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Colombia va a las urnas para renovar el Congreso y definir candidatos presidenciales


casi 38 millones de cafeteros votarán este domingo en una jornada decisiva 

Casi 38 millones de colombianos irán este domingo a las urnas para elegir un nuevo Congreso y definir a los candidatos presidenciales de tres alianzas que se presumen las de mayor caudal para las elecciones de mayo, pero también para mostrar si el impacto del estallido social del año pasado, con un paro general de dos meses incluido, se traslada al voto o los partidos tradicionales logran sortear esa crisis de credibilidad.

Seis meses de protestas callejeras, aún en medio de la pandemia de Covid, que generaron cambios más bien menores, serán sopesados de alguna manera mañana en los comicios, por lo que el escenario es de una incertidumbre bastante atípica, empujada en buena medida por el descontento social.

En lo formal, 37.911.335 de colombianos -20.031.855 mujeres y 18.788.046 hombres- podrán votar en 112.000 mesas para elegir a quiénes ocuparán las 172 bancas de la Cámara de Representantes y los 107 escaños del Senado. Las urnas estarán abiertas de 8 a 16 (10 a 18 de Argentina).

Pero, además, quienes elijan hacerlo podrán participar de las “consultas interpartidistas”, como llaman en el país a las virtuales internas abiertas que tendrán tres alianzas de perfiles bien definidos: una de izquierda, una de centroizquierda-liberal y otra de derecha. Las tres resolverán ahí a sus candidatos a la Casa de Nariño para los comicios de mayo.

“Los comicios son históricos, y en este caso no es una frase de cajón. Hay una tendencia clásica de la oligarquía de haber mantenido elecciones y violencia política, represiva. No al estilo de las dictaduras, sino en un ejercicio autoritario ‘legitimado’ a través de la estructura clientelar. Con eso la oligarquía gobernó siglo y medio”, explicó a Télam el politólogo Francisco Toloza.

Para el analista, “la novedad es el estallido del 2021, y ese inconformismo lo reflejan las encuestas”, por lo que queda ver “si se mantiene la tendencia histórica y clásica de lo electoral como un ejercicio de control y poder de los partidos tradicionales o si, por el contrario, se termina por exhibir este enojo social”, una variante que sería “la primavera colombiana”.

Al paro convocado el año pasado por la treintena de organizaciones que se agruparon en el Comité Nacional del Paro (CNP) le siguieron varias protestas callejeras, que en muchos casos se saldaron con violenta represión de parte de la Policía y, especialmente, del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), lo que le valió a Colombia advertencias de la ONU, la CIDH, la Unión Europea y organizaciones de derechos humanos como Amnistía y Human Rights Watch (HRW).

Se suma a ese cuadro que hay 21 millones de personas en situación de pobreza, un desempleo que supera el 10%, los desmanejos de la pandemia y el escaso impulso gubernamental a la implementación real de los acuerdos de paz de 2016, que socavaron la imagen del presidente Iván Duque y, consecuentemente, las chances del gobernante Centro Democrático (CD).

En la puja por las bancas de representantes se cuentan también las candidaturas de las comunidades indígenas, afrocolombianas y representantes de colombianos en el exterior.

Y, por primera vez, aparece la novedad de la inclusión de 16 bancas para la paz, reservadas en la Cámara de Representantes a organizaciones y víctimas directas del conflicto armado reconocidos por la Unidad de Víctimas.

Esas 16 circunscripciones especiales fueron creadas y aprobadas en el Acuerdo de Paz firmado entre el Estado y las FARC y debían haber entrado en vigencia en 2018, pero fueron validadas recién para este año. Las 16 plazas tendrán dos periodos, el que comienza este año y el que se inicia en 2026.

Ese Congreso que dibujarán las elecciones de mañana será el que acompañe la gestión del sucesor de Duque y, claro, “aportará mayor o menor gobernabilidad según sea el reparto de bancas”, señaló Toloza, docente de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Colombia.

Pero en un lugar casi tan central como la renovación legislativa aparecen las internas del Pacto Histórico, de izquierda; de la Coalición Centro Esperanza, de centroizquierda; y de Equipo por Colombia, que reúne a varias fuerzas de centroderecha y derecha, casi todas aliadas legislativas del Gobierno hasta el momento.

Cada coalición tiene cinco precandidatos y quien quiera participar en esas internas debe pedir aparte el tarjetón de la fuerza en la que desea votar.

El cuadro más claro lo tiene el Pacto, integrado por Colombia Humana, los partidos Comunista y del Trabajo, Unión Patriótica, Congreso de los Pueblos, Movimiento Alternativo Indígena y Social y Poder Ciudadano, entre otras fuerzas, porque parece cantado el triunfo del exalcalde Gustavo Petro, primero en todas las encuestas de cara a mayo.

A Petro lo enfrentarán la líder ambientalista Francia Márquez, Camilo Romero, Arelis Uriana y Alfredo Saade.

En la Coalición Centro Esperanza pulsearán el exsenador Juan Manuel Galán, el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo –candidato presidencial en 2018-, el senador Jorge Robledo, el exgobernador de Boyacá Carlos Amaya y el exministro Alejandro Gaviria.

La alianza integra a Nuevo Liberalismo, Colombia tiene Futuro, Dignidad, la Alianza Social Independiente y Compromiso Ciudadano, y a sectores independientes.

Finalmente, en Equipo por Colombia –compuesta por el Partido de la U, el cristiano MIRA, el Partido Conservador, Creemos Colombia y País de Oportunidades- buscarán la candidatura Aydeé Lizarazo, Alejandro Char, David Barguil, Enrique Peñalosa y Federico Gutiérrez.

Los tres ganadores rivalizarán el 29 de mayo con otros varios candidatos únicos de sus fuerzas, entre ellos el uribista Óscar Iván Zuluaga, del CD; Ingrid Betancourt, por Verde Oxígeno; y el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández.

“Como lo del Pacto parece resuelto, la mira está en las otras dos. La alternativa de centro se define antiuribista, pero también en contra de la alternativa de izquierda. Parece tener el guiño del ‘santismo’. Es una disputa competitiva. Y la coalición de derecha, bueno, hay ahí figuras de partidos tradicionales, recién ‘rejuvenecidas’. Cualquiera puede asumir las banderas de la derecha y el Centro Democrático entraría ahí en la primera o segunda vuelta”, evaluó Toloza.

Él politólogo llamó la atención, además, sobre otros dos rasgos del proceso: “Por un lado, la ausencia de garantías, un guerra jurídica contra los candidatos de la oposición, con persecución directa de autoridades judiciales”.

Y por el otro “las advertencias sobre posibles acciones sobre los sistemas de recuentos de votos”, que dejaron un manto de dudas sobre la cuestión.

“No es un cuento garcíamarquiano: el mismo registrador responsable de contar los votos habló de un hackeo montado desde Rusia, Nicaragua y Venezuela, con los que Duque siempre tuvo malas relaciones. Si el responsable de contar los votos denuncia esto, ¿qué puede esperarse? No hay confianza ni en las empresas que ellos mismo contrataron”, ironizó.