Una combinación de factores biológicos, sociales, psicológicos y ambientales explican las diferencias en la prevalencia de la depresión entre hombres y mujeres
La depresión se expresa en mayor proporción en mujeres que en hombres, aseguraron especialistas en salud mental, y ubicaron como posibles razones “la carga mental” que viven en comparación con los varones y el estereotipo de masculinidad “hegemónica” que impacta en que los hombres se expresen menos sobre este tema.
A partir de los resultados del Estudio Argentino de Epidemiología en Salud Mental (2018) se observó que las mujeres tuvieron un 85% más de probabilidades que los hombres de padecer trastornos de ansiedad, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que es una enfermedad que “afecta más a la mujer que al hombre”.
«Socialmente al hombre se le exige ser poderoso, exitoso. Entonces es como de guardarse las cosas», dijo a Télam Mario Kupferschmidt, psicólogo en Consultorios externos del Hospital interzonal de salud mental José A. Esteves, con maestría en Drogadependencia en la Universidad del Salvador.
Eduardo (38), un estudiante de la carrera de Psicología y trabajador administrativo en un hospital de la ciudad de Buenos Aires, tuvo depresión, aunque aseguró que no le afectó el “ser un varón con esta enfermedad”.
Sin embargo, reconoció que “es muy difícil ver dos varones que se abracen de manera sentida o hablando y que uno de ellos llore”.
“Hay mucha cuestión del estereotipo masculino que en realidad todo eso es fantasía. Todos sentimos, sufrimos, tenemos las mismas necesidades, las mismas agonías diarias y estamos enfrentados a las mismas situaciones. Nadie queda exento a enfrentarse a sus emociones, a padecerlas o a amarlas”, agregó.
Para Jésica Pérez Miguel, psicóloga especialista en intervenciones transdisciplinarias en violencia familiar y de género, la incidencia de la depresión en mujeres “podría estar marcada por la diferencia en las oportunidades que van a marcar y condicionar nuestros logros de vida”.
En este sentido, enumeró algunas condiciones que impactarían en esta incidencia: “el techo de cristal en los trabajos, la diferencia salarial, la sobrecarga de la doble jornada laboral entre la crianza de quienes somos madres y los trabajos fuera de casa, la violencia intrafamiliar y las exigencias sociales respecto a nuestra imagen corporal».
“Es por todo esto que las desigualdades entre los géneros, que aún hoy siguen estando presentes, son un terreno fértil para el desarrollo y el mantenimiento de nuestro sufrimiento y pueden ser gatilladoras de alguna sintomatología depresiva”, concluyó.