Por Santiago Ceron
Momento clave si los hay en la historia de la democracia brasileña. Este domingo se elige el futuro de los próximos cuatro años en el país vecino y las opciones son más que dispares. Sorprendentemente, quien lidera las encuestas es un candidato, cuanto menos, diferente. CLG dialogó con el analista político Mariano Yakimavicius, quien explicó cómo hizo el ultraderechista Jair Bolsonaro para pasar de no tener chances a ser el candidato con mayor intención de voto.
Jair Bolsonaro es un ex militar brasileño, nacido en el estado de San Pablo en 1955, que hace 27 años que está en el cargo de diputado federal. Su actividad en el ejército duró 8 años y llegó a ostentar el rango de Capitán, pero sus intenciones de realizarse económicamente lo llevaron a cambiar de rumbo y dedicarse a la política. En 1987 dejó el Ejército y en 1988 ya era concejal de Rio de Janeiro, su primer paso en una carrera extensa que lo llevaría hasta el punto de ser un candidato a presidente con chances de ganar.
Llamado por muchos analistas el «candidato del odio», Bolsonaro le hace honor a su apodo: se manifestó abiertamente homofóbico, a favor de la tortura, defendió la desigualdad salarial entre el hombre y la mujer y revindicó en numerosas oportunidades a la dictadura que marcó a Brasil entre 1964 y 1985. La lista no termina ahí: le dijo a una diputada que no la violaría porque «no lo merece», aseguró que tuvo una hija mujer porque le «dio una debilidad» y dijo que «antes de tener un hijo homosexual, prefiero un hijo muerto».
He aquí cuando aparece la pregunta inevitable: ¿cómo hizo un personaje político con un discurso tan conservador para estar tan cerca de ser el presidente de un país tan diverso como Brasil?
El analista rosarino Mariano Yakimavicius explicó: «Estas son las elecciones más complejas en la historia reciente de Brasil, es decir, desde 1985 para acá. Lula, el candidato que tenía mayor intención de voto, se quedó sin posibilidades un mes antes de las elecciones y eso cambió el panorama por completo». Y agregó: «El problema es que la situación que se vive no depende exclusivamente de la candidatura de Lula ni de la fotografía política de los últimos meses. Actualmente Brasil es un país quebrado. No económicamente, sino desde el punto de vista social y cultural«.
«En primer lugar, hay un hartazgo social ante una corrupción galopante que alcanza, prácticamente, a toda la dirigencia política. El escándalo del petrolado, la investigación del Lava Jato y el caso Odebrecht generaron un cansancio muy grande respecto a la política tradicional brasileña», aseguró Yakimavicius, al tiempo que añadió: «Este es uno de los factores que le da un plus a Bolsonaro».
Respecto a esto último, aseveró: «Pese a que pertenece a esa clase de dirigentes tradicionales (hace 27 años que es diputado), no está identificado directamente con el proceso de toma de decisiones. Al mismo tiempo se lo caracteriza bastante infundadamente como una especie de defensor de las ‘buenas costumbres’ y como un hombre honesto, cuando en realidad tiene muchas explicaciones que dar respecto a cómo financió su última campaña electoral y si no hubo un desvío de fondos hacia sus propias cuentas personales».
Además, el analista rosarino se refirió a otro punto clave en la situación política brasileña: «Hay un problema gravísimo y feroz en Brasil. El Estado se ha ido retirando de materias específicas que le competen y que tienen que ver con salud, educación y transporte, pero por sobre todas las cosas con la seguridad. Hay muchos brasileños y brasileñas que se sienten profundamente desprotegidos y a merced de bandas de narcotraficantes, grupos armados e incluso de la propia policía; entienden que hay un desorden tal que las fuerzas de seguridad hacen lo que quieren». «Todo esto hace que se reclame por la presencia de un liderazgo fuerte, y muchos entienden que Bolsonaro representa eso«, apuntó.
Es aquí cuando entran en juego un hecho clave e ineludible para analizar la escalada de Bolsonaro. El 6 de septiembre, durante un acto de campaña, el candidato ultraderechista fue apuñalado en el abdomen, una noticia que tuvo alcance mundial. Muchos especialistas especulan con que este suceso tuvo una influencia «positiva» en la captación de votos de Bolsonaro. Respecto a esto, Yakimavicius expresó: «Esto habría producido una victimización de Bolsonaro que lo puso en consideración de muchos sectores que son víctimas de la inseguridad. Hay muchas personas de orígenes diversos, incluso contradictorios con el mensaje de este candidato, que se encontraron con que el apuñalamiento transforma a Bolsonaro en una víctima de la inseguridad, igual que ellos». Y agregó: «Sabiendo que cada vez que Bolsonaro habla su imagen negativa crece, sus asesores decidieron excusarse en el apuñalamiento para que él no participe de ninguno de los debates presidenciales«.
«Hay un montón de conflictos que estaban latentes y que ahora están aflorando. Por ejemplo, el conflicto entre la población blanca, negra y los pueblos originarios. Por otro lado, hay un conflicto religioso entre una mayoría cristiano-católica y aproximadamente un 30% de la población que es cristiano-protestante. También hay una diferencia entre la población liberal ante temas como la familia, la sexualidad o la identidad de género y otra población más conservadora«, remarcó Yakimavicius.
Además, habló sobre las numerosas declaraciones «polémicas» de Bolsonaro: «Es una persona que detesta a los homosexuales, no quiere que las mujeres adquieran derechos, desprecia a los pueblos originarios, dijo que la dictadura de Brasil torturó poco y que debería haber torturado más e incluso instó en propagandas a que los niños utilicen armas. En esta campaña, que por momentos es demencial, evidentemente hay gente que se identificada«.
Por otra parte, manifestó: «En Brasil hay un sur rico y un norte pobre, donde generalmente el norte termina votando a los candidatos más populares y el sur a candidatos que defienden valores muy viejos del hombre blanco, rico y del sur». Asimismo, completó: «Bolsonaro no está captando votos que son exclusivamente hombres blancos, enojados y de ultraderecha. Tiene 30% de intención de voto y no todos pertenecen a ese estereotipo. Evidentemente está captando otros sectores, como por ejemplo a mujeres y obreros».
En referencia a esto, ejemplificó: «Bolsonaro anunció que va a eliminar el aguinaldo y bajar los sueldos y, sin embargo, hay obreros que van a votarlo porque entienden que Brasil es un desorden fenomenal y lo que ellos necesitan es la seguridad de poder volver vivos a sus casas. Para mucha gente tiene una lógica».
Por otra parte, se refirió a la situación económica de Brasil y cómo ha respondido el sector privado a la campaña de Bolsonaro: «Sectores de una derecha moderada se han volcado a él porque entienden que es un garante de ciertos negocios. Hay que destacar que cuando Bolsonaro realizó todas estas polémicas declaraciones los mercados lo recibieron favorablemente: la bolsa se disparó y el dólar bajó». «Me hace acordar muchísimo a la aplicación de los moderados en los años ’30 en Alemania, que terminó con el encumbramiento de Adolf Hitler«, deslizó.
¿Qué va a pasar este domingo?
«La sensación que uno tiene a partir de las encuestas y de cómo ha ido cambiando la opinión pública en el último mes y medio, es que va a haber una fuerte polarización. Los números no estarían dando como para que Bolsonaro gane en una primera vuelta, por lo que se consolida que haya un balotaje«, resaltó Yakimavicius, mientras que ahondó: «Hasta hace una semana o 10 días las encuestas decían que cualquiera le ganaba a Bolsonaro en un balotaje, y ahora eso no está tan claro».
Ratificando que el panorama para este domingo no está tan claro, detalló: «Hay mucho voto vergonzante de gente que quiere votar a Bolsonaro pero que no lo dice. También está el voto útil de aquellos sectores de centroizquierda que no van a ir a votar a Haddad en la primera vuelta, pero que en el caso de un balotaje sí lo harían para evitar la victoria de Bolsonaro».