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Chagas ‘for export’: ¿qué pasa cuando las enfermedades desatendidas llegan a los países centrales?


Cuando enfermedades que se creían “endémicas” de zonas con economías emergentes llegan a los países centrales crecen las inversiones en investigacion. Sin embargo, la ciencia que no se hizo deja sus huellas. ¿Qué paralelismos se pueden trazar Chagas, Covid-19 y viruela del mono?

Por Celina Abud / de la Red Argentina de Periodismo Científico

La irrupción de la viruela del mono en Europa o Estados Unidos incrementó la inversión en investigación de vacunas, formas de prevención y fármacos, un comportamiento que se repite con las denominadas «enfermedades desatendidas» como el Chagas cuando llegan a los países centrales, según coincidieron en señalar distintos especialistas, quienes advirtieron que «la ciencia que no se hizo deja sus huellas».

En África, la llamada monkeypox está presente desde hace años con fallecimientos incluidos, sin que estos acontecimientos llevaran a los principales actores en salud pública mundial a buscar soluciones contrarreloj.

Esto mismo ya ha sucedido previamente con ébola y otras afecciones que se creían endémicas en determinadas regiones, hasta que países con mayores recursos reconocieran su presencia.

Es el caso de la enfermedad de Chagas -histórica en la Argentina- pero cuya presencia en los últimos tiempos también se confirmó en Estados Unidos, con cerca de 300 mil casos, y en Europa donde, según cifras de la OMS, se calcula que existen 80.000 afectados, de los cuales 42.000 están en España.

No es casual que la investigación sobre esta enfermedad, causada por el parásito Tripanozoma Cruzi haya aumentado (y mucho).

De acuerdo con el repositorio PubMed, para el período de los últimos 10 años, se registran más de 14.500 artículos en el que mencionan la palabra Chagas, de los cuales más de 8.900 corresponden a los últimos 5 años.

En tanto, desde 2020 –año en el que salió un estudio sobre la presencia del Chagas en Nueva York en el Open American Forum– en total fueron más de 4.800 resultados positivos, con lo que se ve un fuerte crecimiento proporcional de papers.

Sergio Sosa-Estani, director ejecutivo de la oficina para Latinoamérica DNDI (Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas) indicó a Télam-Confiar que, «cuando una problemática de salud se expande a países de altos ingresos, incide en la dinámica de investigación».

Como ejemplos citó que cuando Europa y especialmente España reconocieron la presencia de la afección, se crearon programas específicos para dar respuesta, a la par que colaboraron con equipos de Latinoamérica.

El auge de las investigaciones de hoy trazan un «prometedor escenario, donde tenemos a la vista dos nuevas entidades químicas como candidata y estamos esperando finalizar una etapa preclínica para nominar un tercera nueva entidad como posible, lo que se suma a los trabajos con drogas anteriores», señaló Sosa-Estani.

«La comunidad científica atendió la necesidad de evaluar nuevos esquemas y hay alrededor de seis estudios clínicos donde se analizan otros regímenes para tener iguales beneficios con mayor seguridad», indicó.

Otros de los «gestos» de Estados Unidos cuando reconoció que existía población afectada (principalmente la migrante) fue «el registro por parte de la FDA del benznidazol en 2017 y más recientemente del nifurtimox, porque si los registra, se reconoce que los tratamientos son válidos», indicó. Sin embargo, lamentó que aún no esté garantizado el diagnóstico y tratamiento para todos.

Por otra parte, a nivel global, se produjo una mayor en inversión en I+D, a la par que se organizaron diferentes instituciones. «De hecho se ha fundado la Coalición Chagas (con la DNDi y cuatro entidades más)».

Por su parte, Ana María Vara, investigadora de comunicación de la ciencia en el Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Martín (LICH-UNSAM), compartió que referentes del área de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, entre ellos David Hess, propusieron la noción de «undone science» o «ciencia no hecha», que da cuenta de los desbalances en la inversión en investigación, que son sistémicos y estructurales.

«La noción suena sofisticada, pero si reflexionamos, es casi obvia. Dado que hacer investigación es caro, requiere muchas experticias y tecnología, hay una tendencia sistemática a que la producción de conocimiento refleje los intereses y valores de las élites. Tanto en la inversión privada como en la pública», remarcó en diálogo con Télam-Confiar.

«Por lo tanto, los sectores desfavorecidos económica y socialmente, resultan también desfavorecidos en cuanto a la producción de conocimiento en relación con sus problemas y necesidades. Y esto sucede entre países y al interior de los países», resaltó Vara para luego aclarar que «cuando hablamos de acceso al conocimiento, no se trata meramente de que hay sectores de la población que no reciben información sobre lo que se investiga, sino de que no son escuchados ni atendidos en sus reclamos sobre lo que debería investigarse».

La investigadora de la UNSAM mencionó que «a la ‘undone science’ se suma el régimen dominante de producción de conocimiento, es decir, quién financia, qué se financia, quien se apropia del conocimiento generado y cómo llega el producto a sus usuarios».

Y agregó que en este momento histórico, la producción de conocimiento se hace en el «régimen de privatización globalizado», una noción propuesta por Phililp Mirowski y Esther-Mirjam Sent, que propone que por más que «el conocimiento se produzca con dinero público, o que una start-up pueda iniciar un desarrollo, lo más probable es que llegue al mercado a través de una empresa transnacional», ya que son las que tienen los recursos para conducir ensayos clínicos, responder exigencias regulatorias, producir en cantidad y distribuir en todo el mundo.

Por su parte, el investigador principal del Conicet, Fernán Agüero, licenciado en Ciencias Biológicas y Doctor en Ciencias Químicas que participó en el desarrollo de TDR Targets 6 -un software que busca colaborar en los tratamientos de enfermedades desatendidas- coincidió en que, «cuando las enfermedades afectan a países ricos, crece el interés, financiamiento y por ende las investigaciones».

En este sentido, advirtió que «éste es el caso de la Enfermedad de Chagas que, por mucho tiempo, se decía que era endémica de América del Sur, cuando ahora sabemos que es endémica en todo el continente americano y su reconocimiento en Estados Unidos hizo que aumente el financiamiento, las investigaciones y el interés que tiene el NIH, CDC, en esta enfermedad».

«Nosotros en el laboratorio tenemos un subsidio del NIAID/NIH (Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos) para investigar las respuestas inmunes adaptativas (de anticuerpos) de distintos individuos frente a la enfermedad de Chagas en búsqueda de antígenos (marcadores serológicos) que luego pueden ser utilizados para desarrollar inmunoensayos (para diagnóstico de infección, seguimiento de pacientes).

«Este proyecto no está directamente relacionado con TDR Targets pero sí fue subsidiado porque sin duda, creció el interés», concluyó Agüero, quien es miembro fundador de la Asociación Argentina de Bioinformática y Biología Computacional (A2B2C) y profesor en la UNSAM.

*Esta nota es una producción de Télam-Confiar, una plataforma con información especializada en ciencia, salud, ambiente y tecnología (www.telam.com.ar/confiar).