Por José Odisio
Gabriel Heinze asumió en enero con la idea de llevar adelante un proyecto que no sólo pase por los resultados deportivos. Tal vez sonó chocante y antipático para el hincha cuando se lo escuchó decir que no venía para ser campeón. Pero esa honestidad brutal no estaba demasiado alejada de la realidad. En un fútbol argentino donde los pocos poderosos de billetera aspiran al título, el objetivo de Newell’s es clasificar a una Copa, ganar el Clásico y este año transitar hasta donde más pudiera la Sudamericana, donde su mejor actuación histórica fue llegar a cuartos. También estaba la Copa Argentina, el gran atajo que organizó AFA para intentar darle incentivo a los clubes para conseguir un trofeo, pero la Lepra en ese torneo parece mufado.
La derrota ante Corinthians en Brasil era posible, más allá de la bronca por un partido donde Newell’s estuvo en ventaja. Y la revancha en el Coloso será el partido más importante del ciclo. Seguir en la Sudamericana será un espaldarazo para el Gringo, ya que quedar eliminado lo llenará de cuestionamientos externos, lo que hará menos placentera su permanencia en el banco. Aunque a Heinze le importe poco lo que opinan los de afuera.
Pero Heinze debe entender que la otra parte de su proyecto, la de impulsar juveniles, establecerlos firmes en Primera y capitalizar al club también depende de los resultados. No es lo mismo la confiaza que puedan tener Aguirre, Portillo, Mansilla, Sotelo, Balzi o Contrera si Newell’s supera a Corinthians que el bajón de una eliminación. Porque a diferencia de lo que sucede con el Gringo, los pibes sí escuchan y leen lo que expresa la prensa o los hinchas.
Evaluar el ciclo Heinze por ahora es prematuro. Hacerlo con apenas siete meses es extremista, lindante con aquello que tanto se critica del fútbol argentino escaso de paciencia en dirigentes e hinchas. Pero no hay dudas que el partido del martes tiene relevancia, más de la que el propio Heinze cree.