Por Axel Dell’ olio (*)
Cada día que amanece, en televisión, radios, app o redes sociales nos enteramos que «hubo un siniestro», un «choque en cadena en Panamericana», un «siniestro con víctimas en…», «congestión y demoras en…», «cortes programados debido a…», y nunca falta algún hecho de pelea con un desenlace trágico. ¿Qué nos pasa?. Entiendo que muchas veces no nos damos cuenta del problema al que nos enfrentamos.
A los siniestros viales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) los ha determinado como pandemia, es decir, una enfermedad crónica y generalizada expandida en el mundo entero.
Si tomamos los propios datos anuales de la OMS, a nivel global, hay cerca de 1.250.000 muertos, entre 20 y 50 millones de lesionados, entre el 1% y 3% de PBI de cada país que se «gasta» en las consecuencias devenidas del tránsito. Esto ocurre en un 90% en países de ingresos bajos o medios, y la Argentina esta presente sin dudas en ese rango.
Hoy me quiero detener nuevamente en una palabra que me interesa no pase desapercibida: gasto, que no es lo mismo que inversión. Existen decenas de estudios que dicen que por cada dólar invertido en prevención, se evita el gasto de entre 6 y 7 dólares en actuar sobre las consecuencias del hecho que no se llegó a prevenir.
Es por eso que este 5 de octubre -Día del Camino y la Educación Vial-, es importante que se tome dimensión del problema endémico al que nos enfrentamos, pero no solamente la clase política, sino también el ciudadano. Porque si vamos a creer que la responsabilidad recae solamente sobre el Estado, estamos equivocados.
El problema es de todos: cada vez que cruzamos la calle por mitad de cuadra; cada vez que nos subimos a un auto y por estar en asientos traseros no nos ponemos el cinturón, llevamos a nuestro hijo, sobrino, nieto de 5 años sin el SRI o la sillita correspondiente; cuando vamos en la ruta a 130, porque no viene nadie; cuando cortamos un semáforo o nos detenemos en uno y revisamos si tenemos un Whatsapp. Seguramente en alguna de estas situaciones te viste reflejado. Eso sí depende de nosotros.
El Estado tiene un rol indelegable que es articular la educación vial en escuelas, jardines y universidades, que es ley desde 1986 y desde 2009 tiene un día que la conmemora, justamente el 5 de octubre.
Pasaron 32 años, hay varias iniciativas por parte de los privados que muchas veces llevamos un taller o actividad específica a una escuela, algunos municipios pueden coordinar alguna jornada, pero nada sostenido en el tiempo en todo el territorio, nada que deje huella, nada que hable de un cambio real, nada que nos muestre definitivamente que se comenzó un cambio cultural real.
La siniestralidad vial sigue siendo la primera causa de muerte en menores de 35 años. Es extraño que algo evitable con el sólo hecho de respetar las normas, sea lo que más nos mate en el país.
Por eso hablamos de educación vial, por eso digo sistemática, porque requiere de políticas de Estado y abordajes integrales que permitan abarcar el tema de distintos ámbitos. Si mañana los docentes quisieran trabajar en la temática vial, mi pregunta es: ¿cuáles son las herramientas que tienen?, ¿tuvieron alguna capacitación específica en su profesorado o carrera?, ¿saben qué tópicos específicos trabajar en cada franja etaria?.
¿Los docentes necesitan herramientas y conocimientos? Si; ¿la ley se debe aplicar sistemáticamente? Si. Entonces, mientras tanto, empecemos nosotros: cruzando bien la calle o no usando el celular en el auto cuando paramos en un semáforo con los chicos atrás viéndonos…Quizás con esa pequeña acción, de alguna manera, educamos a los que nos ven de manera informal y podemos celebrar de algún modo todos los días el Día de la Educación Vial.
(*) Licenciado en Prevención Vial y Transporte. Gerente de la consultora vial Safety Group. Director del Programa Madres y Niños Seguros.