La actriz llega a Rosario encabezando la obra "El cuarto de Verónica", un impactante thiller de terror que dejará sin aliento a los espectadores
Por Mario Luzuriaga
Todos reconocemos a la actriz Silvia Kutika por interpretar a mujeres entrañables y heroínas, pero esta vez todo va a cambiar. Llega a Rosario este sábado para presentar «El cuarto de Verónica», al teatro Broadway.
La acción transcurre en Boston donde Susan, una joven de 20 años, es abordada mientras cena con su novio en un restaurante por una encantadora pareja de ancianos que se muestra impresionada por su parecido con Verónica, fallecida hace mucho tiempo.
En una charla con CLG, la actriz contó que esta obra fue escrita por el mismo autor de la película «El bebé de Rosemary», y afirmó que los espectadores quedarán «atornillados a las butacas».
—¿Fue un desafío pasar de ser la «chica buena» a la «mala» en esta historia?
—(Risas) Durante la pandemia me entregaron un libro hermoso y lo devoré a la primera lectura. Llamé a la directora Virginia Magnano y le dije que lo quería hacer. Son esas posibilidades de cambio que te da la profesión y una lo quiere tomar. Ese pase de heroína a malvada te da la posibilidad de abrir el juego. Me mandé con todo.
—¿Qué es lo que te llamó la atención de la historia?
—Susan, la joven a la que se presta a la situación, tiene una personalidad avanzada e independiente, y sobre todo porque hace varias décadas que se escribió la obra. Y cómo se manda a entrar en la casa de dos viejitos que no conoce, para vivir una verdadera pesadilla. Además es valiente porque se enfrenta a ellos y lucha para salir de la situación en la que se ve enredada.
—¿Te divertís al interpretar a esta «malvada»?
—Es maravilloso y creo que es lo que uno espera, porque cuando una arranca la carrera no le importa estar encasillado, si no que tenés que trabajar. Pero luego llega un montón de decir «ya está» porque te quedás sin recursos para interpretar a los buenos; el ser humano tiene muchas aristas y es interesante poder hacer estos «villanos», con los que podés brillar. Eso te potencia.
—¿Notás las reacciones que tiene el público durante la obra?
—(Risas) La última función que hicimos en el Paseo La Plaza en Buenos Aires, un espectador nos dijo que «teníamos al público atornillado a las butacas», eso nos encantó. Después escuchamos esos «Noooo» y exclamaciones que son geniales.