Por: Lucía Romano (*)
Bullying, acoso, hostigamiento, violencia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al bullying como «toda intimidación o agresión física, psicológica o sexual contra una persona en edad escolar en forma reiterada de manera tal que causa daño, temor y/o tristeza en la víctima o en un grupo de víctimas».
Es importante remarcar que este tipo de acoso se da entre compañeros de colegio, pares. Frente a esto me pregunto, ¿son pares?, pares que no están en pie de igualdad, pares desiguales. Uno es víctima y el otro, victimario.
Existen variadas características o condiciones que puede tener un niño, niña o adolescente que resulten objeto de acoso escolar. Ser estudioso, gordo, muy flaco, el color de piel, ser «feo» en relación a los parámetros de la sociedad del momento, la situación económica familiar, la orientación sexual, la identidad de género, la temporalidad de la iniciación sexual, y la lista sigue.
Ser distinto, distinto con relación a un estándar, que nadie sabe muy bien quién ideó, pero con el que debemos coincidir, de lo contrario, seremos señalados, acosados, o violentados.
Me detengo aquí en lo que podemos llamar la trampa de la modernidad; de tanto parametrizar tareas, funciones y procesos, parametrizamos a los seres humanos.
La trampa es que todos somos diferentes, por lo cual ese estándar nunca será alcanzado, lo que produce frustración, depresión y al mismo tiempo, da vida a un fenómeno profundamente doloroso, con consecuencias terribles para la psiquis de quienes lo sufren, hasta el extremo de quitarse la vida, el bullying.
Según un estudio llevado a cabo por la ONG internacional «Bullying Sin Fronteras» para América, Europa, África, Oceanía y Asia, seis de cada 10 niños sufren acoso escolar diariamente a nivel mundial.
En palabras de Javier Miglino, director general de BSF «el bullying y el ciberbullying son asesinos silenciosos que cada año matan a 200.000 niños y jóvenes en todo el mundo. Esos asesinos se nutren de tres venenos: la soledad, la tristeza y el miedo».
El país con más casos de bullying relevados en este informe es México, con una estadística de siete de cada 10 niños, niñas y adolescentes víctimas de este tipo de acoso, registrándose 180.000 casos graves.
Lo siguen de cerca Estados Unidos y China, con seis de cada 10. La Argentina se encuentra en el lugar número 12, de un ránking de 30 países con más casos de bullying relevados.
Sirven para contextualizar las alarmantes estadísticas brindadas por el citado informe: el 85% de los casos suceden en la escuela, sin embargo, más del 90% no son reportados por los maestros.
El 74% de los niños entre los ocho y los 14 años de edad ha sufrido bullying al menos una vez, en particular, nueve de cada 10 estudiantes homosexuales son insultados debido a su orientación sexual y el 82% de los niños con alguna discapacidad son acosados en el colegio.
Mensualmente, tres millones de chicos no van a la escuela debido al bullying que sufren y 200.000 niños, niñas y adolescentes pierden sus vidas anualmente resultado del bullying y cyberbullying a nivel mundial.
Lamentablemente, tendemos a minimizar al bullying y a sus consecuencias. Solemos tener la falsa sensación de que los casos graves de bullying son algo lejano o una excepción, que los chicos siempre fueron así y «¿a quién no lo cargaron en la escuela?».
Es hora de que entendamos que el bullying no es un chiste, no es una broma, es un hostigamiento y como tal debemos abordarlo con extrema seriedad. No nos asombremos con las noticias de niños de nueve o 12 años que se suicidan producto del bullying que sufren, porque el bullying mata.
Eduquemos a nuestros niños niñas y adolescentes de manera tal que sean conscientes de las consecuencias trágicas e irreparables del bullying, antes de que sea demasiado tarde.
(*) – Lucía Romano es legisladora porteña de Juntos por el Cambio.