Por José Odisio
Por José Odisio
Hay enojo en el Parque, y está justificado. Los hinchas se fueron llenos de bronca, Heinze encaró al árbitro y el presidente Astore salió a evidenciar su enfado públicamente. Los fallos arbitrables erróneos forman parte del fútbol argentino desde siempre. Y los favoritismos también. Y en el colegio de árbitros se dieron maña incluso para vulnerar a la tecnología del VAR. Y en ese todo vale, Newell’s se privó de una victoria ante Unión por un gol anulado por off side lleno de suspicacias.
«Cuando ustedes se equivocan no pasa nada, si yo lo hago me echan». El reproche de Gabriel Heinze a Pablo Echavarría tiene sustento, es parte de la realidad. Salvo la salida reciente de Diego Abal, que está más ligada a un tema político que arbitral, es muy difícil que un árbitro sea despedido por sus errores. Cuanto mucho lo paran una semana, siempre que el fallo esté emparentado con lo grosero o haya tomado estado público con fuerza. Pero a Newell’s nadie le devolverá los puntos que dejó con Unión por el gol mal anulado a Brian Aguirre.
«Hubo un problema de software», fue la ridícula excusa que puso Federico Beligoy para justificar el gol convalidado a Boca ante Lanús, en clara posición adelantada de Pol Fernández. En el Parque pasó algo distinto. En la cancha la TV instaló pocas cámaras, y en el VAR «tiraron» las líneas como pudieron. A eso se le suma que es difícil validar el momento exacto de la salida del balón del pie de Ferreira (acá no hay chip como en el Mundial). Y el mamarracho fue completo. Ni siquiera trazaron en la imagen la bisectriz desde el hombro de Sordo hacia la línea que supuestamente marcaba el pie del defensor de Unión. Demasiado casero tratándose de una tecnología que iba a ayudar a evitar fallos injustos.
¿Qué hacer ante esto? Poco y nada. El famoso «peso en AFA» es más verso de bar que realidad, aunque hay equipos que tiene mejores beneficios.
Evidenciar una queja muy fuerte puede derivar en enojo de los árbitros y posibles represalías en el futuro. Quejarse con Beligoy (debe tener el celular enrojecido) es sólo un trámite para sacarse el enojo. Sólo queda esperar que en un fútbol argentino enviciado al máximo, en el próximo partido haya una devolución de favores, aunque eso no siempre pasa. Resignarse parece ser la mejor idea. Y jugar el próximo partido como si nada hubiera pasado. Así es la Chiquiliga, tómela o déjela, pero es lo que hay en el país de los campeones del mundo.