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40 años después, entierran con honores a un tripulante rosarino del «General Belgrano»


Felipe Santiago Gallo, que tenía 23 años cuando el buque argentino fue bombardeado y hundido por las fuerzas inglesas, fue sepultado este lunes en un área destacada del cementerio El Salvador

Un joven marino muerto en el hundimiento del Crucero «General Belgrano» durante la Guerra de Malvinas fue sepultado este lunes con honores en un área destacada del cementerio El Salvador, de Rosario, en una ceremonia a la que, 40 años después, asistieron su hijo, que en aquel momento era un bebé; sus nietos, amigos del soldado y veteranos del conflicto bélico.

La inhumación de los restos de Felipe Santiago Gallo, que tenía 23 años cuando el buque argentino fue bombardeado y hundido por las fuerzas inglesas, se concretó el mismo día en el que se cumplen cuatro décadas de aquel hecho.

Gallo, nacido en el barrio de Fisherton, tenía tres hermanos (dos mujeres y un varón), estaba casado y era padre de un bebé de nueve meses. Era electricista con rango de suboficial de la Marina y se encontraba en la sala de máquinas del ARA «General Belgrano (C-4)» cuando en la tarde del 2 de mayo de 1982 la nave fue blanco de dos torpedos disparados por el submarino nuclear Conqueror, de la Armada británica.

El joven sobrevivió, pero pese a los intentos por salvar su vida murió por las gravísimas quemaduras que laceraron su cuerpo.

Sus restos fueron sepultados en el Paseo de los Ilustres, un sector destacado del cementerio El Salvador, que desde hoy rinde tributo por primera vez a un excombatiente. Su tumba anterior estaba en el subsuelo de la necrópolis, en un nicho que había cedido el municipio a la familia.

Rodolfo Cordiglia, compañero de Gallo, contó que lo conoció antes del inicio del conflicto. Reveló que en su primera charla, lo abrazó cuando Gallo le contó que iba a ser padre.

Posteriormente fueron separados, ya que Gallo partió rumbo al crucero y Codiglia fue destinado a un barco utilizado para la asistencia médica. Días más tarde, tras el hundimiento del crucero, Gallo fue trasladado al área de Cordiglia, que socorrió a su amigo que tenía quemaduras graves en el 70% del cuerpo, que finalmente le provocaron la muerte. Falleció en el buque «Bahía Paraíso».

Pero antes Gallo le había entregado a su amigo una foto suya para que se la enseñara a su hijo, a quien hoy pudo finalmente abrazar y entregarle esa imagen.

Santiago Gallo, acompañado por sus hijos, se mostró muy emocionado y sostuvo que «a partir de todo este encuentro para mí las cosas tienen otro sentido».

El hombre apuntó que sus primeros recuerdos de la guerra son «que me cuenten que mi viejo había fallecido en Malvinas, o ir al colegio primario y que todos los años cada vez que había un acto nos pusieran delante de todos a mí y a otro chico también hijo de un caído en Malvinas».

Y el excombatiente Rubén Rada consideró que hoy «estamos recordando a un pibe que tuvo la cualidad de cumplir la palabra empeñada, que si muchos lograran hacerlo quizás hoy viviríamos en otra circunstancia. Gallo juró defender la bandera de Belgrano y cumplió entregando lo más preciado que tenía, que era su vida».

Los padres de Norma fallecieron pocos años después de la primera inhumación de los restos del joven, uno de los 37 santafesinos muertos en ese episodio.

«Creo que murieron esperando que mi hermano volviera. Mi mamá no podía dejar de llorar», recordaba una de sus hermanas.