasil y Chile.

Pero el rezago de la región respecto del avance de otros países tendrá su costo, ya que gran parte de esos stocks provendrá de importaciones, al punto que en el mismo informe se advirtió que todos los países latinoamericanos tendrán balanzas comerciales deficitarias en materia de vehículos eléctricos.