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Un rosarino competirá en una prueba que cruza el océano Atlántico en una navegación solitaria


Federico Norman, de 37 años, participará el 24 de septiembre de la regata Mini Transat de la categoría offshore yendo de Francia al Caribe en un velero pequeño

Por Miguel Pisano – Télam

El navegante rosarino Federico Norman, de 37 años, participará el 24 de septiembre de la regata Mini Transat, una prueba exigente de la categoría offshore en la que los 90 competidores que se clasificaron, tras sortear pruebas rigurosas, deberán cruzar en solitario el océano Atlántico desde Francia hasta el Caribe en un pequeño velero, sin asistencia ni contacto con tierra.

«Quiero ser el primer argentino que termine la Mini Transat», aseguró Norman a Télam desde el Centro de Entrenamiento de La Rochelle, en el noroeste de Francia.

El navegante afirmó que decidió lanzarse al mar luego de la pandemia de coronavirus tras sentir que se «moriría de un pico de estrés» si no cambiaba su estilo de vida.

Criado en el barrio Alberdi, en el noreste de Rosario, Norman heredó de niño la pasión por el agua y por la navegación, de su padre, Alejandro. «Era muy chiquito para jugar al rugby en el Jockey. Un día mi viejo, que empezó a navegar de grande, me dijo: Venite al río y fijate qué hay por ahí».

Después de estudiar Derecho varios años se inclinó por Ciencias Económicas, carrera que terminó con el legado de ‘Mi’hijo el dotor’, y se dedicó a crear una empresa de desarrollos inmobiliarios con un socio, con la que continúa a la distancia, hasta un día de 2021 en que decidió, luego de consensuarlo con sus seres queridos, lanzarse al agua a perseguir su pasión: la navegación en el mar.

«Hubo situaciones fuertes que me llevaron a plantearme qué quería hacer de mi vida, como trabajar días enteros sin dormir o siete días a la semana hasta que llegué a un punto que me pregunté: ¿Querés morirte por un pico de estrés? Y lo mismo me pasó con la pandemia de coronavirus, cuando me hice la misma pregunta, si quería morirme. En esa época no se podía salir, pero en Alberdi podíamos salir no más allá de mil metros de tu casa. Entonces con mi amigo Pablo, que también es navegante, hacíamos 700 metros cada uno y nos juntamos a charlar debajo de un árbol. Un día le dije: ‘Te voy a contar algo que no se lo puedo decir a nadie’. Y le confié mi idea de largar todo para irme a navegar en esta regata offshore en Francia», revela Norman a Télam sobre los comienzos de esta nueva etapa de su vida.

«En la vida hay decisiones fuertes, como cuando un amigo te dice que no sabe si le gustan las chicas o los chicos, o que no sabe si tiene que divorciarse. En este caso yo sabía que siempre quise trabajar con mi hermana Cecilia, que es ingeniera civil y vive en Buenos Aires. Hasta que un día la llamé y le dije: Ceci, quiero que largues todo y vengas a trabajar conmigo», recordó al mencionar otro ítem previo a su viaje a Francia.

«Cecilia se vino con su esposo y sus hijas, empezó como CEO de la empresa y hoy es socia. Las PyMEs en el país tienen una cuestión familiar, por eso no es fácil encontrar a alguien que se ponga la camiseta -no digo que no lo haya- pero Ceci es como si yo mismo estuviera en la empresa. Y lo mismo pasó con mi socio, quien siempre me apoyó y respetó mi pasión por la navegación y por el mar», acotó el viajero y navegante que partió para volver, como en el tango, a su primer amor.

Norman vive hace ya dos años en la ciudad de la costa sudoeste francesa La Rochelle donde asegura que no se compara «con el que tiene que trabajar todo el día, pero es bravo el desapego».

«Soy de la cultura latina de juntarnos dos veces por semana y no sabés lo que cuesta hacerle entender a alguien que tenés ganas de juntarte a comer un asado y que a las 22.30 se van a sus casas cuando vos estás pila para seguir», comentó.

La regata en la categoría offshore tiene una diferencia oceánica con la inshore. Al respecto, Norman señaló: «Vine a Francia a especializarme en offshore. En el mundo de las velas, en la categoría inshore donde corrés una regata de un día y volvés, como en las Olimpíadas. El offshore es un mundo nuevo. Es como si te preguntaran si querés correr un rally. Acá tengo que ser navegante, técnico y experto en clima».

La comparación con el rally sirve para ver las diferencias abismales entre las categorías inshore y offshore. «La inshore es como juntarnos tres o cuatro amigos desde Tierra del Fuego hasta Perú en una van con la que conocemos lugares exóticos, probamos la comida del lugar y nos encontramos con otra gente. En cambio, la offshore es agarrar una Renoleta que dispone de un motor de Ferrari y corrés desde Tierra del Fuego hasta Alaska», añadió.

A la hora de definir la regata que va a emprender, Norman sostuvo que «es como subir el Everest, como el Iron Man o como correr el Dakar».

«Es un desafío como entrenarte a dormir siestas de 20 minutos, a comer comida de astronauta, un polvo liofilizado con sabores que van desde carne con verdura hasta pollo con puré que preparás con agua fría o caliente. La regata es una experiencia increíble en la que competimos los mejores 90 navegantes del mundo navegado en solitario, sin informes climáticos, con cartas marinas en mano, un barómetro y una velera electrónica», concluyó Federico Norman, entre esperanzado y ansioso por lanzarse a su sueño aventurero.