En Argentina es el quinto tipo más común en mujeres. Fabiana Gimena Pérez tiene 50 años reside en Jujuy y cuenta detalles de esta enfermedad
La incorrecta asociación directa del cáncer con la muerte lleva a convertirlo en un tema tabú en muchas familias, sin tener en cuenta que la presencia de antecedentes puede ser un factor de riesgo clave en algunos tipos de tumores, lo que puede permitir estar más atentos y llegar con diagnósticos tempranos que pueden salvar vidas, aseguran especialistas y personas que transitaron por la enfermedad en la vísperas del Día Mundial del Cáncer de Ovario.
«Varias personas de mi familia tuvieron cáncer, pero de otros tipos. Pero de eso me enteré recién ahora porque era tabú; parece que mi abuela y abuelo murieron de cáncer, pero era un secreto familiar y todavía hoy nadie quiere hablar del tema. Mi tía tuvo cáncer de estómago y mi mamá de mama, se lo detectaron gracias a un chequeo de rutina, súper a tiempo», cuenta a Télam Fabiana Gimena Pérez (50), quien fue diagnosticada con cáncer de ovario en 2017.
Fabiana -quien reside en San Salvador de Jujuy y es madre de dos hijos (Thiago de 17 y Augusto de 14)- recuerda que ese año no se sentía bien: «Me sentía rara, entonces fui al ginecólogo que me hizo una serie de estudios que no salieron nada bien. Enseguida me derivó a un cirujano y me operaron inmediatamente», describe.
Y continúa: «Me hicieron una histerectomía y ahí después de una biopsia me diagnosticaron cáncer de trompas en grado 4 muy avanzado pero estaba encapsulado. Después de eso comenzamos el tratamiento con quimioterapia. Todos los controles posteriores me dieron bien, pero en 2021 aparecieron unas manchitas e hicimos otra ronda de quimio».
Al tratamiento endovenoso siguió con dos pastillas vía oral: «A veces es duro, sobre todo al principio cuando te dan el diagnóstico. También el tratamiento, pero después vas perdiendo el miedo y viviendo. Seguís con tu vida habitual, te das cuenta que podés salir a la calle, estar con tus hijos y tu esposo, disfrutar de la vista y así va siendo algo natural».
Según los datos epidemiológicos más recientes, el de ovario es un tipo de cáncer poco frecuente, que se presenta solo en un 1,5 a 2% de las mujeres a nivel global y representa alrededor del 3% de los tumores. Sin embargo, debido a que hay pocas terapias efectivas disponibles para tratarlo, es la cuarta causa de muerte por cáncer en mujeres, por debajo del cáncer de mama, pulmón y colon.
De acuerdo a las proyecciones que surgen de GloboCan -una base de datos mundial que recopila estadísticas sobre incidencia y mortalidad para 36 tipos de cáncer en 185 países- el número de mujeres que serán diagnosticadas con cáncer de ovario en el año 2024 superará los 445 mil casos, casi un 42% más que lo registrado en el 2020.
En Argentina, el cáncer de ovario es el quinto tipo más común en mujeres, según las estadísticas que recopila el Instituto Nacional del Cáncer (INC); y cada año se registran unos 2.200 nuevos casos.
La médica de Fabiana, Carolina Ituarte -oncóloga del Hospital Pablo Soria de Jujuy-, explicó que «el término cáncer de ovario incluye también al de trompas de Falopio y al de peritoneo; si se detecta en etapas tempranas, el tratamiento funciona mejor, pero generalmente los síntomas aparecen en un estadío tardío, por lo cual hacerse estudios de rutina es la manera más efectiva de diagnosticar».
Los síntomas del cáncer de ovario suelen ser inespecíficos, lo que dificulta su diagnóstico precoz. Sin embargo, en la medida en que se va desarrollando la enfermedad puede causar dolor abdominal o pélvico, distensión abdominal, sangrado vaginal, estreñimiento, diarrea, sensación de cansancio extremo, necesidad frecuente de orinar, aumento de la circunferencia abdominal, pérdida del apetito y dificultad para respirar.
«Nuestro cuerpo se comunica a través de los síntomas. Si notamos molestias o síntomas persistentes, progresivos o sin una causa aparente, no retrasemos la consulta médica», enfatizó Ituarte.
Pero antes de los síntomas, ¿es posible prevenirlo?
«A la hora de pensar en esta patología hay dos grandes factores de riesgo que cada mujer debe tener en cuenta: la edad y la genética. A esto se le suma -como ocurre en general en materia de oncología- algunas cuestiones generales relacionadas con el llevar un estilo de vida no saludable en materia de alimentación, peso, actividad física, fumar, etc.», detalló la doctora Ángeles Nico, ginecóloga especializada en oncología y profesional del Instituto de Oncología Ángel Roffo de la Universidad de Buenos Aires.
Y continuó: «Pero los dos elementos centrales asociados con la aparición de este tumor son el paso de los años y el genoma de cada persona que tiene una importancia destacada en esta forma oncológica. Esto es así ya que se calcula que uno de cada cinco casos de cáncer de ovario se origina en una causa genética (mutación) específica».
Según la especialista, este 20% es un número considerado «elevado», incluso comparado con otros tipos de tumores.
A diferencia de lo que sucede con el cáncer cérvico-uterino, que puede prevenirse mediante la realización de estudios como el papanicolau, este tipo de cáncer no tiene la posibilidad de ser detectado en forma generalizada a través de algún tipo de testeo masivo.
«Hoy la mejor forma de reducir la mortalidad por cáncer de ovario es adoptando hábitos saludables en temas de alimentación, actividad física, no fumar, no beber en exceso, etc.», sostuvo Nico, pero añadió que «también es importante analizar los factores hereditarios, ligados a los antecedentes familiares y a la presencia de determinadas mutaciones genéticas».
Finalmente, en relación a los antecedentes familiares, no sólo hay que tener en cuenta que alguien haya tenido cáncer de ovario, sino también de mama, páncreas, próstata o colon.