El glaucoma es considerado como la tercera causa de ceguera a nivel global, después de las cataratas y la degeneración macular y se calcula que se podría evitar la ceguera por este mal en un 90% gracias a la detección a tiempo y el tratamiento.
El glaucoma es una neuropatía óptica, en donde se dañan las fibras del nervio óptico; responsables de enviar las imágenes que ingresan por la retina al cerebro y con ello, permitir la visión.
En la mayoría de los casos, este daño se produce por el aumento de la presión óptica a través de la acumulación de humor acuoso dentro de la cavidad el ojo. Este tiene presión propia al igual que la vascular y la intracraneal.
Dado que el ojo posee estructuras que no reciben irrigación sanguínea, se produce un líquido llamado humor acuoso que si se acumula genera presión ocular.
Si bien el aumento de la presión es uno de los factores más importantes en esta neuropatía, en algunos casos puede producirse glaucoma sin tener esta condición.
Se trata de una enfermedad crónica, evolutiva y multifactorial, que si no se la diagnostica y se la trata causa una discapacidad severa y ceguera.
Según la Organización Mundial de la Salud, el glaucoma afecta a unos 80 millones de personas en el mundo, para el 2050 se calcula que esta cifra se incrementará en un 20%.
En la Argentina 1.200.000 personas tienen esta condición, aunque la mayoría lo desconoce.
Si bien existen distintos tipos de glaucoma, el más común es el de ángulo abierto junto con el de ángulo estrecho.
En ambos casos, existe una condición en la que el humor acuoso que se produce dentro del ojo no se drena correctamente, lo que genera presión intraocular y con el ello el daño a las fibras del nervio óptico y posteriormente se genera la pérdida de la visión.
Hay otros casos en que el glaucoma se produce de manera congénita, por traumatismos o infecciones oculares, incluso con una presión ocular dentro de los valores normales.
Si bien esta es la primera causa a nivel global de ceguera irreversible, lo que dificulta su tratamiento es la detección.
«El paciente que padece de glaucoma no tiene síntomas hasta que ya es tarde. Se trata de una enfermedad silenciosa donde se va perdiendo la visión sin que la persona lo note», afirmó Alain Bron, profesor de Oftalmología en el Hospital Universitario de Dijon en Francia.
Esta neuropatía óptica es irreversible porque «cuando se pierden las neuronas del nervio óptico, no se pueden recuperar, una vez que la visión se fue es para siempre» agregó, Alain Bron, Profesor de Oftalmología en el Hospital Universitario de Dijon en Francia.
«La pérdida de la visión se produce en el campo visual. Como los ojos se mueven y el campo visual se superpone con el otro, la persona no detecta el trastorno visual hasta que ya es tarde», agregó Javier Casiraghi, presidente del Consejo Argentino de Oftalmología.
Para poder detectar la patología es imprescindible la consulta al médico oftalmólogo.
«Más allá de los factores de riesgo, hay que visitar al oftalmólogo para poder anticipar si hay alguna patología como el glaucoma o relacionada con la mácula, que es la parte más importante del ojo» agregó, Bron.
El oftalmólogo tomará la presión ocular, revisará el nervio óptico con un fondo de ojos y realizará una gonioscopía para ver si se está drenando correctamente el humor acuoso, de esta manera se podrá diagnosticar y tratar el glaucoma.
Algunos factores que predisponen esta patología son los antecedentes familiares, la edad, ya que aparece más frecuentemente luego de los 40 y los 70 años, las personas de ascendencia africana suelen ser más propensas al glaucoma, quienes poseen las córneas más finas o realizan tratamientos con corticoides, los traumatismos en los ojos pueden causar glaucoma o también la miopía.
«La consulta al médico oftalmólogo es importante para detectar este tipo de patologías. No hay que pensar que la miopía es solo un problema de anteojos. Hay gente que adquiere anteojos en un supermercado o en la calle y cree que con eso está bien, pero junto con la miopía puede haber glaucoma», manifestó Casiraghi.
Si bien el glaucoma no tiene cura, puede prevenirse el avance de la enfermedad y posteriormente la ceguera gracias a los tratamientos disponibles. Los mismos van desde la colocación y utilización de gotas oculares, hasta el tratamiento con láser o la cirugía ocular.
«En general este tipo de tratamientos se realiza de manera combinada, pero dependerá del tipo y grado de glaucoma que posea el paciente para la definición del tratamiento», agregó Bron.
Si bien existen tratamientos para frenar el avance del glaucoma, la clave está en la detección temprana, ya que la visión que se pierde no se puede recuperar.