Política y Economía

Massa se ejercita como equilibrista y Milei suma repentinamente a Bullrich a su nómina de confrontaciones discursivas


Apenas tres semanas restan para las PASO del 13 de agosto, una instancia electoral que ya se ubica prácticamente a la vuelta de la esquina

Como mínimo resultó peculiar, por no decir extraño, el discurso de Juan José Bahillo durante una exposición en La Rural de Palermo, al enumerar las medidas que podrían implementarse en el país para favorecer al campo. Pero, ¿cuándo? Esa era la cuestión: más que hablar del «ahora», el secretario de Agricultura se refirió al próximo Gobierno, llegado el caso, lógicamente, de que Sergio Massa gane las elecciones y asuma como jefe de Estado.

Bahillo se esforzó cuanto pudo en busca de allanar el camino para lo que será la visita estelar el ministro de Economía al predio palermitano, prevista para el lunes que viene. Ese día se espera que Massa exponga sus planes y proyectos junto a otros precandidatos presidenciales, como Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Javier Milei y Juan Schiaretti, desde las 9:30, como parte de un panel llamado «Compromiso con una nueva Argentina».

Como «primer adelantado» del Gobierno (actual), el secretario de Agricultura ofreció detalles en la 135ª edición de la Exposición Rural de ese «compromiso» que podría asumir Massa, en su rol de aspirante a la Jefatura de Estado, claro está, de cara a los comicios generales que se avecinan.

Apenas tres semanas restan para las PASO del 13 de agosto, una instancia electoral que ya se ubica prácticamente a la vuelta de la esquina.

Bahillo también confirmó que el gabinete económico estudiaba cambios en la política cambiaria, en medio de unas tensas negociaciones entre funcionarios del Ministerio de Economía y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Estados Unidos: en ese marco, el dólar «blue» alcanzó nuevas cumbres la semana pasada en la «city» porteña y completó la jornada del viernes en 528 pesos por unidad para la venta.

A los chacareros de La Rural, de todos modos, les generó casi tanto ruido las versiones sobre el lanzamiento de un «dólar agro» para potenciar las exportaciones de soja, maíz y trigo especialmente, como el discurso del secretario de Agricultura relacionado con las medidas que podría disponer el próximo Gobierno para beneficiar al campo, en el caso de que Massa llegue a la Presidencia de la Nación. Por poco margen, la posibilidad de aplicar más «parches» a la economía, como plantearon las autoridades de la casa lideradas por Nicolás Pino, ocasionaron algo más de urticaria entre los productores agropecuarios.

De cualquier manera, lo ocurrido en La Rural con la exposición de Bahillo en el panel «Certidumbre sobre qué traerán los candidatos después de octubre» representa un botón de muestra significativo del peculiar escenario electoral por el que debe transitar Massa en su rol dual de aspirante a la primera magistratura y -al mismo tiempo- ministro de Economía de un Gobierno que está llegando prácticamente con el tanque de combustible en reserva a las próximas elecciones.

Quienes demandan medidas urgentes en distintos sectores del andamiaje productivo nacional, entre ellos el campo, esperan soluciones inmediatas de parte del titular del Palacio de Hacienda, por más que Massa en su «versión precandidato» intente endulzarles el oído en plena campaña electoral y convencerlos de que se avecina un futuro mejor para la Argentina: lo que probablemente sea cierto, valga la aclaración.

La agenda económica impuesta por Milei.

En este contexto, generan una expectativa particular las promesas o los «compromisos» que pueda asumir Massa el próximo lunes cuando exponga en el auditorio principal de La Rural. Allí, está previsto en principio que comparta escenario con otros aspirantes a la Presidencia de la Nación, entre ellos Milei, que en los últimos días desafió al ministro de Economía a debatir en público con vistas a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del mes próximo.

El líder de La Libertad Avanza logró, más allá de su discurso corrosivo, instalar en la agenda electoral una serie de debates de perfil macroeconómico a los que se terminaron subiendo otros precandidatos a la Jefatura de Estado, como la dolarización y las privatizaciones, por ejemplo, además del arancelamiento de servicios públicos hasta ahora gratuitos en el país. Al amplificarse la discusión, Massa y otros referentes de Unión por la Patria encontraron allí un terreno fértil para advertir sobre el «peligro» que supone para la sociedad que ese tipo de iniciativas prosperen: «La derecha o los derechos», suelen esgrimir, mientras procuran despegarse cada vez más de la demacrada gestión de Alberto Fernández para abogar sobre la «importancia» de que el peronismo se mantenga en el poder. A propósito del primer mandatario, ¿en serio que lo corrieron de la campaña?.

Massa, por su parte, endureció su discurso en los últimos días y se activó en modo «autopercepción K», sumando así una nueva faceta a su variopinto abanico de perfiles políticos asumidos durante su carrera. Al líder del Frente Renovador se lo nota más combativo y enérgico, buscando levantar banderas características del kirchnerismo como, por ejemplo, la defensa de que empresas como Aerolíneas Argentinas se mantengan en manos del Estado. De esa manera, es probable que intente evitar fugas en el núcleo duro de habituales votantes de Cristina Kirchner.

Si bien con esta postura su objetivo parece ser asegurarse como mínimo el voto kirchnerista en general y el camporista en particular, un Massa más girado hacia uno de los extremos de la grieta podría dejar de ser atractivo, como oferta electoral, para sectores moderados, allí en donde el ministro de Economía en principio debería tratar de «pescar» votos después de las PASO, si es que Rodríguez Larreta no logra vencer a Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio.

Pero de momento la decisión parece tomada por parte de Massa: levantar su perfil a partir de la confrontación con la oposición; marcar presencia especialmente en el Gran Buenos Aires, con la premisa de fidelizar al votante peronista; y estrechar vínculos con La Cámpora, mostrándose incluso con referentes de ese espacio que conduce Máximo Kirchner. Claro que tanta puesta en escena en clave electoral puede traer aparejados ciertos riesgos a veces: ¿cómo es eso de «escuchar a Cristina»?.

«Creo y espero que, si Sergio Massa es Presidente, va a escuchar y consultar a Cristina», dijo la intendenta camporista de Quilmes, Mayra Mendoza, días atrás. ¿Otra vez la misma película? Sucedió en 2019 con Fernández, aquel dirigente «elegido» por la ex mandataria para liderar el camino de regreso de un peronismo/kirchnerismo supuestamente «mejorado» al poder. La apuesta resultó exitosa en las urnas, pero quedaron más que en evidencia luego las dificultades con las que debió lidiar el jefe de Estado para gobernar «bajo la sombra» de la principal figura política del ex Frente de Todos.

Una delgada línea para que Massa haga equilibrio.

Así las cosas, determinados comentarios elogiosos o «esperanzadores» pueden convertirse en un arma de doble filo. Es hoy extremadamente delgada, por cierto, la línea de argumentación sobre la cual Massa debe hacer equilibrio y repeler los embates de quienes lo señalan como el posible «nuevo Alberto de Cristina».

Sumado a esto, lo que fue comentado anteriormente: su desafiante misión de lograr que al menos hasta las próximas elecciones convivan de manera pacífica en una misma persona sus versiones «ministro» y «precandidato presidencial», sabiendo que el éxito o el fracaso de una -versión- puede condicionar a la otra, de igual modo que al futuro inmediato de una fuerza política en general.

De cualquier manera, Massa no fue el único dirigente que endureció su discurso recientemente. Lo propio ocurrió con Rodríguez Larreta, que en busca de llamar la atención de eventuales votantes de Patricia Bullrich aseguró que enviará al Ejército a patrullar las fronteras y también prometió crear un «cuerpo de elite» especial para combatir al narcotráfico en el caso de asumir al frente de la Casa Rosada. Su compañero de fórmula, Gerardo Morales, en tanto, de perfil más «halcón» de todos modos, insistió en promover la ley de derribo de aviones.

Por su parte, Bullrich, que debió soportar en los últimos días una sorpresiva, aunque contundente ráfaga de «fuego amigo» de parte de Juan Manuel López, presidente del bloque de diputados de la Coalición Cívica, sumó recientemente a un nuevo e ¿inesperado? adversario político a su amplia nómina de confrontaciones discursivas en esta campaña. ¿De quién se trata? De Milei, que comenzó a atacar de manera mediática a la ex ministra de Seguridad, en lo que significa un notorio cambio en su estrategia proselitista.

¿Qué ocurrió? En el entorno del economista consideran que dirigentes bullrichistas azuzaron el debate sobre la presunta venta de candidaturas en La Libertad Avanza (LLA), de igual manera que la polémica por la supuesta intervención de «manos massistas» en el armado de listas de ese espacio en la provincia de Buenos Aires. Además, les endilgan responsabilidad en el «escrache» que el diputado nacional sufrió el martes pasado durante el acto de conmemoración del atentado terrorista a la sede de la AMIA de 1994.

Fuentes de LLA dijeron a Noticias Argentinas que Milei, por estos motivos, se siente «decepcionado» con Patricia Bullrich.

«Desde nuestro espacio siempre sostuvimos que respetábamos a Patricia Bullrich porque jugaba de frente, pero decidió alinearse con los mismos de siempre», agregaron. «Replicó las trampas típicas de la política con operaciones berretas para ensuciarnos.

O no es la persona que creíamos o no controla a su gente», agregaron los voceros consultados por esta agencia.

Independientemente de los argumentos que enarbole Milei para avanzar con su viraje discursivo y arremeter contra Patricia Bullrich, está claro que ambos compiten por votos similares, de perfil disruptivo, por no decir radicalizado. En consecuencia, es de espera que el economista libertario busque diferenciarse, también, de la ex ministra de Seguridad. Además, cambió su modalidad de recorridas de campaña, en un intento por mostrarse «más cerca de la gente», ya no tanto rodeado únicamente por militantes que lo arropan y vitorean como si se tratara de una «estrella de rock».

Para los próximos días, incluso, se espera que Milei refuerce sus visitas al interior de la provincia de Buenos Aires y a grandes ciudades del país en un flamante «motorhome» de color azul ploteado con su imagen. Leyendo encuestas, en su entorno entienden que el economista libertario «mide bien» de momento en la ciudad de Buenos Aires, en zonas del conurbano -donde le quitaría votos al kirchnerismo- y también en Córdoba, Mendoza y Santa Fe.

Su acto de cierre de campaña está previsto para el próximo 7 de agosto a partir de las 21 en un estadio techado del barrio porteño de Villa Crespo.