La Bajada festejó el título argentino en Qatar y recordó al astro rosarino, nacido en la zona sur de la ciudad
Miles de hinchas estallaron en un grito de «somos campeones» en toda la Argentina tras la victoria de la selección nacional en la final ante Francia en el Mundial de Qatar por penales, que se escuchó en las calles, balcones y plazas, y también frente a la pantalla gigante del Museo del Deporte de Rosario, en el barrio La Bajada, donde nación el capitán Lionel Messi.
«¡Te dije que íbamos a ganar! Le tenía una fe bárbara al equipo», dijo apenas terminó el partido Juan Mández, un rosarino de 31 años, que vio la disputa junto a su familia en ese lugar.
Juan, como su hijo, Santino, de 9 años, y su pareja Erica, habían vaticinado una victoria argentina por 2 a 0, debajo del único plátano ralo que los protegía del solazo en la calle Gutiérrez, casi Ayacucho, a cuatro cuadras de la casa de los abuelos de Messi, donde nació y se crió el ídolo de la selección que hoy engalanó la fiesta con tres goles, dos de penal (sumando el tiempo regular y el suplementario).
A su lado celebraban la pareja de Pablo y Sandra, de 32 años, junto a sus hijos Brisa, de nueve, y Bruno, de siete, quienes armaron un gazebo que compraron para mitigar el sol de La Bajada.
«No queríamos decir nada antes del partido por las dudas, pero le tenía una fe bárbara al equipo, así que anoche a última hora nos fuimos a comprar el gazebo para venir a ver el partido. No sé cuándo lo vamos a volver a usar», contó Pablo, junto a sus hijos enfundados en camisetas argentinas de Messi.
Los muralistas Marlén Zuriaga y Lisandro Urqueaga pintaron el sexto mural de Lionel esta mañana, en un homenaje al capitán de cara a la final, en el frente del Club La Bajada, a dos cuadras de su casa natal.
«Es una alegría poder pintar otro mural de Leo, a quien le mandamos toda nuestra energía porque es alguien muy especial. Leo se crió en una familia del barrio, que es muy amiga de una familia vecina que los ayudó mucho, y siempre se sintió parte de este barrio», recordó Zuriaga a Télam, mientras daba los últimos retoques a su obra en la esquina de avenida Uriburu y pasaje Australia, coronado por su última frase: «Qué mirá, bobo, andá pa’llá».