Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
El martes de la semana que termina comenzaron las tareas de llenado del primer tramo de 29 kilómetros del gasoducto Néstor Kirchner, que unirá Vaca Muerta con la provincia de Buenos Aires. En un comunicado emitido por Enarsa se explicó que la habilitación parcial y progresiva es un procedimiento habitual en este tipo de ductos, y el objetivo que se persigue es barrer con los restos de aire que puedan quedar remanentes, para luego presurizar las cañerías. Paralelamente, se busca testear el funcionamiento de los sistemas de medición y regulación de las plantas. Los 573 kilómetros de la obra, atraviesan las provincias de Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires, y el tendido se realizó en tiempo récord, 10 meses y era una de las obras estratégicas dentro del radar del gobierno. De acuerdo a lo comunicado desde la Secretaría de Energía de La Nación a través de su titular, Flavia Royón, esta primera etapa permitirá un ahorro de U$S1.700 millones, mientras que cuando esté operativo durante todo el año, para 2024, el ahorro anual estimado asciende a los U$S4.200 millones. La obra representa, sin ningún lugar a dudas, el éxito más importante de una gestión deslucida por la pandemia, la guerra, la sequía, una larga y tortuosa renegociación de la deuda que tomó el gobierno de Cambiemos con el FMI y, como frutilla de la torta, la rara habilidad del presidente de acertar cada uno de los tiros que se disparó a sus propios pies.
Y es que es precisamente en estos nichos estratégicos donde la Argentina tiene depositadas todas sus esperanzas para el futuro. La soberanía energética no sólo forma parte de una fórmula declamativa o chauvinista, sino que involucra la posibilidad de eliminar la demanda de importación de combustibles, a la vez que puede potencialmente también, significar un incremento de nuestras exportaciones. Esto permitiría, en un futuro no muy lejano, morigerar las oscilaciones de nuestra balanza de pagos, alivianando el peso de la restricción externa sobre nuestra economía. Es decir, los dólares que no se demanden para importar energía, podrán ser redirigidos a la financiación de importaciones de insumos estratégicos para la industria local. Desde el sector industrial existe una profunda preocupación por la suspensión del pago de las importaciones que se viene registrando en los últimos tiempos ya que, en términos prácticos, el parate es virtualmente total. En este sentido Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA, consultado acerca de la posición de la entidad con respecto a la inauguración de primer tramo del gasoducto, afirmó: “Desde la UIA valoramos dos cosas: en primer lugar, cualquier ahorro de divisas es importante, y además se puede afectar, en la medida en que sea necesario, a la importación de insumos con el fin de que no se pare la industria”.
En el mismo sentido, avanzan los proyectos firmados recientemente con China en el marco del Plan de Cooperación de la Franja y la Ruta para la puesta en marcha de un conjunto de 20 proyectos de energía renovables. A comienzos de la semana la presentación de los mismos estuvo a cargo de embajador en el país asiático, Sabino Vaca Narvaja, e incluyen entre otros los parques eólicos “El Escorial” y “Antonio Morán” en la provincia de Chubut, un complejo hidroeléctrico en la provincia de Catamarca (“Potrero del Clavillo-El Naranjal”) y el proyecto “Bio Futuro Energía Regenerativa” en nuestra provincia, el 80% de los cuales será financiado en yuanes. Luego de la presentación, el embajador sostuvo: “Nuestra cooperación en energía limpia con China es sumamente amplia; por ejemplo, con la empresa estatal SPIC firmamos un acuerdo estratégico integral para cooperar en energías limpias, que incluye a la energía solar, la eólica, el desarrollo de hidrógeno verde y la energía nuclear, entre otras”.
Pero claro, entonces llegarán los límites. Así como recientemente el presidente Biden le impuso a Alberto Fernández cajonear dos centrales nucleares que iban a construirse en la provincia de Buenos Aires en colaboración con China, es probable que los EEUU monitoree con mucho cuidado las negociaciones en el plano energético con el gigante oriental.
La cuestión es que la Argentina viene perdiendo autonomía relativa en el plano de las relaciones internacionales, particularmente en momentos en los cuales el apoyo norteamericano es absolutamente estratégico para cerrar la negociación con el FMI. Se había especulado con que el país depositara el miércoles que pasó U$S1.900 millones de dólares de los U$S2.700 que debía girar esta semana. Sólo para demostrar voluntad de pago, porque los dólares para realizar el pago completo no están. Finalmente el gobierno decidió hacer uso de su derecho de postergar el pago de las obligaciones de junio para fin de mes y el giro no se hizo efectivo. Todo mientras se negocia contrarreloj un nuevo acuerdo con el organismo, y a la espera de un adelanto de los desembolsos para este año de más de U$S10.000 millones, que le daría algo de aire al gobierno para llegar un poco más relajado a las elecciones generales. En ese marco, el presidente Alberto Fernández le envió a al presidente de los EEUU una carta, que lleva la firma de los presidentes de Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Méjico y Paraguay. En la misma se solicita a Joe Biden que acompañe una salida negociada para el caso argentino, evitando la imposición del tradicional paquete de políticas macroeconómicas recesivas que suele recomendar el Fondo. Dice la misiva: “circunstancias extraordinarias ameritan respuestas extraordinarias, tan extraordinarias como el sobreendeudamiento provocado por el préstamo del FMI, que es una de las principales causas de la situación actual”. A buen entendedor, pocas palabras.