Por Carlos Duclos
Si tanto preocupa a Estados Unidos y la OTAN la libertad y la democracia cercenadas en Ucrania con la invasión rusa ¿por qué no han excluido a Rusia de inmediato del Sistema llamado SWIFT (Society for World Interbank Financial Telecommunication) que posibilita las más grandes transacciones financieras mundiales seguras? Alemania, Italia, entre otros países, se han opuesto a concretar esa medida pues supondría un grave perjuicio económico para ellos. Incluso Estados Unidos se abstiene de aislar a Rusia del sistema. Hay muchas declaraciones, muchas palabras, medidas económica adoptadas, pero con “excepciones”, ha dicho un funcionario alemán. Es decir, para darle un toque literario al comentario: “Más el ruido que las nueces”, como decía Shakespeare.
Como expresa el título de este comentario, la historia luce según quien la cuente y, por lo que parece, aquí se conoce una parte de la historia, pero no toda la historia que gira sobre dos aspectos: plata y reacomodamiento de las grandes potencias en el mundo. Plata, porque alrededor del conflicto en Ucrania subyace el significativo tema de la energía, gas por ejemplo.
La espina llamada Nord Stream 2
Rusia, como ya se ha informado en este sitio en anteriores oportunidades, ha construido junto con Alemania y otros países, un extraordinario gasoducto que aún no está operativo y que ha sido enfriado a raíz de esta guerra que va directamente desde territorio ruso (gran productor de gas) a suelo alemán por el Mar Báltico: con esta vía de traslado de gas, quedan afuera del negocio varios países, como Ucrania, que dejarían de percibir el pago por el paso del gas por su territorio, proveniente de Rusia.
Nord Stream 2 es un tremendo gasoducto que, además, y esto es lo fundamental, deja a un costado del camino a Estados Unidos, interesado en vender su gas licuado a Europa.
La oposición de Ucrania y de Estados Unidos a la construcción de ese gasoducto ha sido histórica. El presidente ucraniano Zelenski le planteó en su visita a Washington al entonces flamante presidente Biden, la necesidad de que Estados Unidos presionara a Alemania para que desistiera de participar en la construcción del gasoducto. La Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior de España ha dicho en el año 2019 que “toda la historia relacionada con el Nord Stream 2 es una lucha por los mercados energéticos y es que a Estados Unidos no le conviene la construcción del gasoducto ya que ese país busca vender su gas licuado a Europa”.
Métodos políticos y económicos sucios
El diputado alemán Waldemar Herdt, nada menos, dijo hace ya tiempo respecto de la oposición a la construcción del gasoducto que “esa lucha se lleva a cabo con métodos políticos y económicos sucios. Los que piden la renuncia al Nord Stream 2 deben decirle a sus electores que como resultado del cierre de ese proyecto los precios de los recursos energéticos aumentarán, las facturas de gas y luz subirán un 20%”.
En suma, Estados Unidos quiere vender su gas licuado y Ucrania quiere seguir cobrando el “peaje” por el gas que pasa por su territorio hacia Europa y viene de Rusia. Como el Nord Stream 2 siguió su curso, ha puesto los pelos de punta a las grandes corporaciones financieras internacionales y al gobierno ucraniano, que han visto una salida al asunto: el ingreso de Ucrania a la OTAN para que Rusia no use el gas como factor de poder. Y allí todo estalló, porque Rusia no está dispuesta a tener al lado de su casa a un enemigo militar que le moleste además sus cuentas.
La compañía estatal ucraniana de gas Naftogaz, cree que los rusos dejarán de bombear gas por territorio ucraniano después de 2024, que es la fecha en la que finaliza el actual contrato. Yuri Vitrenko, presidente de la gasística ucrania, no duda de que Moscú “utiliza el gas como arma geopolítica” contra su país y toda la región y considera que para garantizar su seguridad energética, Ucrania debe ingresar en la OTAN.
Los gobernantes ucranianos han supuesto siempre que mientras el gas ruso pasara por Ucrania, Rusia jamás invadiría su país. Han supuesto muy mal.
El expansionismo de la OTAN
Por otra parte, Rusia ve con alarma como Estados Unidos y la OTAN se expanden hacia el este económica y militarmente, con el peligro que ello significa para sus intereses. De modo tal que esta invasión a Ucrania consiste en no solo neutralizar a un amigo de Estados Unidos, sino advertirle a Biden y a Europa, de manera contundente, que Rusia no acepta más tal expansionismo.
Con mucho acierto la periodista española Pilar Rahola ha dicho que ante esta avanzada rusa, Europa y Estados Unidos no pueden hacer nada y no harán nada. No por casualidad el presidente ucraniano se quejó hace pocas horas y le dijo al mundo “Nos han dejado solos”.
Y aquí de regreso al principio: ¿por qué no se adoptan medidas contundentes contra Rusia? Porque muchas internacionales europeas y estadounidenses tienen negocios con Rusia y porque en el fondo saben que la reacción de Putin es la respuesta a una acción desplegada contra sus intereses.
Queda la negociación
En los hechos Ucrania ya está tomada por las fuerzas rusas y Zelenski ha echado mano a lo último que le queda: sentarse con Putin y comprometerse a renunciar a la OTAN para siempre. Si esto se da, negociarán también la cuestión del gas y seguramente Nord Stream 2 volverá a la acción para beneplácito de Rusia y los países europeos que aspiran a que eso suceda. Estados Unidos tendrá que aceptar la realidad, no sin antes llevarse también algún beneficio económico. La OTAN mitigará su expansión y posiblemente en un futuro Rusia, junto con sus aliados, reflote algo parecido al Pacto de Varsovia para equilibrar las cosas.
Plata, poder y disputa de territorios en el mundo por parte de las grandes potencias, mientras en el «Teatro de Operaciones» mueren inocentes y el resto del mundo discute si uno u otro.