La mañana del jueves ya era agobiante cuando Alejandra salió a hacer unas compras al supermercado de su barrio, en Urquiza y España. Llevó a Renata, su beba de un año y siete meses. Compró un yogur y unas galletitas y cuando esperaba en la fila de cajas para pagar, sucedió lo inesperado.
«Cuando llego a la línea de caja, el custodio se me acerca y me pide que le ponga la remera a mi nena. Me dijo que la tenía que vestir porque no podía estar ‘así’ en el super», cuenta a Rosarioplus.com. «Me desencajó tanto la situación que incluso la incorporé a la nena para que se note que era un bebé y no una nena más grande. Le expliqué que no había llevado remera, que vivía a una cuadra y que había ido sólo a comprar un yogur y unas galletitas. Después me sentí tonta por haber dado tantas explicaciones porque yo no estaba haciendo nada malo», agrega.
Alejandra no podía creer lo que sucedía. Enseguida se acercó otro empleado del lugar a insistirle en que no podía tener a su pequeña hina «con el torso desnudo». La encargada del hipermercado, señala la mujer, estaba unos metros más atrás, pero nunca intervino. Ni siquiera cuando lso clientes que compartían fila con Alejandra empezaron a compartir su indignación.
«Se empezó a sumar todo el mundo porque era una situación completamente ridícula. Se armó un revuelo generalizado», dice Alejandra y cuenta que un abogado increpó al custodio y le dijo que no era un establecimiento privado en el que podían imponer cualquier regla. Otra chica dejó las cosas que estaba por comprar y se fue a modo de protesta. Otra chica le marcó su propio escote a propósito y le dijo ‘esto es un torso desnudo, eso es un bebé’. Otra mamá, le contó que siempre lleva a su nene con remera al super porque si no no lo dejan entrar.
Mientras tanto, la fila avanzaba y la discusión seguía. «Se terminó de liberar la fila adelante mío y la cajera no sabía qué hacer. Miraba a la encargada, al custodio. Me terminó cobrando y me pude ir. Pero el episodio duró como quince minutos de discusión porque eran muy increpantes», explica sobre lo ocurrido.
Con la indignación a flor de piel, Alejandra contó la experiencia en las redes sociales y su posteo se viralizó rápidamente. «Decidí compartirlo entre mis contactos de Facebook porque me pareció una locura que me vengan a decir que tengo que ponerle una remera a mi bebé, con altas temperaturas», asegura.
De cualquier modo, dice que no espera nada de la cadena de supermercados. «No me interesan ni unas disculpas ya. Simplemente no iré más a comprar ahí. Si se quieren disculpar, bienvenidas sean las disculpas. A lo sumo que revean cómo se manejan y qué línea le bajan a sus empleados, porque considero que el empleado se manejó con mucha falta de respeto. Soy una mujer con un bebé y me increpó de muy mala manera y se acercó demasiado para mi gusto», apunta.
No hay norma que valga
La directora de la Oficina del Consumidor, Julia Bonifacio, fue consultada por Rosarioplus.com sobre si existe normativa que prohíba a los niños concurrir a comercios privados con el torso desnudo. En ese sentido, precisó: “La ley es abarcativa y prohíbe andar con el torso desnudo, salvo lugares públicos puntuales como la costanera, y aunque se ve usualmente muchos hombres correr con el torso desnudo por Oroño, eso en realidad está prohibido». «Pero cuando se trata de niños menores de diez años, se entiende que están exentos, ya que la ley fue creada a partir de la concepción social del pudor, y esto se adquiere en la preadolescencia”, agregó.
De esta forma, la referente de los consumidores local tildó de “exagerada” la actuación del guardia del supermercado, pero consignó: “Habría que ver cómo son las normas de admisión del local, y en caso de existir, éstas deben estar visibles y aclaradas frente al público”.
FUENTE: Rosarioplus