Decenas de alumnos entran a toda prisa en las aulas en cuanto suena la campana del colegio Al Wahda de la capital de Yemen, un país asolado por la guerra y con millones de niños sin escolarizar.
De norte a sur de este país pobre y dividido de la península arábica, los estudiantes sueñan con «un futuro brillante» y con «reconstruir» lo que la guerra ha destruido.
Los niños de Al Wahda hacen un saludo a la bandera de Yemen al son del himno nacional en el patio del establecimiento donde los azulejos rotos y los impactos de bala en las paredes recuerdan que en el exterior se libra una guerra.
La vuelta a clase comenzó el 16 de septiembre en el norte del país y en la capital, Saná, en poder de los rebeldes hutíes.
También en el sur, controlado por el gobierno del presidente Abd Rabbo Mansur Hadi.
«Espero que la guerra termine para que podamos acabar tranquilamente nuestros estudios y convertirnos en médicos, ingenieros o pilotos», comenta Moktar Yahya, de 15 años, más bien optimista. «Lo conseguiremos si Dios lo quiere».
Yemen está en guerra desde septiembre de 2014, cuando los hutíes, apoyados por Irán, entraron en Saná y tomaron el poder por la fuerza con la ayuda de una parte del ejército.
Una coalición militar liderada por Arabia Saudita intervino en marzo de 2015 para intentar expulsarlos. Han transcurrido más de tres años y esta coalición todavía no ha logrado restablecer el gobierno de Hadi, reconocido internacionalmente.
Alrededor de 10.000 personas han muerto, entre ellas 2.200 niños, y más de 56.000 han resultado heridas. Según la ONU, tres de cada cuatro yemeníes necesitan ayuda, sobre todo alimentaria, y el país se encuentra bajo amenaza de hambruna y de un tercer brote de cólera.
– Economía y salud –
La contienda bélica ha destrozado la economía y los sistemas de salud y de educación.
Este mes Unicef anunció que 2.500 colegios de los 16.000 que cuenta el país han quedado fuera de servicio.
Aproximadamente el 66% de estos 2.500 establecimientos han sufrido daños irreversibles, el 27% han cerrado las puertas definitivamente y el 7% sirven para acoger a los desplazados, según la misma fuente.
Debido a la guerra, 1,84 millones de niños se han quedado sin colegio. Antes del comienzo del conflicto ya había 1,6 millones sin escolarizar, según estadísticas de 2017. La mitad de los 27 millones de habitantes de Yemen son menores de 18 años.
Cuatro millones de jóvenes se exponen a quedar sin enseñanza, según Unicef, sobre todo en el norte del país debido al impago de los salarios del 67% de los profesores desde hace dos años.
Taha Okba, alumna de 14 años del centro Al Wahda de Saná, tiene un «mensaje para el mundo»: «dejen de hacer la guerra y de bombardearnos de camino al colegio, para que podamos tener un futuro brillante».
El 9 de agosto, un bombardeo aéreo contra un autobús en el norte de Yemen causó 51 muertos, entre ellos 40 niños. Dos semanas después, 26 niños y dos mujeres perdieron la vida en dos ataques en el oeste.
– Niños soldados –
A dos pasos del colegio Al Wahda, Alaa Yaser, de 15 años, intenta reparar un coche.
«Nos fuimos de Taez (gran ciudad del sudoeste) hace un año y dejé el colegio para trabajar con mi padre», explica.
Con 12 años, Mohamed Hisham al Saqqa también tuvo que abandonar el colegio tras la muerte de su padre hace tres años. «Me gustaría tanto ir al colegio, pero mi madre no puede pagar la matrícula y el material», dice.
Según Unicef, el 70% de los niños viven en la pobreza, 2,9 millones son desplazados por la guerra y 72% de las adolescentes ya están casadas antes de cumplir los 18 años.
La organización afirma haber registrado 2.630 niños soldados.
En Adén, en el sur del país, la vuelta a clase ha transcurrido en condiciones mejores, bajo la supervisión del gobierno de Hadi.
En los bancos del colegio Sama Aden, Hamza Saber Said e Hisham Moad, ambos de 12 años, sueñan con un futuro boyante. El primero quiere «reconstruir» lo que la guerra ha destruido y el segundo con ser abogado para defender a «las personas vulnerables».