¿Qué tan difícil es mantener un secreto? O, mejor dicho: ¿cuánto tiempo se puede mantener un secreto, uno que va a marcar un antes y un después en la vida?
¿Qué tan difícil es mantener un secreto? O, mejor dicho: ¿cuánto tiempo se puede mantener un secreto, uno que va a marcar un antes y un después en la vida?
Para esa pregunta milenaria Luciano Gianzi tiene una respuesta con precisión matemática: un año y 17 días. Ese fue el lapso de tiempo que pasó entre la mañana en que todo empezó a cambiar y el momento en que reveló la verdad. En que contó que Lionel Messi se movía por su casa con un regalo suyo.
Ese día, el 6 de diciembre de 2021, había arrancado para Gianzi como cualquier otro. Fue a Bagunza, el local de calzado que montó junto a sus dos hermanos en Boedo a principios de los 2000, para trabajar. La jornada venía como cualquier otra, hasta que, después de despachar a un cliente en la puerta que da a la avenida Juan de Garay, se le ocurrió sacar su celular. Como las miles de veces que cualquier persona abre el teléfono móvil, el empresario no buscaba nada particular. Sin embargo, lo encontró, en forma de un mensaje de Instagram. “Hola, Luciano, ¿todo bien? Soy Leo, quería agradecerte por las ojotas que me mandaste, están buenísimas. Quería ver si les podías hacer algunas a mis hijos y a mi mujer. Los talles son 33, 29, 26, y el de Antonella 35. Recién veo los mensajes que me habías mandado”.
Un año y monedas después, con una Copa del Mundo de por medio, Gianzi cuenta hoy que todo este episodio lo tiene presente gracias a sus hermanos. “A mí me bajó la presión, no sé si me desmaye o qué, pero lo último que me acuerdo es que fui corriendo a la oficina del fondo a mostrarle a ellos el mensaje. Creo que ahí empezamos a saltar, festejar y llorar, y estuvimos como una hora debatiendo qué le íbamos a contestar”, dice entre risas, sentado en el mismo lugar en el que estaba en aquel momento.
Es que ese texto no era uno más. Era el mismísimo Lionel Messi, que les agradecía las ojotas (una edición especial que habían diseñado para él, luego de la obtención de la Copa América) que le habían hecho llegar. Había sido una epopeya en toda regla, pero recién arrancaba.
AHORA NOS VOLVIMOS A ILUSIONAR
Un martes cualquiera, comiendo un asado con sus amigos en los días posteriores a la obtención del primer título del Seleccionado en décadas, uno de ellos había lanzado lo que parecía una broma. “Che Luciano, ¿y si le diseñamos unas ojotas al diez? Se las mandamos, olvídate”. Pero lo que al principio arrancó como un chiste, empezó a germinar dentro de la cabeza de Gianzi y se fue transformando en una ilusión.
El hombre mandó al diseñador de la empresa, Matías Moncayo, a que armara una edición especial para el astro argentino. Pero ese era el menor de los problemas. El gran tema era como hacer llegar las ojotas desde Boedo hasta las manos del ídolo. Fue un periplo que duró desde agosto del 2021 hasta noviembre. Durante esos meses Gianzi y sus hermanos se cansaron de preguntar a cuánto conocido tenían quién podría llegar a tener alguna conexión, aunque sea mínima, con algún jugador de “La Scaloneta”.
Y, cuando todo parecía perdido, en los días previos al último amistoso que la Selección iba a jugar en Argentina previo al Mundial, la suerte hizo lo suyo. “Uno de esos días se me prendió la lamparita y me acordé que mi hermano, que hizo las inferiores en San Lorenzo, había compartido equipo con un chico que era hijo del socio del tío de Rodrigo De Paul”.
Era una probabilidad lejana (habían pasado diez años de la última vez que se habían visto), pero Gianzi decidió intentarlo. Buscó el teléfono en internet y para su sorpresa no sólo lo encontró, sino que también se acordaban de él y de su hermano. Le contó la historia y, para cuando se dio cuenta, estaba en el predio de la AFA en Ezeiza dejando las dos cajas con las ojotas (una para el 10 y otra para el 7) en una habitación que estaba llena de presentes para los jugadores de la Selección. Desde ese momento Gianzi y sus hermanos se dedicaron a cruzar los dedos, hasta que un mes después llegó el mensaje de Messi.
CAMPEÓN MUNDIAL
Pero surgió un problema. Si bien había confirmado la recepción de las ojotas, Bagunza no tenía forma de probar que era cierto. No había una foto o un video del 10 usando el calzado de los hermanos de Boedo. De ahí el secreto: estuvieron desde el 6 de diciembre del 2021 hasta el 23 de diciembre del 2022 sin revelar la conversación con el astro argentino, a pesar de que decenas de amigos le insistían a Luciano en que tenía que publicar el chat. “Me lo decían todo el tiempo, pero, ¿qué iba a hacer? ¿Subir una captura de pantalla? Yo sabía que en algún momento algo iba a pasar y se iba a dar”, cuenta.
Hasta que el 23 de diciembre todo cambió. Messi, con la tercera Copa del Mundo ya ganada, subió una foto desde su Rosario natal. Ahí se lo veía sonriendo en su hogar junto a su esposa y junto al uruguayo Luis Suárez. En los pies llevaba las ojotas de los hermanos Gianzi. Era un miércoles a última hora.
El jueves, cuando Luciano se levantó, encontró su celular absolutamente colapsado. Tenía más de mil mensajes de WhatsApp de diferentes medios y la empresa había sumado 30 mil seguidores en las redes. Pero su sorpresa fue mayor cuando entró al sitio web de su local: 20 mil personas habían comprado el par de ojotas de Messi en tan sólo un par de horas, más de lo que Bagunza suele vender en todo un año. Gianzi y sus hermanos decidieron parar las ventas hasta reponer stock, lo que probó ser una buena decisión: en esos días Messi volvió a mostrarse en sus redes con las ojotas, cuando sonreía para una foto con la hija del jugador Maxi Rodríguez.
Aunque ya pasó más de un mes, los hermanos todavía siguen sorprendidos. Sumaron 250 mil seguidores en las redes, tuvieron que contratar a 10 personas solamente para contestar Instagram, adquirieron los servicios de una empresa de comunicación digital (“nos dijieron que nunca habían visto algo así, nos llegan 30 mil mensajes privados en las redes por día”) y no dan abasto con las ventas, a pesar de que cuadruplicaron la producción de ojotas.
Luciano Gianzi nos regala una confesión final: “Estamos durmiendo dos horas por día como mucho, pero para nosotros es un sueño hecho realidad. Encima salimos campeones del mundo, como si fuera poco. Ahora sólo nos falta una cosa para poner el broche de oro: conocer a Messi y agradecerle por todo. Y sabemos que se va a dar”.