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Cecilia Carranza: «En el deporte existe una violencia simbólica muy naturalizada»


Foto: Julián Sarracino

La rosarina, campeona olímpica en Río 2016, destacó la importancia de "poder visibilizar" diversidades relacionadas con la orientación sexual, la identidad de género y la discapacidad

Por Fernando Bianculli – Télam

La campeona olímpica rosarina Cecilia Carranza Saroli, militante de los derechos de la comunidad LGBTQ+, analizó que en el deporte «existe una violencia simbólica muy naturalizada» y destacó la importancia de «poder visibilizar» diversidades relacionadas con la orientación sexual, la identidad de género y la discapacidad.

Sobre esos aspectos se articula su ciclo de entrevistas «Identidades TNT Sports», en el que conversa y reflexiona con deportistas trans, gays e inválidos a través del recorrido de sus historias de superación.

«El objetivo es poder visibilizar y naturalizar algunas problemáticas para generar identificación», explica la rosarina en una entrevista con Télam sobre los envíos que se emiten semanalmente los miércoles hasta el próximo 4 de mayo.

Carranza Saroli, regastista de 35 años, con dos décadas de experiencia en la alta competencia, advirtió que en el deporte «existe una violencia simbólica que muchas veces muta a violencia física y provoca el abandono de la actividad en las personas receptoras de esa violencia».

En lo vinculado con la orientación sexual, ese rechazo cultural a la diversidad se genera por «un estereotipo de masculinidad presente en la sociedad» que obliga al deportista a «ser fuerte, macho y tener una hembra a su lado».

«Habiendo tantos gays, ¿cómo puede ser que en el fútbol no haya ninguno? Evidentemente es porque no se están animando a decirlo», especuló en su charla con el basquetbolista Sebastián Vega, quien hizo pública su homosexualidad.

Carranza Saroli fue campeona olímpica de la clase Nacra 17 de vela junto a Santiago Lange en los Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016. A lo largo de su extensa y laureada carrera, también obtuvo la medalla de oro en la clase Láser radial en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011.

—Siendo una deportista todavía activa, con objetivos por cumplir, ¿qué te llevó a embarcarte en este proyecto?

—Cuando me llamaron del canal me sorprendió primero porque no soy entrevistadora y me inquietó mucho por qué había pensado en mí y su respuesta me pareció muy lógica: ‘estamos buscando alguien que haya vivido en primera persona’ cuestiones que tengan que ver con ser parte del colectivo LGBTQ+ y que también haya sido deportista como para poder sostener una charla sobre temas que nos interesara visibilizar. Me dieron ganas de decir que sí porque en mi historia personal me hubiera encantado tener a mano historias reales de personas que estuvieran pasando por lo mismo que me estaba pasando a mí.

—¿Qué te planteaste para el desarrollo de las entrevistas?

—El objetivo principal es poder visibilizar para naturalizar cuestiones que lamentablemente todavía no están naturalizadas. La poca visibilización es lo que genera la no naturalización de algunos temas que existen, están, pero que si no los vemos no nos sentimos identificados. Yo no veía una pareja de lesbianas en una novela teniendo hijos y hasta hace no mucho tiempo seguía sin poder imaginarme una familia que vaya más allá de la familia heterosexual «normal» que nos mostraron toda la vida. Esa falta de visibilidad hace que yo sienta que no es posible y también hizo que mi mamá sienta que yo estaba mal o confundida cuando descubrí de chica lo que me estaba pasando. Eso me hizo a mí muy difícil mi vida en mi adolescencia cuando decidí tener una pareja mujer.

—¿Estás conforme con el aporte que hace el ciclo en ese sentido?

—Totalmente porque hablamos de la diversidad en el deporte en general, no sólo lo que tiene que ver con la orientación sexual, con la identidad de género sino también con al discapacidad, que también es un tema muy poco naturalizado. Vemos como muchas veces no se valora a las personas con discapacidad por el trabajo que hacen sino que se las valora por simplemente vivir y ser discapacitados. Esas personas han tenido un problema en su vida como podemos tener todos, lo superaron como un obstáculo más y hay que valorarlas por el trabajo que hacen como deportistas, por el esfuerzo que realizan y por lo superador que es ser deportista y lograr los resultados que logran.

—¿Qué conclusiones sacaste al final de todas las conversaciones?

—Hay muchos temas que, al no estar sobre la mesa y no ser visibles, generan opiniones con falta de información. Con estos proyectos, la gente va a poder opinar escuchando una historia en primera persona y estando más informado. Por ejemplo, en el caso de una deportistas trans mujer, enseguida lo primero que se dice es: ‘ah tiene ventaja deportiva por las testosteronas’ y quizás ni siquiera saben que esa persona tiene que hacer un proceso hormonal con testeos para ver si está habilitada a competir en un equipo femenino. Otra conclusión fue que a mí, a nivel personal, me sumó muchísimo porque conocí historias de superación y pienso que a mucha gente también le puede sumar escuchar esas historias.

—En el deporte hay un fuerte debate sobre la aceptación de los deportistas trans. De hecho hubo mucha polémica en los Juegos de Tokio con el caso de la pesista neozelandesa Laurel Hubbard, que fue cuestionada por sus competidoras. ¿Sentís que se va avanzando en ese tema?

—Como todo lo nuevo es complejo pero creo que lo importante es empezar el debate. Un objetivo fundamental que debemos perseguir como sociedad es que los espacios estén abiertos para todas las personas. En el caso de los deportistas trans, todos debieran tener un espacio deportivo, ¿por qué vamos a negárselo?. Podemos debatir sobre si es justo o no la competencia a nivel olímpico, pero mientras tanto que la niña o el niño trans que está viviendo ese proceso y que tiene ganas de hacer deporte lo pueda hacer. Hay que asegurarle ese espacio. Después habrá gente que tenga que debatir el tema en la alta competencia y en relación a esto, por todas las historias que escuché, dudo firmemente que haya alguien que se atreva a hacer ese cambio, con lo traumático que es, sólo para tener ventaja deportiva.

—En términos de inclusión, de tolerancia, aceptación, ¿qué sentís que cambió en los últimos años?

—Nunca lo pensé, creo que se avanzó mucho pero todos los días vemos noticias que nos hacen dar cuenta que falta muchísimo. Vemos noticias de la diferencia que hay para conseguir empleo entre una persona con discapacitada y otra que no la tiene; vemos la cantidad de violencia que hay en términos de identidad de género u orientación sexual. Eso me hace pensar que hay muchísimo por hacer, por eso tenemos que genera conciencia.

—En el deporte en particular, ¿que mirada tenés sobre esto?

—También, hay que generar conciencia en cada institución. Hay una violencia simbólica, que está muy naturalizada, que luego muta a una violencia física y eso provoca el abandono de la actividad en las personas receptoras de esa violencia. Muchas veces son cuestiones culturales, ya naturalizadas, que ni pensamos cuando las decimos. Por ejemplo: te lastimás haciendo un deporte y decimos: ‘dale, levantate, seguí, no seas maricón’. Empecemos a pensar las palabras que usamos. Es un ejemplo muy chiquito pero hay muchas otras situaciones. Hay que generar conciencia porque eso nos va a ayudar a tener más inclusión y menos deserción en el deporte.

—¿La diversidad sexual sigue siendo un tema tabú en el deporte?

—Totalmente. Una de las charlas fue con (Seba) Vega, jugador de básquet de la Liga Nacional. Él me dijo: ‘no es que quiero que haya más gays en el mundo, pero me pregunto: siendo que somos tantos gays, ¿cómo puede ser que en el fútbol no haya ninguno?. Evidentemente es porque no se están animando a decirlo. En ese sentido, las mujeres lesbianas la tenemos más fácil, parecería que está todo más abierto, pero en el caso de los hombres creo que sufren mucho por el estereotipo de masculinidad que tenemos en la sociedad y eso hace que si sos deportista tenés que ser fuerte, macho y tener una hembra al lado. En teoría, si sos gay no sos ni fuerte ni macho.

—¿Ese prejuicio varía según el ambiente?

—Sí, el entorno es muy importante. Por poner un ejemplo, fuera del deporte, mi novia es del ambiente artístico y existe una diferencia abismal en relación al deporte. Yo veo en ella una naturalidad que en mi deporte no la pude vivir. En cada disciplina es diferente, pero poco a poco tenemos que hacer el trabajo, sin pretender incomodar a nadie, simplemente para sumar y que las personas vivan con más libertad.

—¿Qué consejo le darías a alguien que todavía se está reprimiendo?

—No sé si es cuestión que todos tengan que salir a decir, pero claramente quien no lo puede expresar es porque no lo puede vivir con naturalidad. En mi caso, me pasó, yo no podía hablar de mi homosexualidad y me di cuenta que tampoco la podía vivir con libertad. Cada persona tiene su proceso, hay una red de contención muy grande, hay que tratar de hablar y buscar con quién podemos tener la confianza para empezar a expresarnos y escuchar lo que le ha pasado a otras personas. Yo no tenía un círculo de amistades gays y cuando empecé a relacionarme con gente gay descubrí que había muchas coincidencias con cosas que me pasaban de chica.

—¿Cuáles son los prejuicios más arraigados que deberíamos desterrar para terminar con la discriminación?

—Es cuestión de relacionarse con gente que tenga discapacidad o una orientación sexual diferente para entender que son lo mismo que los demás. Hay buena gente, mala gente, gente positiva, gente negativa, más allá de las capacidad y las elecciones. Para eso tenemos que tener la mentalidad abierta de querer relacionarnos y quienes formamos parte del colectivo LGBTQ+ también debemos tener paciencia para generar conciencia y cambios.

—Finalmente, ¿cómo analizás la representación mediática en estos términos?

—Depende, hoy existen muchos medios independientes tratando de sumar, hay otros más tradicionales que no lo hacen. Todavía existen medios de comunicación con muy poca perspectiva de género y eso no ayuda.