Por Hernán Reyes Alcaide, Corresponsal en Roma - Télam
La renuncia esta semana del canciller italiano Luigi Di Maio al oficialista Movimiento Cinco Estrellas, hasta entonces la mayor fuerza parlamentaria del país, es vista por analistas como la primera gran consecuencia de peso que la invasión rusa a Ucrania provoca en la política europea en general y de Italia en particular, en un marco en el que las subas de precios derivadas del conflicto pueden llevar al continente a una recesión y a un aumento de las desigualdades que reforzarían a las fuerzas de extrema derecha de cara al futuro.
«La agresión rusa contra Ucrania ha producido y produce consecuencias muy importantes en la política y los partidos italianos, y más allá», planteó en diálogo con Télam el politólogo y exsenador Gianfranco Pasquino.
La referencia del intelectual se da luego de que esta semana Di Maio dejara el Cinco Estrellas, por el que fue electo al Parlamento en 2013 y 2018, para formar junto a otros 50 legisladores el grupo «Juntos por el futuro», en desacuerdo con la política oficial de su ahora exfuerza de plantear algunos grises en el envío de armas a Ucrania planteado por el Gobierno italiano.
En ese marco, el periodista y ensayista Iacopo Scaramuzzi, especializado en las fuerzas conservadoras europeas, opinó ante Télam que «primero la pandemia y luego la guerra rusa en Ucrania han acelerado, pero sobre todo develado, una crisis de los partidos ya madura hace tiempo».
Para Scaramuzzi, esto se da «en Italia pero también en Francia y Alemania, en donde las culturas políticas tradicionales no parecen más estar en grado de responder al ‘desorden mundial’ y a la ‘edad de la rabia’, para usar algunas definiciones de politólogos, sin cambiar profundamente la agenda, los métodos y las alianzas».
La renuncia al Cinco Estrellas de Di Maio, que de todos modos permanecerá como canciller, cambió en ese sentido el mapa político del país, al dejar como primera fuerza a la centroderechista Liga, uno de los tantos partidos que desde todo el arco ideológico sostienen al Gobierno del premier Mario Draghi.
Con la guerra iniciada ya hace más de cuatro meses, una de las principales aristas del conflicto a la que políticos de toda Europa miran con interés es el fenómeno inflacionario producido por una guerra entre dos de los mayores productores de alimentos y energía del mundo.
Federico Cavallo, de la consultora Altroconsumo, enumeró frente a Télam que a causa del conflicto tienen medido un alza en precios del 35% en la electricidad, 20% en el diésel, 13% en la harina 00 y cerca de un 70% en el aceite de girasol. Todos pilares fundamentales de una canasta básica italiana que empieza a sentir los impactos del conflicto y a la que los especialistas piden seguir de cerca.
«Incluso más que la pandemia y la guerra en sí, lo que puede cambiar profundamente el escenario político es la recesión que podría llegar en los próximos meses», advierte Scaramuzzi.
El autor del libro sobre los conservadores europeos «¿Dios? Al fondo a la derecha» analizó en ese marco que «lamentablemente en la historia las recesiones tienden a favorecer movimientos nacionalistas y xenófobos». Los logros de la francesa Marine Le Pen en las últimas legislativas de su país son una muestra del avance de la derecha en algunos países del continente en el escenario de posguerra.
Pasquino también pide poner atención en la evolución de los precios como posible factor determinante sobre la política en Europa en un marco en el que, cree, «los migrantes ya no parecen ser el tema más importante en las campañas electorales de la derecha».
Para el profesor emérito de la Universidad de Bologna, en ese punto, «las desigualdades económicas y sociales y, por supuesto, la crítica a las élites tecnocráticas, incluidas las europeas, han primado en las consignas de la derecha y la izquierda populistas».
Según Scaramuzzi, en esa dirección, las derivaciones del conflicto y las presiones sobre la dirigencia continental pueden de todos modos tener «un aspecto positivo, en el sentido de que ya no será el tiempo de una política que por años ha vivido del relato, del ‘like’ y de liderazgos efímeros en su nacimiento y muerte, ya que ahora los problemas son concretos y graves».
Así, para el periodista y ensayista, «la política puede tener sentido solo si encuentra soluciones y respuestas a las aspiraciones reales de las personas a partir de trabajo, salud, crisis ambiental».
En ese contexto, la consultora Euromedia Research, que hace un seguimiento semanal de la imagen de los principales dirigentes italianos, registró que en las últimas semanas, a medida que el alza de los precios comienza a sentirse en la canasta básica de los ciudadanos, la imagen del premier Draghi bajó por primera vez del 50%.
Para Pasquino, de cara al futuro político continental y ya con un ojo en las elecciones italianas de marzo de 2023, «la guerra, por un lado, permite a la izquierda, signifique lo que signifique esa palabra, criticar a EEUU y la OTAN, declararse pacifistas y buscar, no sé si conseguir, los votos de los que no quieren ninguna guerra y son antiamericanos, siempre y en todo caso».
«Por otro lado, la guerra permite a los europeístas, entre los que se encuentran muchos partidos de izquierda, no todos, demostrar que sólo si Europa es capaz de cohesionarse podrá defenderse y construir su futuro«, agrega el exsenador.
De cara a lo que puede desencadenarse como una «crisis alimentaria global», según han advertido el papa Francisco y Draghi, entre otros, la diplomacia italiana en particular y europea en general trabaja a contrarreloj para evitar no solo la hambruna que podría recaer sobre millones de personas sino también sus posibles consecuencias en el plano de la geopolítica y la seguridad.
Fue el propio Di Maio quien reconoció este sábado que están «discutiendo sobre el trigo en todos los foros internacionales, reflexionando también sobre cómo la escasez puede derivar en problemas económicos en Europa y sobre posibles crisis en territorios como África, donde podrían darse golpes de estado de organizaciones terroristas, sectores militares y también el aumento de las migraciones a la Unión Europea».
Además de una salida sostenible de largo plazo para frenar el alza de precios, como sería el fin de la guerra, la única opción que parece alcanzable para la dirigencia mundial es al menos lograr que se desbloqueen las cerca de 60 millones de toneladas de grano ucraniano frenadas en los puertos de ese país a causa del conflicto.
«El trigo es importante en la dieta mediterránea, pero en su escasez también abre efectos políticos en el mundo. En esto se necesita trabajar para desbloquear los puertos ucranianos que se pondrán en marcha en los próximos días», planteó en un encuentro en el sur de Italia, enfocando la hambruna que podría sufrir toda África desde la preocupación por la seguridad y el bienestar europeo que hoy mueve a los dirigentes del Viejo Continente.