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Científicos argentinos buscan evaluar el impacto de los fármacos en ecosistemas antárticos


El proyecto busca conocer qué cantidad de esos fármacos va a parar a las costas después de pasar por las plantas depuradoras y cómo la presencia de estos compuestos orgánicos sintéticos afecta el desarrollo de la vida acuática

Investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA) evaluarán el impacto sobre los ecosistemas costeros que provocan los antinflamatorios no esteroides que llegan a esas aguas a través de las plantas de tratamiento cloacal de las estaciones científicas en ese continente.

El proyecto busca conocer qué cantidad de esos fármacos, que son consumidos en las bases antárticas al igual que en el resto del mundo, va a parar a las costas después de pasar por las plantas depuradoras y cómo la presencia de estos compuestos orgánicos sintéticos afecta el desarrollo de la vida acuática.

El doctor en Biología de la Universidad de Buenos Aires y jefe del Área de Ciencias de la Vida del IAA, Martín Ansaldo, afirmó en diálogo con Télam que «una de las líneas de trabajo generales en la investigación de la vida en la Antártida tiene que ver con las adaptaciones que los diferentes organismos desarrollan frente al cambio climático o la acción antrópica», es decir por la actividad humana.

En ese sentido, precisó que junto profesionales de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) «estamos encarando un relevamiento sobre cómo los antinflamatorios de uso común como el paracetamol, ibuprofeno o el diclofenac, que son consumidos en las bases antárticas, llegan al agua y qué efectos produce».

Ansaldo sostuvo que «el objetivo es saber qué es lo que pasa cuando estos compuestos -que son muy poco degradables- llegan a los ecosistemas costeros, cuál es su incidencia e identificar organismos que reaccionen a esos contaminantes; para eso vamos a realizar bioensayos de exposición con organismos nativos en los que podamos evaluar su respuesta fisiológica».

«La contaminación mecánica por acción de microplásticos está más difundida, pero se habla muy poco de las consecuencias sobre los ecosistemas de todo el mundo que tiene la contaminación por productos orgánicos sintéticos como los fármacos, no sólo antinflamatorios, sino también ansiolíticos y muchos remedios de venta sin receta; todos son grandes desorganizadores endócrinos que cuando llegan a los cuerpos de agua pueden, por ejemplo, feminizar a los machos de una población de peces reduciendo su tasa de reproducción o impedir la metamorfosis de algunos anfibios», detalló.

El científico señaló que «la investigación se va a llevar adelante en la base Carlini donde vamos a comenzar con relevamientos y encuestas para saber qué medicamentos se consumen, en qué cantidades y en qué períodos del año; después vamos a tomar muestras de las aguas antes y después de pasar por la planta depuradora, del agua de mar en cercanías del desagote de la planta y de los sedimentos, y todo eso va a ser analizado en la Unsam para identificar los niveles máximos presentes de cada fármaco».

«Con todos esos datos vamos a trabajar en el acuario de la base Carlini, donde vamos a someter a crustáceos y moluscos nativos de ese ecosistema a la exposición a niveles de esos contaminantes similares a los detectados; se van a hacer ensayos de exposición aguda y crónica, y también se van a hacer variaciones en la salinidad y la temperatura de los acuarios para evaluar el efecto del cambio climático sobre la acción de los fármacos», agregó.

«Después de las pruebas, estos organismos van a ser analizados para identificar sus respuestas fisiológicas a la exposición a los fármacos, para verificar si hay daños en sus glándulas digestivas o disrupciones en sus membranas; la idea es poder medir cómo afecta al ecosistema todo el porcentaje de esos medicamentos que no es metabolizado por las personas que los consumen ni degradado en las plantas cloacales», completó Ansaldo.

El Área de Ciencias de la Vida del IAA está conformada por los departamentos de Ecofisiología y Ecotoxicología, Predadores Tope, Microbiología y Comunidades Planctónicas, que abordan la investigación de todos los organismos presentes en la Antártida.

La base antártica Carlini está ubicada en la península Potter de la isla 25 de Mayo perteneciente al archipiélago de las Shetland del Sur, a unos 1.000 kilómetros de la ciudad fueguina de Ushuaia y a 3.700 de Buenos Aires.

Allí, la temperatura ronda entre los -2 °C y 3 °C durante el verano y, durante el invierno, las marcas promedio se ubican entre los -10 °C y -20 °C.