Por José Odisio - CLG
Por José Odisio
Newell’s no llega bien al Clásico. La afirmación tiene lógica si el sustento para hacerla se basa en lo estrictamente numérico. Cuatro partidos sin ganar con dos derrotas consecutivas sin argumentos suficientes para dar un diagnóstico sin profundizar en otros factores.
Pero reducir todo a los números puede ser un error. Mucho más en un partido donde lo emocional tiene tanta ingerencia como lo futbolístico. Y la realidad es que Newell’s está peor en los números que en lo reflejado en la cancha. Comete errores, en especial en la salida, donde Ortiz sufre horrores tener que jugar como si fuera Gamboa y a Velázquez le sobra coraje y no tanto precisión. Ahí hay un talón de Aquiles que incluye a Hoyos, irregular por donde se lo mire.
También hay aspectos no tan negativos. Hay una forma de jugar impuesta por Heinze que busca respetarse. El equipo no sale a la cancha a ver qué pasa. Intenta cuidar la pelota, con ataques por los costados, donde los laterales se transforman en extremos; busca presionar la salida rival para no darle comodidad; y piensa en el arco de enfrente, aunque a veces dar pases hacia atrás para reagruparse o rearmar una jugada desprolija provoca una idea contraria.
Tal vez la otra falencia pasa por la falta de gol. Y ahí hay un poco de todo. Recalde se sacrifica, cuida el balón y lo pasa con certeza y hace goles cuando puede. Pero falta mayor presencia del resto en la red rival. Sordo y Aguirre amagan más de lo que concretan, Ferreira otro tanto, y Gómez hace lo que puede, con más entusiasmo y optimismo que pinta de goleador.
Entonces, el otro arma principal para anotar pasa a ser la pelota parada, que tantas veces le dio justicia a partidos donde la Lepra merecía ganar y no podía anotar.
Dar un diagnóstico preciso previo al Clásico debería incluir lo físico, un ítem donde la Lepra da muestras de suficiencia; y lo que proponga el entrenador.
Heinze llega algo cuestionado, pero este tipo de partidos difícilmente lo asusten o condiciones. Está en el Gringo poder volcar ese temple a sus jugadores. Sacarle en la previa esa mochila del miedo a perder. Si lo logra, las chances leprosas de reivindicarse serán posibles. Aunque en un Clásico todo puede pasar.