Por Carlos Duclos
Lilita mandó otro bombazo al centro de “Cambiemos” y vuelve a ser noticia; la denunciante argentina y aliada estratégica de la coalición que gobierna, ha dicho que le perdió la confianza al presidente Macri. No es menor, no son palabras carentes de un profundo y trascendente contenido y tienen un mensaje claro de ribetes gravísimos, que en un país serio, no degradado ética y moralmente como este, tendría efectos de proporciones. Es que Lilita le ha dicho a Macri, que apaña la impunidad. Ni más ni menos.
Y todo comenzó, como el lector seguramente lo sabe, cuando el ministro de justicia Germán Garavano le mandó un claro mensaje al Poder Judicial diciendo que estaban abusando de las prisiones preventivas y que “no parece bueno para el país” el desafuero y la detención de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Concretamente el ministro dijo que “no puede ser nunca bueno para un país que un ex mandatario esté detenido o se pida su detención”. Carrió no lo resistió, criticó duramente a Garavano y tomó el respaldo presidencial al ministro como un desaire no solo hacia su persona, sino a los principios que el gobierno debería representar.
Lilita sabe varias cosas, a saber: a) que Garavano dijo eso con la anuencia del presidente, tanto que el senador de Cambiemos Federico Pinedo salió de inmediato a decir lo mismo b) que el gobierno, por razones que no se conocen, pero se sospechan, de ninguna manera la quiere a Cristina presa y c) y lo más importante: que entre los empresarios “pesos pesados” citados por el juez Bonadío en la causa de los cuadernos están amigos de la familia Macri e incluso familiares. Ejemplos: Paolo Roca y Angelo Calcaterra ¡Peligro! Y además, como si no bastara, Lilita se tuvo que comer el sapo de que fueran apartados de la AFIP tres hombres de su confianza.
Suena extraño, para quien no está debidamente informado, que el juez Bonadío arremeta contra el clan K. y también lo haga contra el clan M. (léase Macri), porque está claro que hay vínculos estrechos de la familia presidencial con varios empresarios comprometidos en la famosa causa ¿Cómo es esto?
Es que Bonadío no es macrista, es peronista, fue militante peronista, funcionario en el gobierno de Menem, amigo de Carlos Corach y designado juez por el peronismo. Y si Bonadío hoy arrincona a la ex mandataria y demás K. es porque hay viejas cuentas no saldadas y porque Cristina, lejos de poseer la cintura política de su esposo fallecido, tan necesaria en el barro nacional, arremetió contra Dios y María Santísima durante su mandato, abrió frente de batallas por todas partes y parte de esos frentes fueron algunos jueces, entre ellos Bonadío a quien Cristina llegó a llamar públicamente “el juez pistolero”. Falta de visión política para esta realidad nacional la de Cristina, alimentada por un “yo” insensata y excesivamente magnificado.
Bonadío no es cualquier juez, es un juez que “se la banca”, como dijo un ex funcionario kirchnerista de primera línea en privado. Tanto que, se recordará, cuando quisieron asaltarlo dos delincuentes e hirieron a un amigo suyo que lo acompañaba, sacó su glock y disparó contra los dos ladrones. De allí que Cristina aprovechara la ocasión para calificarlo peyorativamente en forma pública. Y este juez controvertido, parece que hoy manda un mensaje y cumple con el axioma judicial: “los jueces hablan por su sentencia”, y el juez habla por sus procesos judiciales y acciones, y con ellos está diciendo que así como puede complicarle la vida a De Vido, a Cristina y a los funcionarios K., también puede hacerlo con los empresarios amigos del presidente y, en su momento, podría concretarlo, si fuera el caso, hasta con cualquier funcionario del actual gobierno. Es que en esta salpicada política nacional parece que todos tienen un muerto en el placard y para que se vea el finado solo es necesario abrir la puerta. Y en Comodoro Py hay llaves suficientes como para abrir varias puertas, de varios placares.
No es extraño, entonces, que Garavano, mientras se esperaba que don Paolo llegara a Comodoro Py “para ser indagado (¡indagado el peso pesado!), con el aval de Macri saliera a enviar señales y dijera que “se abusa de las prisiones preventivas”
El temor no es solo por Cristina, sino por “todo lo demás”. Lo de Garavano ha sido grave, porque es una clara intromisión de un poder en otro poder que se supone debe ser independiente y debe estar protegido. Y lo de Lilita es preocupante, pero insuficiente. Preocupante porque que el delfín de Cambiemos diga que ya no confía en el presidente es desmoralizante e inquietante. E insuficiente porque si no confía en el presidente, sería bueno que comenzara a investigar circunstancias pocos claras de la política nacional y a decirle al país qué es lo que está pasando. Y puesto que no confía en la cabeza del gobierno, no debería confiar tampoco, se supone, en sus políticas económicas que tanto mal están provocando en la sociedad ¿Qué hace en ese sentido? El corazón de Cambiemos no confía en Macri… no alcanza con eso.