(*) Con la tasa de inflación corriendo a un ritmo interanual de más de 60%, el mayor desde 1991, el BCRA está mostrando cierta proactividad para encarar su principal desafío: evitar que la dinámica inflacionaria se siga espiralizando
En su pulseada contra la inflación, el Banco Central avanzó esta semana en subir la tasa de referencia en 300 puntos básicos. Esta fue la sexta suba consecutiva en lo que va del año, período en el cual la tasa aumentó de 38 a 52 por ciento (+14 puntos básicos).
Con la tasa de inflación corriendo a un ritmo interanual de más de 60 por ciento, el mayor desde 1991, el Central está mostrando cierta proactividad para encarar su principal desafío: evitar que la dinámica inflacionaria se siga espiralizando y que se siga erosionando la confianza en el peso.
De ahí que en su comunicado la autoridad monetaria explicó que tomó esta medida para «mejorar la remuneración del ahorro en pesos y continuar con el proceso de gradual normalización de la tasa de política monetaria».
Sin embargo, dados los desequilibrios de los que estamos partiendo, la medida puede ser pan para hoy e inflación para mañana.
El BCRA se encuentra engranado en un círculo vicioso de emisión y deuda remunerada. Lo que emite luego lo esteriliza con letras de corto plazo. Pero para que el mercado acepte este intercambio debe pagar un interés.
Cada suba de la tasa de referencia implica una dinámica más explosiva de estos pagos de intereses.
Hoy el stock la deuda remunerada del Central es equivalente a 1,5 veces el stock total de base monetaria.
En otras palabras, suponiendo el escenario catastrófico de que el mercado no renueva la deuda del Banco Central, la autoridad monetaria debería más que duplicar la base monetaria.
Este riesgo encima está ponderado por el hecho de que este stock de deuda se encuentra colocado a plazos cortos, en su mayor parte menos de un mes (de ahí también que la tasa de referencia sea a 28 días).
Esta estructura de contratos refleja la desconfianza de los acreedores del BCRA sobre las condiciones económicas argentinas.
Si el balance del Central no se sanea, más temprano que tarde, esta deuda se transformará en emisión e inflación.
Pero para evitar este escenario, no alcanza con las acciones del BCRA, sino que será imprescindible el accionar del Tesoro. Ninguna política monetaria es sustituta del orden fiscal.
En lo que va del año el BCRA le giró al Tesoro Adelantos Transitorios por más de 600 mil millones de pesos.
E incluso con estas transferencias, el Tesoro debió acelerar cada vez más la emisión de deuda en el mercado doméstico.
Si no se atacan estos desequilibrios de fondo, entonces la tarea del Banco Central será espuria y no alcanzará para quebrar la dinámica inflacionaria ni torcer las expectativas del mercado.
(*) – Eugenio Marí es economista y jefe de la Fundación Libertad y Progreso.