Opinión

Rostros ajados que caminan hacia la nada


Por Carlos Duclos

Sus rostros están ajados, y aun cuando se advierte el trabajo de alisado, el paso de la vida no disimula las arrugas. Es cierto que el dinero y la tecnología pueden, por medio de artificios, disimular un poco la realidad, pero no pueden cambiarla. Y aun cuando suene duro, al ver sus rostros ajados uno advierte que ellos van hacia la muerte, como vamos todos.
Y la muerte es la nada. En ella no hay poder, no hay presidencia, ni senadurías, no hay empresas ni gerencias, no existen las licitaciones, ni los bonos, ni las acciones. No hay oro, ni mansiones, ni campos cultivados. No hay ideologías: no hay izquierda, ni centro, ni derecha, ni Estado. En la muerte solo hay muerte, es decir nada.

Curiosamente, ellos parecen que no la han advertido. No se han dado cuenta de que van hacia el vacío, de que cada vez está más cerca. Y mientras “ellos y ellas” siguen por la vida como si fuera una oración eterna, sin punto final, usando quien sabe para qué (sin disfrutar tal vez) el poder y el demasiado dinero que han logrado amasar a costa de los inocentes, de los ignorantes, de los más indefensos, estos se las han apañado para sacarle una sonrisa a la pobreza y le han robado justamente un sentido a la vida para hacerlo propio. Es la sabiduría de los simples ¡Héroes!

Yo advierto en la mirada de “ellos y ellas”, ese sabor amargo que, como un remanso maldito, da vueltas en el fondo del alma. Hay cosas que la mirada no puede ocultar, porque vienen de lo hondo, del subsuelo o subconsciente. Están perdiendo la oportunidad de vivir; y vivir es afecto por el otro y no odio. Vivir es servir a todos, pero, sobretodo, a quienes menos tienen. No se sirve de verdad dando un vaso de agua al perdido en el desierto, se sirve sacándolo de la arena interminable. No se sirve de verdad con una dádiva gubernamental, se sirve dándole a todos las herramientas necesarias para obtener una vida digna. No lo han hecho.

Lo dramático, es que algunos hasta el vaso de agua le han sacado al peregrino. Lo hacen por acción u omisión, por incapacidad o por capacidad de servir al demonio, pero lo hacen y, para el caso, los resultados son los mismos: la angustia desesperante de los que caminan desamparados, y que si sobreviven lo logran por esa voluntad inquebrantable que tienen algunos seres humanos de no caer de bruces y derrotados ¡Héroes!

Tal vez ellos, los poderosos, se creen eternos. Tal vez lo sean, ¡quién sabe!, tal vez el poder, el dinero, la gloria les haya permitido encontrar aquella mítica fuente de la vida. Pero sus rostros y sus miradas denotan otra cosa: la vida pasa y van hacia la muerte, que es la nada. Y mientras tanto no han servido a quien lo necesitaba; es decir, creen que han vivido, pero no lo han hecho.

(Nota del editor: la imagen es representativa de casi todo el espectro del poder)