El detenido, junto a otros siete acusados, está privado de la libertad desde el agosto, cuando fueron hallados 1.658 kilogramos de cocaína infiltrados en un cargamento de alimento balanceado en un galpón de Rosario.
Un hombre que se encontraba procesado con prisión preventiva por integrar una organización que planeaba traficar a España más de una tonelada y media de cocaína, que fue hallada en un galpón de Empalme graneros a fines de agosto pasado, sumó hoy una nueva acusación por intentar enviar 78 kilogramos de la misma sustancia a los Países Bajos, informaron fuentes judiciales.
Se trata de Gabriel Andrés Nicolau, quien permanece alojado en el Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza procesado por el delito de «tráfico de estupefacientes en sus modalidades de almacenamiento y tenencia con fines de comercialización» y con un embargo sobre sus bienes de 700 millones de pesos.
Fuentes judiciales informaron a Télam que el nuevo expediente que vincula a Nicolau con el tráfico de cocaína a países de Europa se inició el 28 de abril del año pasado en la Terminal Portuaria TZ de la localidad bonaerense de Zárate, cuando personal de la Aduana Campana y del Departamento Investigaciones Narcotráfico Metropolitana de la Prefectura Naval Argentina (PNA) halló 78,700 kilogramos de dicha sustancia.
El estupefaciente se encontraba distribuido en 73 paquetes recubiertos con papel film con la inscripción «CAT» dentro de tres bolsos de tela cerrados, que fueron encontrados dentro de un contenedor en el Buque Grande Buenos Aires, que tenía previsto partir hacia Países Bajos.
A raíz de ello, el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, encomendó la investigación a la Dirección General de Operaciones Antidrogas Hidrovía del Paraná, de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal Argentina (PFA).
En ese marco, y tras una larga pesquisa, los detectives lograron establecer que al menos uno de los responsables del embarque era Nicolau, quien utilizó un documento falso para adquirir cien precintos de la marca D. Weinstock, dos de los cuales fueron encontrados dentro del cargamento de droga.
Finalmente, los agentes allanaron hoy el penal donde el acusado se encuentra detenido y en las próximas horas será trasladado a sede judicial para declarar ante el juez Charvay.
Nicolau, junto a otros siete acusados, se encontraba detenido desde el 26 de agosto último, cuando fueron hallados 1.658 kilogramos de cocaína infiltrados en un cargamento de alimento balanceado en un galpón de Rosario.
Para el juez González Charvay, los procesados constituyen la «pata local» de una banda de comercio internacional de drogas dirigida por dos colombianos, identificados como Gabriel Jaime Londoño Rojas -detenido en diciembre pasado en Abu Dhabi- y su socio Newson Cheung Sabogal, aún prófugo.
El círculo de la investigación se cerró sobre los implicados a partir de un dato proporcionado por la Drug Enforcement Administration (DEA) al juzgado de Charvay.
Los agentes antinarcóticos estadounidenses le confiaron la llegada de Londoño Rojas a la Argentina, en mayo pasado, que sólo podía explicarse por «la intención de contactar personas asociadas a sus actividades ilícitas, relacionadas con el tráfico internacional de estupefacientes», dice el procesamiento.
Londoño Rojas estuvo tres días en la Ciudad de Buenos Aires, entre el 10 y el 12 de mayo, en los que mantuvo encuentros junto a Cheung Sabogal en un bar con Nicolau, alias «Vecino», la cabeza local de la organización, según la pesquisa.
De acuerdo a la investigación, Nicolau contactó al «Tano» Sofía -mencionado en otras investigaciones por narcotráfico y en una causa por amenazas a la jueza Sandra Arroyo Salgado- para que montara la operación de exportación a España.
El grupo hizo un envío previo a ese país antes de que se detectara la maniobra con los 1.600 kilos de cocaína, aparentemente para «preparar el terreno».
Para el juez Charvay, los procesados «formaron parte de una organización criminal dedicada primordialmente a la realización de actividades vinculadas con el contrabando y/o tráfico ilícito de sustancias estupefacientes en el orden internacional, contando para ello con una compleja estructura delictiva y los medios necesarios a esos fines».
Con ese fin, montaron «una maniobra tendiente a la exportación de un cargamento de pellets de maíz contenidos en bolsas big bag» que debía salir del Puerto de Rosario, a través de la firma «Pepe Cereales SA».