Por Diego Añaños
Por Diego Añaños
Normalmente solemos explicarles a nuestros alumnos que un buen diagnóstico es el primer paso para tomar una buena decisión acerca de cómo revertir un problema. Es decir, cuando tenemos un paciente con fiebre no lo metemos en el freezer, ya que de ese modo sólo enmascaramos el síntoma, pero no resolvemos su causa. Una persona puede tener fiebre porque está estresada, porque está insolada, porque tiene una virosis, porque tiene una bacteriana, etc. Antes de tomar una decisión, tenemos que establecer lo más claramente posible el causante del síntoma.
En junio de este año, el Fondo Monetario Internacional publicó su informe periódico de Actualización de perspectivas de la Economía Mundial, titulado: “Un panorama sombrío y más incierto”, en el que se trazan los pronósticos de la evolución de la economía global para el corto y mediano plazo. De acuerdo al diagnóstico del FMI el incremento de la inflación en la mayoría de las economías se debe, cito textualmente: “al aumento de los precios de los alimentos y la energías, las restricciones de la oferta en muchos sectores y el reequilibrio de la demanda nuevamente hacia sectores hacia los servicios”. Más adelante se afirma que no solamente el nivel general de precios va en aumento sino que también “la inflación subyacente también se ha incrementado, según se observa en distintos indicadores de la inflación básica, reflejo de la transferencia de las presiones sobre los costos por medio de las cadenas de suministro y la escasez de la oferta de mano de obra, especialmente en las economías avanzadas. En promedio, tanto en las economías avanzadas como en las de mercados emergentes y en desarrollo, el crecimiento salarial no ha evolucionado en paralelo a la inflación, erosionando el poder adquisitivo de los hogares”.
En resumen, el diagnóstico del FMI es que tenemos una inflación inducida por un aumento de los precios, básicamente de la energía y los alimentos, y a restricciones en la oferta de otros productos de las cadenas básicas de suministros (en parte por la guerra, en parte por la desaceleración de la economía China). Pasando en limpio, una caída de la oferta de un conjunto de bienes estratégicos, que operan como faros para la fijación de los precios globales, está produciendo un aumento de las presiones inflacionarias. A causa de lo dicho, continúa el informe, los bancos centrales de todo el mundo se ven obligados instrumentar una política monetaria agresiva para detener la inflación. Se asume a cara descubierta que estas medidas tendrán un significativo costo social (más desempleo y más pobreza) a la vez que incrementarán la estabilidad financiera global, debido al aumento de los servicios de deuda. Sin embargo, el Fondo asegura que de no tomarse esas medidas los costos serán mayores. Es más, recomiendan que para evitar las tensiones presupuestarias derivadas de la salida de la pandemia, los gobiernos la restricción monetaria deberá acompañarse con subas de impuestos y una reducción del gasto del Estado.
A ver, tenemos una economía global que se enfrenta a una inflación creciente por un estrangulamiento de la oferta, pero que camina hacia un estancamiento de su crecimiento. Qué imaginan que ocurrirá con la economía si se elevan las tasas de interés, se aumentan los impuestos y se reduce el gasto fiscal? Cualquier alumno que haya cursado un cuatrimestre de Macroeconomía les va a contestar que la economía se va al tacho. Bueno, en realidad no es una respuesta muy académica. Les va a responder que si suben las tasas de interés va a caer la inversión y el consumo, que si suben los impuestos baja el ingreso disponible y el consumo cae aún más, y que si en el medio de todo esto el estado deja de gastar, lo más probable es que el estancamiento de la economía se transforme en una recesión salvaje. Volviendo al ejemplo del principio, es como meter al enfermo de fiebre en el horno. No sólo la fiebre no va a bajar, sino que además va a morir quemado.
Tal vez, sólo tal vez, algún alma pura, como en el famoso cuento de Hans Christian Andersen (recuerdan el “El traje nuevo del Emperador”???), se preguntará: Pero, por qué planchamos la economía para parar la inflación, si estamos diciendo que la causa es un problema de oferta??? Hasta parece raro que nadie discuta una solución que no es consistente con el diagnóstico. Por más que subamos las tasas de interés al 200% anual, la inflación global no va a ceder, porque el problema está en otro lado, repito, el mismo FMI dice que es un problema de costos por merma en la oferta. Sintetizando “el Rey está desnudo”. Hasta que no se resuelvan las causas de fondo (la guerra, el crecimiento de la economía mundial, la reconstrucción de las cadenas de suministros), lo único que van a conseguir es que los más vulnerables terminen financiando la red de contención de los más ricos. O será que es eso lo que están buscando?