Ciudad

Ambientalistas llevan un petitorio al intendente Javkin para que se revisen distancias libres de fumigaciones


La norma, que fue intensamente debatida por el Concejo Municipal hasta que se aprobó en diciembre de 2011, permaneció, sin embargo, sin reglamentar hasta que enero de este año el Departamento Ejecutivo avanzó en su interpretación

Integrantes del colectivo Paren de Fumigarnos llevarán este martes al intendente Pablo Javkin un petitorio para que se revea la reglamentación de la ordenanza que regula uso y distancias para la aplicación de productos fitosanitarios “convencionales” sobre cultivos locales.

La norma, que fue intensamente debatida por el Concejo Municipal hasta que se aprobó en diciembre de 2011, permaneció, sin embargo, sin reglamentar hasta que enero de este año el Departamento Ejecutivo avanzó en su interpretación. Esto quiere decir que estaba vigente, pero en parte, ya que no tenía el seguimiento adecuado; sin embargo, ahora que se habilitó el paso clave para llevarla adelante en forma integral, organizaciones ambientalistas observan que la distancia para la aplicación de agroquímicos se redujo a la mitad y que varios artículos clave no están reglamentados, entre ellos el que establece la distancia mayor a 100 metros para el uso de agroquímicos de las márgenes de los arroyos Ludueña y Saladillo, y los canales Salvat e Ibarlucea.

La intención declarada de las y los concejales de la comisión de Ecología que hace más de una década consensuaron el proyecto que se aprobó era la impulsar en Rosario “la implementación paulatina de un modelo de agricultura orgánica o ecológica”, que además “sirva como ejemplo multiplicador en localidades del interior de la provincia”. “Debe ser un compromiso de la sociedad en su conjunto promover actividades productivas que no dañen el medioambiente o la salud de las personas”, detallaron en las consideraciones.

Sobre esa base, y tomando en cuenta las porciones de suelo no urbanizable dentro de los límites geográficos de la ciudad que se utilizan para cultivo, la ordenanza 8.871 estableció la llamada “frontera agronómica”, el punto cero desde el cual, hacia el ejido urbano, está totalmente prohibido el uso de productos fitosanitarios. También el punto a partir del cual, hacia afuera, queda establecida una “zona intermedia” en la que se permite la aplicación únicamente de productos aprobados para la producción orgánica y agroecológica, esto es biopreparados –muchas veces de factura a pequeña escala, utilizando variedades de plantas, cenizas y otros insumos no tóxicos–. Esa distancia se estableció en 50 metros durante el primer año de vigencia de la norma, y de 100 metros a partir del segundo año. Pero las organizaciones ambientalistas dicen que la nueva reglamentación –establecida en el decreto 0070/2022 en enero de este año– retrotrae esa franja a 50 metros, es decir, se vuelve al inicio.

La implicancia es que a partir de los 50 metros se habilita la aplicación de agroquímicos “convencionales”, que el colectivo Paren de Fumigarnos llama simplemente venenos. Además establece para productores frutihortícolas un primer año para adecuarse a las “buenas prácticas agrícolas” y capacitarse en producción agroecológica, con presentación de un plan de reconversión hacia ese modelo para aplicarse en el segundo año, retrotrayendo también en ese aspecto los tiempos originales.

Perjudica la salud de la población rosarina acercando la línea agronómica para la aplicación de venenos sobre las casas de los vecinos”, sostuvo Paren de Fumigarnos, que este martes presentará su reclamo, que también llevará al Concejo Municipal con el pedido de que la comisión de Ecología primero y el pleno del cuerpo después voten algún tipo de pedido de revisión.

Es muy sencillo lo que le pedimos al intendente. No creo que vaya a haber problemas, porque es que se respete la ordenanza”, aclara Eduardo Rossi, técnico químico y uno de los intervinientes en la ordenanza original hace una década, y uno de quienes piden la revisión de su reglamentación ahora.

Rossi forma parte de la organización Equística, una de las decenas que integran el colectivo Paren de Fumigarnos. Y aclara que si alguna unidad productiva no extensiva, pero sí intensiva, sigue utilizando agroquímicos y los aplica con mochila pero no tiene en cuenta las “buenas prácticas” para hacerlo –velocidad del viento, humedad, criterios de aplicación– las aspersiones pueden superar la distancia de 100 metros “y contaminar a alguna producción agroecológica o a los vecinos”. Con condiciones en contra, dice Rossi, la aspersión puede llegar a los 300 metros.

La publicación del decreto 0070 que reglamentó la ordenanza de 2011, pone en marcha un mecanismo establecido que no se había implementado en las dos gestiones de Mónica Fein al frente del Palacio de los Leones, ni hasta ahora: la constitución del Comité Ejecutivo de Coordinación y Acción (Ceca). Según se previó en la ordenanza original, este cuerpo debía ser conformado por representantes de la Subsecretaría de Medio Ambiente, la Secretaría de
Producción, el Programa de Agricultura Urbana y la Secretaría de Salud; Instituto Municipal del Alimento y agencias del Inta de la región. Entre sus funciones está la de confeccionar el Registro único de productores agrícolas, frutihortícolas, pecuarios y huerteros que tengan actividad dentro de la ciudad; llevar –y publicar en línea– un mapa de las actividades que se realizan, cantidad de productores, tipos de producción, ubicación y “toda información importante” sobre el tema.

El decreto reglamentario incorpora un equipo de fiscalización del Ceca, integrado por ingenieros agrónomos, y dispone 180 días para que el Comité se conforme y redacte su reglamento interno.

Ese aspecto resulta clave para el control de la producción agroecológica, “que es lo que pretende impulsar esta ordenanza”, destacó Rossi.

El miembro de la organización Equística forma parte del consejo asesor de la comisión de Ecología del Palacio Vasallo, y recuerda que cuando se debatió la normativa, el problema era mucho más acuciante que ahora: había lotes en zona oeste con soja, y también en los alrededores del Aeropuerto Islas Malvinas. “Inclusive allí se fumigaba con avión”, rememora.

Después de la ordenanza, celebra, “no se usó más ningún aparato terrestre tipo mosquito, ni aviones”. Y que en los lotes chicos se redujo considerablemente la aplicación: “La mayoría se reconvirtió, o sea que todo el periurbano de Rosario prácticamente es agroecológico. Quedaron pocas quintas que seguían usando algún producto agrotóxico, pero lo usaban aplicando la ordenanza. Se adecuaron a la ordenanza”. Pero de igual modo distingue que Rosario, “a diferencia de otras localidades, no tiene tanta extensión de tierra” con cultivos próximos a las zonas urbanas, lo que hizo más simple la aplicación de la normativa.