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Francisco pidió por pobres y marginados en la misa por el Domingo de Ramos


El Papa encabezó la tradicional ceremonia religiosa en la previa de la Semana Santa tras ser dado de alta

El papa Francisco pidió hoy por pobres y marginados, a quienes consideró «íconos vivos de Cristo», al celebrar en la Plaza San Pedro la misa por el denominado Domingo de Ramos, en su primera actividad pública tras recibir el alta por la bronquitis que lo tuvo tres días internado en un hospital de Roma.

«Hoy hay tantos cristos abandonados», lamentó el pontífice al leer sentado frente a más de 30.000 personas que colmaron la Plaza vaticana para la celebración que inicia las actividades de la que los católicos consideran la Semana Santa.

En ese marco, agregó: «Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; emigrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados, personas catalogadas como problemas».

«Pero también hay tantos cristos abandonados invisibles, escondidos, que son descartados con guante blanco: niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos, enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor», continuó en la homilía Francisco, de 86 años, quien ayer recibió el alta tras tres días en el hospital Gemelli de Roma, en donde se trató de una bronquitis infecciosa.

«Tantos abandonados tienen necesidad de nuestra cercanía», planteó el Papa tras recordar a una persona sin hogar que falleció semanas atrás bajo las columnas de la Plaza San Pedro.

Así, para el Papa, «Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados».

«Para nosotros, discípulos del abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte. Porque, recordémoslo, las personas rechazadas y excluidas son íconos vivos de Cristo», reclamó.

Tras la misa, el Papa invitó a los fieles a «seguir la Semana Santa con fe y amor», antes de las ceremonias que celebrará siempre el pontífice, con un cardenal que lo asista en el altar, como fue hoy el argentino Leonardo Sandri.